Woity – por Miguel Furlock

Yo tenía dieciséis años cuando le vi por primera vez. Ya saben, la típica escena en la tele estaba puesta y mi madre vociferando contra un hombre vestido de «iglesia» y ciertamente raro. Impresiones de adolescente, pero marcadas dentro de las sinapsis neuronales con un post-it indeleble.

Le volví a ver, otra vez en la televisión. Se hizo fuerte para sus paisanos, los polacos. Fueron primero los de Gdansk, con ese tipo rechoncho que a la postre resultó ser el líder del pueblo polaco. Como lucharon por Polonia, como se desintegró finalmente la URSS. Como luchamos todos por esa Polonia libre. Me caía mejor el Papa, la verdad que cada vez me caía mejor.

Luego no hubo nada de él en mucho tiempo. Lo aceché hace unas semanas cuando empezó mi vida y hasta el Papa en la sopa no me hubiera sacado de mis aventuras. Ahora, viendo esos documentales tan teñidos y totalmente equivocados a mi ver personal (no le hacen justicia, no vayan a pensar otra cosa) me doy cuenta de que al Papa Woityla * le faltan como 10 años, quizá más. De esos apenas se habla. Se ve al Woity fuerte y dando caña y luego se ve al mismo que ya no parece el mismo. Me refiero a que he descubierto que no me faltan sus años, sino que también vivió sus aventuras.

Yo no sé con qué tuvo que luchar Woityla para desaparecer de mi vista y la vista de los demás durante esa etapa. Ver como quedó me habla de sobra si quiero mirar. O quise mirar. La muerte tiene esa ventaja, que aunque no exista siempre siembra un tiempo de olvido y paz. Toda muerte percibida nos hace más viejos. Al morir el Papa, llego a superar su estancia en este mundo. Todos quienes le sobreviven. Todos nos hacemos más viejos… que él. Cada época tiene sus aceleradores de la vejez. Woityla, el Santo Padre fue el primero de una nueva-vieja serie. Nunca ningún Papa aceleró tanto nuestros relojes biológicos-eternos. Una estrella.

El mundo occidental católico está ahora en escena. Si en USA llegaron a elegir a un cowboy llamado Ronald Reagan como presidente, en 1978 el Vaticano había dado lecciones de ese tipo pero a lo grande. Mil millones de feligreses. Mejor que cualquier presidente, porque se los ganan los papas a pulso. Estos -nosotros- al menos, ya que Woityla arrasó.

No sé porque les cuento esto, pero se marcha Woityla y vendrá de aquí pocos días el nuevo Papa. Esta vez puede que vuelva a luchar contra el socialismo, puede que de nuevo se base en esa puesta de escena primera. Les salió perfectamente en la primera, y bajo un manto conservador debería funcionar aún mejor. Eso pensarán, especialmente desde el Opus, aún disgustados con ese repentino giro en contra del materialismo y el neoliberalismo del -en estos momentos expuesto y difunto- Santo Padre. Otro, más conservador tendrá que ocupar el lugar, el humo blanco de la Fumata anunciará una nueva elección de esa Europa que manda en el Vaticano. Es el poder eclesiástico español quien ahora demostrará todo su poder, lejos de parlamentos gobernados por aquellos que no confiesan de su fe.

Una situación irónica. Nunca un país habría pasado tan deprisa de una mano en otra para volver de nuevo pero bajo dueño directo. No hablo del Vaticano. Lo peor para Zapatero sería un Papa español. Un Papá cubano ya sería un golpe maestro. Uno centroamericano la elección del conflicto necesario. Uno brasileño la decisión acertada. Porque español tendrá que saber hablar o falar. Uno asiático demasiado exótico. En fin, un conservador con talante neoliberal, férreo enemigo del socialismo y del comunismo y a la par un renovado testaferro de la conexión con dios y el cielo. Quizá moreno… ¿no anunciaba Nostradamus a un Papa de tez oscura?

Para el comunista no hay religión que valga. Ninguna. Salvo la suya, pero que como es suya ya no es una religión. Se olvida el comunista que toda comuna militarizada es divisible en ligiones o como lo diríamos en buen castellano, en «legiones». Las Religiones son Legiones renovadas. El comunismo siempre tuvo a bien de machacar al pueblo con sus reformas expedidas por la doctrina o corriente que mandaba. Es una religión. Tiene de todo, incluso fanáticos. Pero no tiene Papa que enterrar. Por muchos mausoleos que construya.

Es afinado ese odio entre católicos y comunistas. Los rojos. Los púrpuras. Parecen fichas. La muerte de una de esas fichas es el mecanismo más visible. Cuando ocurre, todo el tablero comienza a vibrar, todo es posible. Todo puede pasar.

Yo vivo ahora en Andalucía. Es un lugar dónde debería haber ese fervor religioso que se le adscribe. Lo hay, claro. Lo hay de dos formatos. El que se ve y el que no se ve. Me quedo con el segundo, porque el primero es dejarse ver y ser visto. En Andalucía el poder eclesiástico se basa en el control de la burguesía y los triunfadores neoliberales para la buena causa. En el País Vasco es otro lenguaje y diferentes interlocutores que interesan a los obispos de allá. En Catalunya hay nuevas diferencias. En el fondo son ellos los que tienen un Papa y los demás solo las vidas de los demás. El valor de la vida de un Papa es incalculable. Es una superficha. Perdóname Woityla, sé que te estarás riendo.

Va y desaparece esa superficha durante unos largos años, presuntamente dedicada a cosas internas del Vaticano. Woityla siempre era muy hablador y se pasaba de la lengua a gusto. El actor buscando el peligro. Claro que lo encontró. Pocas veces he visto en mi vida a alguien tan decidido en lanzarse sobre el peligro. Caso típico de «no, no su señoría… fue la supuesta víctima que se lanzó 27 veces sobre mi cuchillo que casualmente llevaba en mi mano en ese instante…». Instantes de júbilo. Woityla buscaba el peligro, la muerte como pocos. No soy quien para criticar a este hombre en nada, pero entre hermanos diría que hasta cierta edad es admisible.

Ha sido el Papa que más loco ha vuelto a los servicios de seguridad, ya no solo del Vaticano. Si no ha muerto al menos en cincuenta ocasiones, es porque realmente era el Papa. Eso es algo que los budistas hace tiempo comprendieron. Lástima que la Iglesia Católica no se atreve a desvelar ese secreto. Lástima que el verdadero milagro es guardado bajo tanta llave. Pero alejaría demasiado al Papa de sus fieles servidores que poco más que iguales a los demás quedaran. Imposible. Un obispado es la minicorte, ¡no vamos a perderla Ramón!

No me gustaría estar ahora en Roma. Da miedo pensar en el mensaje de la marioneta terrorista. Cabrearía mucho. Separaría a un mundo de si mismo. Eso es lo torpe de la historia. Esa incapacidad de dejar que obre el milagro por si solo. El tener que practicar la circunferencia una y otra vez, en vez de esperar que el día ahuyente las sombras de círculos viciosos. Eso es lo torpe del asunto. El que tenemos a un milagro muerto, que murió obrando un milagro. Y que realmente así fue. Nunca en la historia un actor ha tenido tanto público, ni tan agradecido. Nunca un público había sido tan esperado.

El proceso de selección del nuevo Papa. Es quizá por primera vez que en millones de personas se les revuelve el estómago. Pensamos erróneamente que no se han dado cuenta lo irreemplazable que es Tío, como le llamaban sus alumnos en Cracovia. En aquellas épocas que un cura no podía hacer ninguna excursión con jóvenes. Él las hizo. No pueden elegir a otro tan deprisa y aún así, el vacío que deja Woityla parece ya insuperable.

Pienso seriamente que el Santo Padre se pasó. No de listo. Pero sí de esfuerzo. Hay muchos caminos para llegar a la iluminación, ser Papa es uno.

La cercanía de esa «muerte» nos demuestra que en la Televisión ya no saben que hacer y se rinden ante la evidencia de que el acto de fe de millones de personas es más importante que incluso el fútbol -su arma letal hasta hace pocos días- o el terrorismo y las guerras. A los políticos mostrarlos lo menos posible, que se automutilan en esas fechas hasta extremos irreparables.

Que importa si soy o no creyente, católico o protestante, musulmán, budista, animista… cuando puedo percibir la onda de choque que el momento de la transición del Papa entre lo físico y lo desconocido ha causado. Cuando pude sentir como se secó el aire, se calentó repentinamente y el viento de esa energía me obligó a tener que cerrar los ojos.

Lleva varios días en esa transición, su papel no terminó en cuanto dejó de latir el corazón. Cada día inunda a este planeta con su mensaje. No se trata de ser religioso, sino de ser sensible ante todo. Nadie se comporta en estos días como antes. Nadie sensible es capaz de concentrarse en lo cotidiano. Nos invade una inmensa tristeza, otras veces un estado lacónico, atormentado o de enfado. Incomprensión, confusión. Ese es el milagro. Woityla lo hace paso a paso. Aún ahora, mientras pasen centenares de miles por la Capilla Sixtina rendiéndole tributo. Nunca el último.

Sin pobres no habrá ricos. Sin ricos, tampoco habría pobres. Dejará de existir la pobreza, cuando el último pobre de espíritu haya dejado de desear ser rico. Sin pobres, no habrá iglesia que valga.

Bien nos podemos creer que nacemos para ser pobres y que es un gen, bien podemos pensar que ser rico es una lotería. Indistintamente nos podemos ocupar de los pobres o de los ricos. O dejar que ellos se ocupen de nosotros. Podemos darle a todo el mundo la atención que se merece. Contestar al máximo a las misivas que nos llegan. Apoyar con nuestros medios a cualquiera. Seamos ricos o pobres, al hacerlo dejamos de pertenecer a esos dos grupos. Podemos fallar, podemos actuar. Podemos ser payasos o cabrearnos con un arzobispo renegado. En otras como nuestras panorámicas de la vida.

Eso lo enseñó Woityla. Yo le he visto jugar a emo-emo ante decenas de miles de jóvenes. Con sonidos guturales. Relajado y en trance. Le he visto cagarse en los muertos de un Padre sandinista, le he visto bailar y le he visto haciendo de todo. Eso siendo Papa y precisamente siendo Papa. Que no al preservativo y rotundo no a la homosexualidad. Menudos batacazos. Pero aquí lo tenemos. Un Papa también comete graves errores o desaprovecha increíbles oportunidades. Al igual que yo y tú y ustedes.

Woity no era ni rico ni pobre. Podía haber sido el más pobre y puede que fuese el más rico. Lo que hizo fue sobrevivir. Eso es lo que el rico y el pobre no comprenden y el grado de desconocimiento aumenta la fatiga de los condenados. Se trata de sobrevivir. De poder llegar de una parte a otra. De hacer el menor daño posible en ese camino, de crear flexibles referencias. Hacerse rico o ser pobre es como mucho un detalle, vivirlo apasionadamente una clara falta de exigencia espiritual y cultural. El maldito cerebro, su insoportable dualidad y los procesos de inicio y fin que jamás deberían haberse visto así.

A eso hay que sobrevivir y el Santo Padre supo hacerlo de forma maratoniana. Bien visto, fue un Papa kamikaze.

Sus impactos han renovado al Vaticano. Ha muerto unas cuantas veces para poner en guardia hasta el último peón en la ahora sí bien engrasada maquinaria. Ha puesto a prueba el conector más grande del mundo con Dios hasta literalmente reventar. Un currante. Ha reactivado nodos y ha construido nuevos.

¿Más de quinientos Santos/Santas? Informatizados. Sistemas bancarios con representación en 198 países. Representaciones diplomáticas. La Santa Sede es hoy por hoy una superempresa. Ay Ramón, en Woityla encontraste el mejor defensor. Hay que vender la obra. La maquinaria de los viajes papales es una fuente de ingresos incalculable para el Vaticano. Obra del mejor actor. Apoyado por expertos.

El Opus financió las ideas «locas» de Woityla. A sabiendas financió la vida de un actor convertido en Papa. A sabiendas le apoyó desde España y más tarde USA. Le mantuvieron vivo el máximo tiempo posible. Eso habla de no tener sucesor.

Y que equivocados están. Siempre habrá sucesor. Woityla lo demostró ante toda la humanidad. No importa quien sea Papa o Rey. A Woityla lo reconocerá casi cualquiera. Sea carpintero o broker. Son actuaciones sobresalientes. No importa quien sea el siguiente. Cualquiera puede ser uno mismo en cualquier momento Y dejarse absorber por el mundo.

* Karol Wojtyla, el autor ha preferido utilizar la posición fonética en el artículo «Woityla».

Miguel Furlock. Sevilla.
Colaboración. El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 6 Abril 2005.