En los últimos tiempos estamos asistiendo a continuos movimientos en estos países, por medio de “revoluciones populares”, que están provocando una situación de inestabilidad y confusión en la opinión pública mundial.
Tras la caída del muro de Berlín, y el desmembramiento de la Unión Soviética permitió el surgimiento de una serie de repúblicas en Asia Central, que se fueron instaurando con gobiernos no elegidos, y presididos por hombres provenientes del antiguo partido comunista soviético, que intentaron darles una fachada democrática, pero que su funcionamiento se basa en un fuerte autoritarismo sin garantías de los derechos humanos.
Esta zona destaca por poseer en su suelo grandes recursos petrolíferos y de gas, junto con abundantes minerales, lo que en un mundo donde empiezan a escasear estas materias primas, hace que su importancia aumente.
Una de las razones de la intervención norteamericana en Afganistán era garantizar la salida de estas riquezas al mar, a través de Pakistán. Una cosa es lo que se diseña en los despachos y otra la realidad, pues los norteamericanos están teniendo grandes dificultades en el territorio afgano a pesar del silencio mediático. Tras la caída de los talibanes, la producción de opio, según datos de la ONU ha aumentado cuarenta veces. El gobierno de Karzai apenas domina Kabul.
Como no podía ser de otra forma, Estados Unidos tiene un gran interés en las repúblicas ex-soviéticas, por sus riquezas, intentando de paso debilitar y aislar a Rusia y China. Pretende convertir estas repúblicas en satélites de Washington. Ha pasado en Kirguistán que tras revoluciones llamadas de “terciopelo” a favor de la libertad y la democracia se oculta el interés norteamericano.
En muy poco tiempo, hemos asistido a procesos rupturistas en Georgia, en Ucrania, Kirguistán, y a los recientes sucesos de Uzbekistán. El poder norteamericano está influyendo desde el mar Negro al mar Caspio, atacando al antiguo poder ruso, completamente debilitado. El presidente ruso Putin es incapaz de enfrentarse a este juego norteamericano, lo cual lo debilita continuamente. La alternativa, que Putin presenta a estos pueblos es, estar con Rusia o contra Rusia, cuando a mi modo de ver sería apoyar a aquellos levantamientos populares que significarán mejores condiciones de los pueblos, como una forma de frenar a los norteamericanos.
La justificación de los recientes acontecimientos de Uzbekistán hay que buscarlas en la empobrecida situación de la población, dominada por el régimen de Karimov, el surgimiento del extremismo islámico, la actuación de norteamericanos e ingleses, junto con la cada vez mayor presencia de las mafias del narcotráfico.
Con el fracaso militar norteamericano en Iraq, éstos están cambiando la estrategia, pues sin renunciar completamente al uso de la fuerza, prestan cada vez más atención a medios no militares para conseguir sus fines de política exterior. Todo ello, se incluye en el denominado programa neoconservador de democratización del Gran Oriente Próximo, que recientemente fue presentado. Pero en Asia Central se está jugando una gran partida geoestratégica, donde por un lado Estados Unidos quiere debilitar al máximo a Rusia e impedir al mismo tiempo el posible expansionismo chino en la zona, teniendo en cuenta, que cuenta con gran cantidad de productos energéticos, que son cada vez más demandados por la economía china, añadiendo a ello la cercanía de los mismos. Entenderemos entonces, como para Estados Unidos es vital la zona para cercenar el crecimiento chino como potencia mundial.
Se puede decir que los norteamericanos con la ayuda inglesa han emprendido en Asia Central un juego muy peligroso, para ello se sirven de fuerzas islamistas, de la narcomafia muy abundante en la zona y de las élites regionales descontentas con su papel político.
En un momento, donde el poder de China y Rusia en esta región pueden ser una amenaza para los planes imperiales de Bush, es cuando deciden desestabilizar los “patios traseros” de chinos y rusos, como advertencia y señal de que son ellos los que mandan en todo el planeta.
La Rusia de Putin está avisando de que no está dispuesta a perder el poder que tras centurias ha ido teniendo en estos amplios territorios; en ellos se juega su futuro Putin. No se van a permitir más Ucranias, Georgias, Kirguistánes, etc.
Los chinos consideran que los norteamericanos alientan el rearme japonés, multiplican sus bases militares alrededor de ellos (Kirguistán Tayikistán, Afganistán, Uzbekistán), aumentan sus alianzas militares con la India, Tailandia, etc.
Pero por el otro lado, los norteamericanos necesitan que los chinos sigan utilizando sus grandes excedentes en dividas y las inviertan en los bonos del Tesoro norteamericano, pudiendo así financiar indirectamente su gran déficit presupuestario.
Podemos decir, que los chinos tienen cogidos a los norteamericanos del cuello económico. En el ámbito político, China ha dado carta blanca a Corea del Norte en el tema nuclear. Ha fortalecido su respaldo a Irán, así podemos entender la tranquilidad con la que actúan las autoridades iraníes que se sienten respaldados por chinos y rusos. Han adoptado una ley que legaliza una posible intervención militar en Taiwán.
Como vemos, toda una geoestrategia de intereses políticos y económicos se están jugando en estas repúblicas centro asiáticas por parte de norteamericanos, chinos y rusos.
Sigamos atentos a los siguientes pasos que se darán en esta partida de ajedrez que se está produciendo en esta zona del mundo, donde los intereses de los pueblos son ignorados en beneficio de otros intereses políticos y económicos más poderosos.
Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 19 Agosto 2005.