Alianza de Civilizaciones: ‘buena música que necesita de buena letra’ – por Teresa Galeote

Suenan bien las declaraciones del presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, sobre el entendimiento entre civilizaciones; las palabras manifestadas en la ONU han tenido buena acogida. Pero después de escuchar tan lindas palabras, cargadas de buenas intenciones, hace falta ponerlas en práctica, y eso es harina de otro costal. Nos son buenos tiempos para la lírica, ni donde la palabra sea elemento fundamental que preceda a la acción. Antes, la palabra de honor bastaba, pero corren malos tiempos y éstas suelen convertirse en moneda de cambio, o en eslogan publicitario. A tenor del deterioro que se ha producido en los discursos, donde entre el dicho y el hecho hay un gran trecho, cuando no una distancia insalvable, habrá que recurrir al tópico bíblico de: “Por los hechos los conoceréis”. Ahí es donde radica la verdadera letra que debe acompañar a tan buena música. Retirar las tropas de Irak ha sido un acierto además del cumplimiento de una promesa electoral, aunque el hecho de mandar tropas a Afganistán enturbió la acción anterior.

Si la ONU, organización muy deteriorada por los hechos, asume y pretende hacer realidad la Alianza de Civilizaciones, serán necesarias más que palabras para que recobre la legitimidad que se le confirió en el acto de investidura. Muchos años han pasado y muchas resoluciones se han convertido en papel mojado sin que a los estados infractores se le haya penalizado por sus incumplimientos.

En primer lugar, tendrá que triunfar el concepto anunciado sobre su antagonista que habla del Choque de Civilizaciones. Además de dicha premisa, se tendrá que revisar la mentalidad occidental con respecto al “Orientalismo”, concepto acuñado por los europeos, que dio a los países asiáticos una aureola de exotismo y de elementos diferenciadores que, la mayoría de las veces, creaban prejuicios, cuando no equivocaciones manifiestas. Y qué decir del confusionismo creado aislando la cultura de elementos tan importantes como los económicos y los políticos; cierto revisionismo del “Orientalismo” no ha introducido mejoras substanciales en la compresión de lo diferente ya que se han seguido manteniendo las premisas iniciales de que sus mentalidades son estáticas. Nada dicen del sometimiento que han padecido dichos pueblos con las colonizaciones europeas y el resentimiento que puede anidar cuando, después de unos años de descolonización, se les pretende someter de nuevo.

Es la economía mal entendida lo que ha incitado a las potencias occidentales a colonizar tierras de otros continentes, a someterlos con la segura creencia que hay que domesticar a otras naciones según los cánones europeos y para provecho de las metrópolis dominantes. Las luchas de independencia del siglo XX son las que hicieron retirarse a los colonizadores y no el convencimiento de que son tan mayores de edad como los europeos para dirigirse por sí mismos. Si el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, quizá debamos repensar nuestra historia para no cometer los mismos errores, aunque en esta ocasión con mayor crueldad y revestidas de mayores mentiras. Hoy el esfuerzo requerido es mayor porque los intereses son mayores.

La Alianza entre Civilizaciones requiere normas políticas que impidan que el sistema económico prevalezca sobre cualquier otra consideración de tipo humanitario y de justicia. Tratar al otro como a un igual y no con el convencimiento que son inferiores y que sus recursos nos pertenecen, o que sólo son amigos mientras hacen lo que interesa a las potencias occidentales. No es cuestión de culturas, es cuestión de economía de las grandes transnacionales que necesitan ciertos recursos para seguir dominando. De hacer dejación de los sistemas políticos que puedan poner coto a una economía mal entendida donde los beneficios rápidos están por encima de la vida humana y del derecho del otro. El imperialismo económico domina sobre cualquier otra consideración; de ahí nacen otros radicalismos, otros odios, otras venganzas.

Hacer de la religión y de la cultura los elementos diferenciadores de las civilizaciones, es dar una interpretación simplista de los acontecimientos históricos. Puede que se consiga engañar a gran parte de las poblaciones y durante algún tiempo, pero no será posible engañarlas todo el tiempo. Las civilizaciones pueden optar por diferentes vías, pero si no hay elementos de dominio de los unos sobre los otros la Alianza de Civilizaciones podrá hacerse realidad. Si por el contrario, se lanza como un buen slogan los problemas persistirán. Habrá que reconocer errores y acabar con la doble vara de medir que se mantiene actualmente, pero dicho reconocimiento deberá ir acompañado de acciones concretas que recompongan las atrocidades cometidas.

Teresa Galeote. Alcalá de Henares, Madrid.
Redactora, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 4 Agosto 2005.