La Unión Europea va a iniciar en octubre de este año las negociaciones para la adhesión de Turquía. Los líderes europeos demuestran una vez más que no oyen ni escuchan a sus ciudadanos. La adhesión turca es un punto candente en el desarrollo de la Unión Europea y amplios sectores sociales muestran su oposición a su entrada. La cuestión turca ha sido uno de los puntos más relevantes en la oposición a la Constitución europea y sus líderes siguen persistiendo en el error, sin una mínima reflexión.
La entrada de Turquía no es un tema baladí, estamos hablando de un país con una población de 70 millones de habitantes (sería el país más poblado) con el consiguiente peso político. Los líderes de la Unión han pedido al gobierno turco que mejore sus libertades civiles y la situación de sus minorías étnicas, pero lo que realmente interesa a estos líderes europeos es la reciente bonanza económica en que se ve envueltos los turcos. Analicemos su situación económica.
En el año 2001, sufrió una gran recesión económica que provocó la caída de su PIB en un 7,5%, con un aumento espectacular del desempleo, una grave crisis de su sistema financiero y una gran depreciación de la lira turca. Tanto el FMI como el BM acudieron en auxilio de Turquía, país éste fundamental para los Estados Unidos, con un préstamo de 18.600 millones de dólares. A cambio debían desarrollar una política de racionalización del gasto público, reducir el nivel de subvenciones, reformar el sistema financiero, exigiendo la privatización de las grandes empresas nacionales, junto con la reducción de la inflación, la deuda y el déficit público.
Cuatro años después, la situación de Turquía ha mejorado, creció su PIB el 8,9% en el año 2004 y se prevé un 5,6% en el 2005. Su inflación ha pasado del 56% en el año 2000 al 9% en el 2004. Su déficit público ha pasado del 19,6% del PIB al 9 % en el 2004. Como se puede comprobar por estas cifras la situación es mucho mejor pero muy lejana de la que se mueven los países que forman la Unión Europea.
Los principales beneficios económicos que obtendría la misma con la entrada turca vendría por el comercio exterior. Los 70 millones de turcos suponen un enorme mercado para sectores productivos europeos que podrían invertir allí y que cuentan con una de las manos de obra más baratas del mundo.
Turquía exporta hacia la Unión Europea el 58,1% de sus productos, mientras que recibe el 54,7% de lo que compra en el exterior. Este proceso comercial es más importante año a año. Otro de los aspectos que más interés levanta en el mundo empresarial europeo son los procesos privatizadores que se están dando en el mundo bancario, aeronáutico, telecomunicaciones, tabaco, azúcar, etc.
Pero la entrada turca en la UE tiene bastantes inconvenientes económicos. Veamos algunos. Se fomentarían los procesos de deslocalización industrial, con enormes costes económicos, financieros y sociales para los países miembros actuales. Turquía ofrece al mundo empresarial una situación ideal para el ahorro de costes, ya que su legislación laboral es muy flexible, quiere decirse, favorable al mundo empresarial, su ingreso por habitante escasamente llega al 5% de cualquier país europeo y el coste por hora de cada trabajador turco es de 1,8 dólar por hora trabajada.
Es pues entendible que el mundo empresarial esté a favor de la integración, porque les ofrece una serie de posibilidades muy importantes. Pero también es lógico que, desde el mundo laboral se vea con escepticismo y preocupación, dándose un amplio rechazo en las capas populares a su integración.
Un segundo problema es el coste de la integración de la agricultura, que conllevaría una subvención cercana a los 18.000 millones de euros anuales en el 2015, ante la baja calidad de su agricultura, lo que hace que el mundo rural europeo haya puesto el grito en el cielo.
Si se produce su integración, Turquía se convertiría en el país más pobre de la Unión Europea, con una renta per cápita que escasamente llegaría al 27% de la media europea, lo que se traduce en un ingreso medio por habitante de 1.400 dólares anuales.
Mucho se tendrá que esforzar para alcanzar los parámetros mínimos de integración económica. Deberá profundizar en mejorar la eficiencia del sector económico público, la racionalización de su gasto, el afloramiento de su economía sumergida que actualmente llega al 50% de su sistema productivo, suprimiendo y aligerando su pesada burocracia que significa un lastre casi insalvable para su desarrollo.
Como vemos, muchos son los aspectos económicos que deben mejorar para aproximarse a las demandas europeas. En octubre, se debe decidir si se abre el proceso de negociación. Siempre he defendido la no integración de Turquia en la Unión Europea, no sólo por cuestiones económicas, sino por razones políticas, sociales, culturales, y geográficas.
Esta no aceptación de la negociación sí debe abrir un proceso de apoyo a este país a todos los niveles que significaría hacerle país asociado con un apoyo claro y decidido a su democracia.
En España no se ha debatido nunca la cuestión turca tal y como se está dando en otros países. A mi me gustaría saber cuales son las causas del apoyo incondicional que Zapatero da al ingreso de Turquía. Este tema tiene repercusiones muy importantes en nuestras vidas a medio plazo. Es bueno que nos posicionemos y asumamos las consecuencias de este debate.
Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 10 Agosto 2005.