De “romántico social” y, de modo peyorativo, “buena persona”, tildan al Premio Nobel de Literatura en 1999, Günter Grass, algunos sectores de la prensa alemana y dulces vividores en el pensamiento plano.
El escritor germano analiza, en un amplio artículo publicado en el diario El País el domingo día 8 de mayo, la situación de Alemania 60 años después de la derrota final de Hitler.
Grass se caracteriza por ser una especie en extinción, es una mosca cojonera, necesaria en esta sociedad dormida, laxa y desnutrida de ética, donde la movilización de ideas es escasa y cuando alguien osa denunciar y analizar de manera crítica, es tildado de manera ofensiva (si se queda solo en eso).
Libertad regalada es el título de un discurso que pronunció el 8 de mayo de 1985 en la Academia Berlinesa de las Artes. “Por aquel entonces, el país estaba aún dividido, de manera que comparé los dos Estados, su necesidad de delimitación, sus diferentes dependencias, su respectivo materialismo marcadamente dogmático, su miedo a la unificación y su nostalgia de ella. La “libertad regalada” fue sólo para el Estado alemán occidental; los del Este se fueron con las manos vacías”.
Después de veinte años de la llamada reunificación alemana, se hace crítica la situación de los “anexionados” y sufren las consecuencias como ciudadanos de segunda. El porcentaje de desempleo es dos veces superior en la zona que en los länder occidentales.
El Parlamento alemán no decide de forma soberana, afirma Grass. Depende de las poderosas asociaciones económicas no sometidas a control democrático. Y esto es, a mi forma de ver, un lacra de las supuestas democracias occidentales. ¿O no pasa lo mismo en otros lugares?. “Yo mantengo que nuestros representantes libremente elegidos no son ya libres al adoptar decisiones. Y lo decisivo no es la habitual disciplina de grupo parlamentario, para la que puede haber razones, sino el círculo de lobbistas e intereses diversos que limita, influye, presiona y fuerza su participación en la forma y el contenido de las leyes”. Por todo ello denuncia que la impotencia de la política hace que el ciudadano quede expuesto sin protección al dictado de la economía y que cada día se chantajee más a los trabajadores y empleados.
Pero con ser estas reflexiones importantes y tener muchos paralelismos con otras democracias consolidadas, hay otra parte del artículo que se centra en una cuestión para analizar profundamente. Cuando veo imágenes, cuando recuerdo vivencias del franquismo, me sorprende todavía como las masas que brazo en alto saludaban al dictador en la Plaza de Oriente, desparecieron en cuestión de poco tiempo. ¿Dónde estaban aquellos que vitoreaban al caudillo? Günter Grass habla de la retórica de la liberación del nazismo, De repente “había tantos antifascistas autodesignados que llevaban de pronto la voz cantante que había que preguntarse: ¿cómo pudo vencer Hitler una resistencia tan fuerte? Los chalecos con manchas eran lavados por procedimientos sumarios y se expedían los llamados ‘certificados de blanqueo’…Aunque desde la economía, pasando por la justicia, hasta las escuelas y universidades que pronto reanudaron la enseñanza, y luego hasta el servicio diplomático -¿y en donde no?-, muchos ex nacionalsocialistas conservaron sus posesiones heredadas, siguieron en su cargo, continuaron aferrados a su cátedra y prosiguieron pronto su carrera política”. Y eso que allí, se supone, que habían perdido la guerra.
Paralelismos, coincidencias, no creo en el azar.
Emilio Sales Almazán. Talavera.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 12 Mayo 2005.