El lunes 21 de febrero en la penúltima sesión testifical de las acusaciones del juicio que se sigue contra el ex-capitán Adolfo Scilingo, se repitieron escenas similares al inicio del mismo con una importante presencia de medios de comunicación, ya que al parecer la naturaleza de los testigos del día justificaba la nutrida concurrencia.
Así una de las ex-detenidas y desaparecidas, Marta Remedios Álvarez, secuestrada en la Escuela de Mecánica de la Armada entre junio de 1976 y mediados de 1978, identificó sin ningún atisbo de duda a Adolfo Scilingo como la persona que en el mes de febrero de 1977 se encontraba en la tercera planta del Casino de Oficiales de la ESMA, en la capucha, donde estaban maniatados, engrilletados y encapuchados los detenidos-desaparecidos, ella por su embarazo se encontraba en un calabozo frente a la maquinaria del ascensor donde estaba Scilingo. En el careo, el ex militar negó este extremo en la línea de las múltiples contradicciones y contramarchas que viene realizado desde 1995. Marta Álvarez que se encontraba engrilletada, es la primera persona que identifica directamente al ex capitán y dio detalles tanto de la vestimenta del marino, como del diálogo que mantuvo y del tiempo que aquel estuvo realizando la reparación.
El premio Nóbel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel prestó declaración sobre su secuestro y cautiverio, y del encuentro que tuvo con Scilingo en 1997, en el éste reconoció haber participado en los vuelos de la muerte, y que con la intención de reparar el daño ocasionado, viajaría a España a colaborar en las actuaciones seguidas en el Juzgado de Instrucción Nro. 5 de la Audiencia Nacional a cargo del juez Baltasar Garzón.
Concluyó la testifical del día 21 de febrero, el fiscal Julio César Strassera, quien ejerció la acusación pública en el juicio de 1985 seguido contra las tres primeras Juntas Militares de la dictadura argentina. Strassera, señaló que tomó 709 casos «paradigmáticos» con que sostuvo la acusación, y, en las declaraciones de 833 testigos escogidos de los 10.000 casos documentados. La ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) fue a su entender, y, luego de las actuaciones realizadas, el campo de concentración por antonomasia de la represión de la dictadura, tanto por la cantidad de personas desaparecidas, como el de cifra de torturados y por las condiciones infrahumanas en las que vivían los detenidos-desaparecidos.
El Fiscal Strassera afirmó que la represión de la dictadura afectó a gente de toda clase y condición y que «no hubo apenas personas que disintieran de la dictadura y que no fueran apresadas». Añadió que hasta 1976, las denuncias por desapariciones eran de una o dos personas por juzgado al año, mientras que posteriormente al golpe militar, eran cientos las personas desaparecidas denunciadas en los juzgados por sus familias. Igualmente, el número de cadáveres sin identificar que aparecieron a partir de marzo de 1976 aumentó de forma espectacular. Señaló asimismo que la tortura más común durante la dictadura fue la picana, llamada en la jerga militar «parrilla», y que se aplicaba incluso cuando el detenido declaraba todo lo que sabía.
Puntualizó que de 1976 a 1983 en Argentina, la ocultación de datos era el proceder habitual e impune de las fuerzas conjuntas, así los habeas corpus eran rechazados diariamente porque obtenían respuestas negativas por parte de las fuerzas de seguridad; que el botín de guerra era el producto de lo robado a los secuestrados, como ejemplo de ello citó un procedimiento del que había imágenes periodísticas, y al pedir la ampliación de una ellas pudo comprobarse fehacientemente que la matrícula del camión que participaba del allanamiento y que portaba enseres domésticos, era del Ejército de Tierra.
Asimismo manifestó lo falaz del argumento de lucha contra la guerrilla porque antes del golpe de Estado, en un informe del Estado Mayor de la Defensa, se afirmaba que el poder de la guerrilla estaba absolutamente eliminado desde 1975. Que a partir del golpe de Estado, la organización paramilitar Triple AAA (Alianza Anticomunista Argentina) desapareció y muchos de sus integrantes se incorporaron directamente al aparato de la dictadura.
Confirmó tanto por las actuaciones durante el juicio a las Juntas como por la causa específica que se sigue sobre la Escuela de Mecánica de la Armada, que los oficiales y suboficiales de la ESMA participaban en forma rotativa en todas las actividades represivas para garantizar así el silencio posterior. Realizó una consideración jurídica en la que para él debería aplicarse la eximente de obediencia debida siempre y cuando el suboficial que se limitó a detener a una persona ignorara su destino ulterior, y nadie absolutamente nadie quedaba exento porque todos sabían el destino. Asimismo expresó la seguridad cimentada en el profundo conocimiento del tema que “nadie que estuviera en la ESMA un día podía ignorar lo que pasaba”.
Otro extremo de gran importancia fue la comprobación que pudo realizar desde la Fiscalía sobre la falsedad de los documentos expedidos por las fuerzas armadas durante el período dictatorial. A preguntas del presidente del tribunal sobre la credibilidad que le daría un certificado librado por las fuerzas armadas en la dictadura o referido con posterioridad pero sobre los años aquellos, el ex fiscal Strassera respondió: “Yo no le daria ninguna fiabilidad”.
A preguntas tanto de la acusación como del tribunal, definió con rotundidad que lo sucedido en Argentina desde 1976 hasta 1983, fue un plan sistemático de represión y eliminación, expresamente recogido así en la sentencia de los juicios de 1985. Y expresó que: “a pesar de las aparentes dificultades técnicas HA SIDO EL MAYOR GENOCIDIO OCURRIDO EN LA JOVEN HISTORIA DE NUESTRO PAIS”.
Andrea Benites Dumont. Madrid.
Redactora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 25 Febrero 2005.