Marruecos, nuestro vecino del sur, presenta una situación muy complicada y difícil, interesándonos una resolución favorable de la misma. El problema de la inmigración, el conflicto pesquero, la falta de acuerdo en el Sahara, nuestras inversiones económicas en ese país, las reivindicaciones sobre Ceuta y Melilla, son temas todos ellos muy importantes para nosotros.
¿Qué pasa en Marruecos?
Marruecos ocupa el puesto 125 entre 177 países por su nivel de vida humana, según el último índice establecido por Naciones Unidas. Un 20% de su población vive en la pobreza absoluta, la distribución de su riqueza es injustificable, apareciendo el rey Mohamed VI como una de las familias más ricas del mundo. Más de la mitad de su población son analfabetos y el acceso a la medicina en muchas zonas es prácticamente inexistente.
Su sistema económico es obsoleto, dependiendo mayoritariamente de la inversión extranjera, atraídos por un sistema laboral muy favorable a los empresarios y con una mano de obra barata y abundante. A pesar de esto, la crisis económica azota todo el país, así podemos ver como el sector textil generador de mucho empleo, se está destruyendo ante la competencia que le genera China y los países del sudeste asiático, que hace que sus exportaciones textiles a Europa estén cayendo por falta de competitividad. Los últimos informes económicos internacionales son completamente desalentadores para su futuro desarrollo.
El propio gobierno no se ha atrevido a repercutir la subida del petróleo en las gasolinas ante el temor de una revuelta popular. El déficit presupuestario para el año 2005 está establecido en el 6% pero se calcula que llegará al 10%. Se está produciendo una sequía que provocará una pérdida del 40% de la cosecha agrícola, llevando a la ruina a miles de agricultores.
Tiene unos treinta millones de habitantes con un desarrollo demográfico alto, y una población muy joven, presentando alarmantes tasas de desempleo. La estructuración social es escasa y la única fuente unificadora es la religión, fundamentalmente la más radical a través de sus centros sanitarios, casas de acogida etc, que son muy apreciados por la población ante la carencia de una mínima política social del Estado, lo que está provocando la creación de una amplia base social que no tardará en verse reflejado en el campo político. Con la llegada al poder de Mohamed VI se esperaba una apertura democratizadora del régimen, que no se ha producido. El sistema de partidos es más ficticio que real pues todos deben de estar al servicio del rey. Podemos decir, que la monarquía alauí tiene una estructura casi feudal con la fachada de un régimen democrático
En estos momentos, cabe preguntarse ¿cuanto durará la monarquía?
La política internacional hacia Marruecos debe cambiar de forma urgente, porque se está incubando un proceso revolucionario de corte islamista radical ante la falta de salidas de futuro que Mohamed VI está dando. Por un lado, está el sistema económico existente que no sirve para sacar al país del atraso, lo que condena a millones de marroquíes a vivir de la miseria o a emigrar. Su sistema de política social es muy débil o inexistente dependiendo casi exclusivamente de la caridad.
El conflicto del Sahara no tiene visos de solución al no aceptar el rey el Plan Baker II auspiciado por la ONU. Problema éste con una duración de más de treinta años, que la monarquía marroquí está dejando pudrir pensando que el tiempo juega a su favor, cuando a mi entender es uno de los detonantes de la caótica situación que vive Marruecos. Estos días se están produciendo gravísimos desordenes, no solamente en el Sahara sino en el propio Marruecos ante la falta de soluciones. La respuesta del régimen es la represión.
¿Qué puede hacer España y la Unión Europea?
Exigir a Mohamed VI la aceptación del Plan Baker II sin ningún tipo de cortapisas. La solución del conflicto saharauí es prioritario y fundamental no sólo para Marruecos sino para todo el Magreb, haciéndole entender al rey que esta es la única solución posible para su país y para el Magreb.
La resolución del problema de Sahara conllevaría el resurgimiento de la UMA (Unión del Magreb Árabe). Esta fue fundada en 1989 por Argelia, Túnez, Libia, Marruecos y Mauritania; y su finalidad era el desarrollo de la zona, pero el conflicto saharaui lo impide. Por eso, su resolución significaría el relanzamiento del proyecto donde la Unión Europea se implicaría fuertemente para lograr un mayor desarrollo de la zona que asentaría a la población dándole un futuro y cortando de forma natural el proceso inmigratorio.
Hay que presionar a Mohamed VI para lograr un proceso de apertura política de su régimen así como un escrupuloso respeto de los derechos humanos.
La solución del Sahara y la apertura política son básicas para impedir que dentro de poco podamos tener un régimen islamista radical en nuestra puerta del sur, con todo lo que ello significaría, recordemos el atentado de Casablanca, o el 11M de Madrid perpretado mayoritariamente por marroquíes.
Sería bueno, que Zapatero no contemporizara tanto con Mohamed VI y realizará una política más realista de futuro, buscando una salida para la actual encrucijada marroquí.
Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 4 Junio 2005.