Muy señor mío:
Algunos esperaban que empezara ya en el Vaticano el, a la larga, inevitable ciclo histórico reequilibrador. Pero la elección de Ratzinger constituye una muy lógica e incluso agigantada continuidad con la trayectoria de Juan Pablo II, en una gran sintonía también con la evolución política mundial, correspondiendo en gran parte en su propia área a la elección del segundo Bush y, en particular, su segundo mandato, así como a la elección de Putin y su equipo de la KGB tras la caída del comunismo.
Nos encontramos, pues, de lleno en una época de especial predominio de los fuertes, de los unificadores, de la pureza ideológica, de las cruzadas. Prima hoy la seguridad, la disciplina, la jerarquía, y no puede ser de otro modo en un mundo en que las diferencias en el reparto de los bienes materiales y el poder político y militar es cada vez reconocidamente mayor, sin que se vea una posibilidad, ni remota, de invertir esa tendencia a esa creciente desigualdad. Son malos tiempos para la lírica, la mística, la libertad de expresión, el respeto a la diversidad cultural e ideológica de las minorías, el ecumenismo. Como en el resto de la sociedad, priman en la Iglesia católica las «ordenes militares» de nuevo cuño, combativas, conquistadoras, excluyentes, en plena armonía con el modo de ser, la espiritualidad el anterior y el nuevo jefe supremo de la misma.
Martín Sagrera Capdevila. Madrid.
Cartas de los lectores.
El Inconformista Digital.-
Incorporación – Redacción. Barcelona, 20 Abril 2005.