Es el segundo continente por tamaño y su población representa el 14% del total mundial. De todos los continentes, es el que tiene una mayor proporción de habitantes que viven en extrema pobreza, especialmente en la zona subsahariana, en la que los índices de desarrollo están empeorando. El hambre es lo habitual en este continente.
En África, se encuentran la mayoría de las materias primas que hay en el mundo, volviendo a interesar a Occidente igual que antaño, es decir, buscando sus recursos naturales.
Los países occidentales buscan afanosamente petróleo, para no depender tanto del Golfo Pérsico. China se ha sumado a esta carrera por conseguir más oro negro.
Esta abundancia de petróleo africano es el origen del interés norteamericano por este continente, y que está provocando una lucha soterrada con Francia por controlar el mercado africano de materias primas.
Botswana, Congo y Sudáfrica producen el 50% de los diamantes del mundo, mientras que en Ghana, Sudáfrica y Zimbawe se extrae el 50% de la producción mundial de oro.
En nuevos países productores de petróleo, como Guinea Ecuatorial, Chad, etc., son apoyadas sus dictaduras por las multinacionales petroleras, basando su sistema en la violencia y la corrupción, beneficiándose unos pocos, mientras que la mayoría de las gentes del pueblo se mueren de hambre, sed y SIDA.
Se produce una vinculación entre petróleo y la falta de derechos humanos. Human Rights Watch denuncia en concreto, la actuación de la multinacional norteamericana Chevron-Texaco en la Cabinda angoleña, donde se producen con total impunidad torturas y la supresión de los principales derechos del hombre.
El ministro de Justicia del Congo, en su intervención en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, denunció que la media de edad de vida de los africanos ha descendido desde hace quince años. En el África subsahariana la esperanza de vida de 50 años en 1990, ha pasado en el 2002 a 46 años.
De todo el mundo, África es el continente en el que más personas viven en la extrema pobreza, especialmente en el área subsahariana, en la que los índices de desarrollo están empeorando continuamente (de esta zona son los inmigrantes que en pateras intentan llegar a España). El hambre es el compañero habitual de la pobreza.
Las enfermedades de transmisión, como el SIDA, son un gran problema en todo el continente. Así, por ejemplo, en la zona subsahariana, en el 2003, había 26,6 millones de personas infectadas con el SIDA, representando el 71% de su población. Ese año se infectaron 3,2 millones y murieron 2,3 millones.
Pero no sólo es el SIDA, sino que otras enfermedades como el paludismo, afectan anualmente a unos dos millones de personas. El principal aliado del SIDA es la pobreza. Los ciudadanos y los Estados no pueden intentar parar la enfermedad ante la carencia de medios sanitarios y la carestía de sus fármacos; ante esta imposibilidad se asiste a la desaparición de poblaciones enteras.
La mujer africana se encuentra en una situación extrema. Veintitrés millones de niñas no tienen ningún tipo de atención educativa. Lo que está en el origen de la perpetuación de su pobreza, sufriendo a gran escala todo tipo de enfermedades infantiles y en gran medida la pandemia del SIDA.
Sólo el 7% de las tierras agrícolas africanas cuentan con regadío, mientras que en Asia es el 40%. Sólo el 4% de los recursos hídricos renovables en África se explotan, mientras que en Asia alcanzan el 14%.
El consumo de fertilizantes en África es de apenas 9 kg. por Ha., respecto a los 100 kg por Ha. utilizados en el sudeste asiático o los 206 Kg por Ha. que se utiliza en los países industrializados, según datos de la FAO.
Las potencias occidentales han abandonado a los africanos, sólo les interesan sus riquezas. En los últimos tiempos, con el fin de su “llamada lucha contra el terrorismo”, Estados Unidos ha multiplicado los acuerdos militares con los países africanos, incluso con países del área francófona, lo que hace que choque con Francia.
Como dice el premio Nobel, Joseph Stiglitz, “el abismo entre ricos y pobres se ha acentuado, el número de personas que viven en la pobreza absoluta ha aumentado. Si, por ejemplo, Suecia concede una ayuda financiera a Etiopia para que construya escuelas, la lógica del FMI obliga a Addis Abeba a reservar estos fondos, con el pretexto de que la construcción de estas escuelas entrañara gastos de funcionamiento (los sueldos del personal, el mantenimiento de los equipos) que no estaban previstos en el presupuesto y producirá desequilibrios perjudiciales para el país”.
La Unión Europea no hace absolutamente nada por África y los africanos, proponiendo únicamente la libertad de mercado. ¡Qué sarcasmos de política! Mientras que los hombres del primer mundo permitimos y callamos ente el mayor expolio económico que se ha dado, a costa del sufrimiento de los africanos, y que nos permite así vivir a nosotros con el despilfarro actual. Señores y señoras de la política, ¿Algo tendremos que hacer?
Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 8 Julio 2005.