La eterna y sagrada unidad del Partido Popular y de los obispos – por Teresa Galeote

En Salamanca se pidió la sagrada unidad de España y del archivo. El PP le está tomando gusto a las manifestaciones; ya no se acuerdan cuando algunos de sus veteranos líderes mandaban reprimirlas, incluso en la reciente “modélica transición”. Esa unidad parapléjica e hipócrita que predican no entiende que hay documentos de la guerra civil española que incautó el régimen franquista a Cataluña y que ahora ésta solicita que les sean devueltos. Una nueva situación política reclama una nueva actitud, pero el neoconservador Partido Popular no lo entiende y quiere dar una vuelta de tuerca más a su ideario político; un ideario que algunos habían creído dejar guardado en el baúl de los recuerdos, pero que rebrota a la menor oportunidad. El PP aparentó ser de centro para pescar los votos necesarios y llegar al poder, pero con el paso del tiempo le sale la veta madre.

Y llegó otra sagrada palabra, “matrimonio” y se armó la marimorena cuando las parejas homosexuales también la quieren hacer suya; el PP y los obispos dicen que es palabra sagrada y no la puede emplear cualquiera; es ahora cuando la unión del matrimonio está en peligro, como antes lo estuvo cuando la ley del divorcio permitía la separación de aquellas parejas a las que se les había acabado el amor, pensaron que todos se iban a divorciar; ya vieron que no y hasta les sirvió a ellos cuando la ocasión la pintaron calva. No se paran a pensar, (ya sabemos que eso desgasta) que dichas parejas sólo pretenden matrimonios civiles alejados de los preceptos religiosos.

Y es que el Partido Popular nunca entendió el concepto de la pluralidad; lo aceptaron porque no les quedaba otro remedio para salir del paso y no quedarse fuera de juego. Ellos que tanto claman por las víctimas del terrorismo, se olvidaron los muertos, no de la guerra, sino de la posguerra (otras víctimas más del terrorismo de Estado); después lo plural desapareció en ese obligado nacional-catolicismo y por amor a esa sagrada unidad sacrificaron la diversidad. Le pusimos punto final a una dictadura que asesinó, exterminó y obligó al exilio a cuanto de plural había en esa Mater Dolorosa llamada España; ahora no pueden emplear esos métodos y quieren hacer la calle suya como un tiempo lo fue para el partido único, llamado “Movimiento Nacional”.

Dicen que el matrimonio entre homosexuales atenta contra la familia tradicional; ¿acaso no se casan las religiosas con Dios y viven su amoroso maridaje sin intromisión alguna del poder civil? ¿Por qué entonces se mete la Santa Iglesia y algunos de sus ardorosos fieles con el pretendido matrimonio civil entre parejas de homosexuales?

El fanatismo, sea del origen que sea, arrasa todo lo diferente. La Iglesia debería poner orden en su casa y ocuparse de sus religiosos descarriados. La jerarquía de la Iglesia hace más daño a sus fieles y a su doctrina que norma civil alguna. En realidad, los conservadores españoles y los obispos nunca entendieron ninguna pluralidad; la persiguieron y pretendieron exterminarla en todas sus vertientes. Sólo entendieron el nacional-catolicismo y de ahí radica su incomprensión. Mientras otros países del entorno europeo han zanjado dicha contradicción nosotros andamos inmersos en nuestro pasado. Nuestra losa debe ser más pesada y extensa que otras.

Teresa Galeote. Madrid.
Redactora, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 2 Julio 2005.