Suelen caracterizarse los clásicos como aquellos escritos o manifestaciones artísticas que no pierden actualidad, su potencialidad les permite adaptarse, tienen cualidades permanentes y mantienen un interés por encima de cambios circunstanciales. Sacan a relucir aspectos esenciales. Las narraciones de Julio Verne reunen esas aventuras atractivas tan peculiares de su estilo, junto a un muestrario variopinto de caracteres y actitudes muy actualizables.
Propongo la consideración de esas CINCO SEMANAS EN GLOBO como uno de sus relatos divertido y revelador de actitudes que podremos valorar también en las trifulcas cotidianas. La aparente despreocupación del relato no esconde, en realidad pone de manifiesto con más resalte las actitudes peculiares a considerar. Mencionar las intenciones del autor, además de tarea imposible no me atrae demasiado. Afrontar los matices actuales bosquejados en la obra es más subyugante.
Las primeras líneas abordan la pompa recalcitrante de la Real Sociedad Geográfica, donde la ostentación, las bocas plenas de patriotismo, exploraciones y tintes de conquista colonial, no hacen más que plantear lo de ellos como lo mejor. Los grandes periódicos de la época y las autoridades amplifican con todo boato esos comportamientos.
Y ese oropel de conquista e imposición a los de fuera no suena a rareza en las diferentes latitudes. Observen, miren, los ejemplos de este jaez siguen proliferando. El poder y el dinero se desbordan con facilidad.
Esta presente el oportunismo de todos aquellos que se apuntan a la alabanza tumultuosa y aduladora cuando las cosas salieron bien. Los mismos, no dejaban de exponer reparos en todas las fases previas del viaje. Como el amigo Ricardo, luego presto a ser uno de los expedicionarios más serviles. No se libra el ilustre Fergusson de este calificativo, aprovechando los atrasos e ignorancias de los nativos. Conductas muy de siempre como podemos apreciar.
Se habla del canibalismo y de los feroces integrantes de esas tribus, deslizando la dulce pluma sobre los tiros y expediciones militares. Los autóctonos quedan diluídos, más bien a su costa se desarrollan las ansias naturales del imperio. Hasta en estas novelas de aventuras intrascendentes brilla por su ausencia la consideración hacia los otros. Los viajeros y otros expedicionarios son los que llevan la sabiduría.
Al descender del globo fueron considerados como hijos de la luna, y con el regusto que les provocó la situación, no sabemos donde hubieran podido llegar, les resultó placentero y útil ese tratamiento que no se esforzaron en modificar. Por fortuna, ¡Oh infortunio!…salió la luna, descubriéndose que no era ese su orígen. La graciosa anécdota traduce ese placentero dejarse llevar a costa de los demás.
En otros pasajes dominan escenas de enfrentamiento con la Naturaleza. El globo circula entre una furiosa tempestad, entre relámpagos y ventoleras, con la amenaza de un final explosivo debido al gas almacenado y su indefensión. Con esa naturaleza embravecida no valen ambages. Emocionante escena para no olvidar la relación de las personas con los elementos, ni en la ficción, ni en las calamitosas riadas, tornados o maremotos.
Cobra protagonismo la sed. Por un lado zonas desérticas, avatares que exigieron echar los depósitos para aligerar el peso del globo, incluyendo aventuras poco previsoras o precipitadas. La sequía o malversaciones relacionadas con el agua comienzan a ser preocupantes, causas naturales unas y despreocupaciones suicidas otras. Se trata de un factor ecológico básico, pero tendemos a mirarlo solo de reojo; ahí somos demasiado tolerantes.
En cuanto al asalto de las aves, sus picotazos comprometen seriamente la integridad del globo, ponen de manifiesto la vulnerabilidad de la envoltura. Para ese peligro no fueron previsores y sus consecuencias pudieron ser trágicas. Por un lado, nunca se consigue prevenir todo, es una cura de humildad necesaria. Considerando otra vertiente del suceso, hemos cambiado en algo, cada vez va siendo menos real un peligro de este tipo; los tóxicos, la caza, las diferentes agresiones, dificultan la visión de especies avícolas en fases progresivas, la fauna no vive condicionada por apoyos.
Las cinco semanas en globo mantienen el cariz aventurero, entrañable, divertido y estimulante. Su lectura lúdica va dejando caer esos goterones que reflejan matices de la vida humana, simples muestras para valoración o desinterés del lector.
Ese mundillo social ególatra, con complejo de superioridad, que se trasluce en las estructuras del viaje, ejerce con una tenaz perseverancia a la mínima oportunidad. Quizá sin proponérselo, o quizá sí, vaya Vd. a saber, estas aventuras transmiten más defectos que virtudes.
La ciencia, las mediciones y las exploraciones, proyectan rayos de luz sobre los panoramas sociales de cualquier momento. Sin embargo, con prontitud asoman a su alrededor intereses menos optimistas, son frecuentes los destacamentos, los entramados económicos. Y el silencio, no se caracterizan por facilitar el acceso a los menos entendidos en la materia, piensan que no debieran hurgar en estas cuestiones. Eso quisieran, crear emporios donde no alcancen los vulgares. Los endiosamientos son un peligro constante.
Rafael Pérez Ortolá. Vitoria.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 24 Mayo 2005.