Muy señor mío:
En tono desabrido, incluso con poca educación y menos caridad cristiana, algunos católicos no dudan en intentar taparnos la boca, negando nuestro derecho a criticar a su nuevo jefe, y exigiéndonos que les dejemos en paz. ¡Qué más quisiéramos nosotros! Pero a todos nos afecta ese hecho, y no es lo mismo un Juan XXIII que un Papa Borgia o Pío V. Y ese nuevo señor, más aún que a su antecesor, nos insulta cada día llamando falsas a nuestras creencias, perversas nuestras concepciones de la moral, y incita incluso a sus fieles a la desobediencia civil y cruzada contra aquellas conductas que no coinciden con la suya.
Yo no creía que podía llorar por la muerte de Juan Pablo II hasta que he visto en su trono, lanzando rayos y truenos, a «Benedicto» XVI (creído hasta en su nombre, que para mí no es tan bendito). Hemos caído de la sartén al fuego, y fuego eterno, por no estar de acuerdo con él, según sus partidarios, tan caritativos algunos de ellos que lamentan sólo no poder condenarnos también al fuego temporal al que condenaba antes su «Santo Oficio» (otro nombrecito de lo más propio) para salvar nuestras almas.
Alfonso Prada Cano. Madrid.
Cartas de los lectores. El Inconformista Digital.-
Incorporación – Redacción. Barcelona, 23 Abril 2005.