Señor director:
Por más que, como casi siempre, se puedan discutir ciertos aspectos de su realización, la reprobación política por el Parlamento español de la gestión de Federico Trillo en la catástrofe del avión Yak-42 era un imperativo moral imprescindible para mantener un mínimo de decoro en la clase política. Se podrá discutir también su grado de responsabilidad concreto en la contratación del avión y sus corruptelas, y en el menosprecio de las múltiples reclamaciones previas de quienes después fueron sus víctimas. Pero el desprecio a la memoria de los 62 militares muertos, y a sus familiares, que supuso la falta de identificación correcta de sus cadáveres para tapar lo antes posible el problema, la crueldad con que se trato a sus allegados, las repetidas y fragantes mentiras respecto a diferentes aspectos de ese desastre, todo ello son responsabilidad inmediata y evidente del entonces Ministro de Defensa.
Trillo tendría que haber presentado entonces su dimisión de verdad, irrevocable, ante el pueblo español, y no intentar justificarse ahora diciendo que ya presentó su dimisión ante un Aznar, pues resulta evidente del contexto que lo hizo sólo para salvar su propia carrera política y por pura fórmula, pues bien sabía él -y nosotros- que, tal para cual, su orgullo y egoísmo feroz hacen a Aznar incapaz de aceptar ni sus más mínimos errores, para no hablar de responsabilidades. No menos impresentable es el que también ahora Trillo intente escudarse diciendo que ya tuvo su merecido con la pérdida de las elecciones, es decir, con algo completamente forzado y contrario a su voluntad explícita de continuar con el poder. Ni puede excusarle el grado avanzado de locura que supone en el que ahora crea que le persigue una nueva Inquisición, y compare sus sufrimientos con los de Job e incluso los de Jesús.
También hay que denunciar una carencia de la más elemental conciencia moral por parte de algunos partidarios suyos, como un diario madrileño, que no ha tenido empacho en titular a toda página la noticia de su reprobación diciendo que así el PSOE «soslaya» su propia historia. Es decir, que lo que tenía que haber hecho, lo decente, era no pedir responsabilidades para que después no se las pidieran a él, incitando así a los políticos a ser una mafia cerrada, con desvergonzada e impune corrupción, «hoy por ti, mañana por mí».
Diego Mas Mas. Madrid.
Cartas de los lectores. El Inconformista Digital.-
Incorporación – Redacción. Barcelona, 6 Julio 2005.