No hay servicio informativo, televisado, radiado o escrito que, día a día, no nos muestre las imágenes de un hombre, anciano, en una indudable ruina física, asomado a la ventana del despacho pontificio. Me parece la culminación soez de una clase eclesiástica que dirige los destinos de ese gran aparato económico, ideológico y manipulador de conciencias llamado Vaticano. Lo que se critica a unos dirigentes de otros estados, por su longeva permanencia al frente de sus respectivos gobiernos, se considera una heroicidad de un Papa moribundo, que se exhibe ante el arrobo de gentes que acuden a satisfacerse ante el dolor.
Que el principio de una hipótesis, por muy religiosa que sea, por mucho que se autodenomine la única y verdadera (todas las religiones dicen lo mismo), sea el sufrimiento y el dolor para alcanzar el cielo, a mi me inhabilita para creer en ella, pero en fin, cada uno con su tema.
El periodista y crítico de cine y televisión, Carlos Boyero, indicaba en su columna del lunes 28 algo de lo que comparto en su totalidad. Escribe: “Es terrible observar durante 12 minutos en una ventana del Vaticano a alguien que exhala agonía, cuya garganta sólo puede emitir sonidos inentendibles y lacerantes, la apoteosis de la impotencia. Es una imagen sádica, cruel y obscena, digna de una película de terror. Y tiene público, múltiples feligreses en la plaza de San Pedro que derraman inconsolables lágrimas ante el atroz crepúsculo de su icono mas venerado. Y te preguntas por la categoría moral de los integrantes de la curia vaticana que mueven los hilos de la marioneta y propician este espectáculo del horror. ¿Qué sentido tiene exhibir en público a un enfermo terminal y exhausto que merece el sagrado refugio de la privacidad y estar a solas con sus últimos y dolorosos suspiros, a quien le conviene esta farsa con pretensiones de solemnidad, cómo pueden hacer política los poderosos siervos del Señor con ése jefe que ya está privado de los mínimos recursos físicos y psíquicos para expresarse? Jamás he sentido la menor simpatía ni afinidad, pero si temor hacia éste Papa en posesión de infinita efectividad política y con el aura de las grandes estrellas del espectáculo, un hombre que utilizó inmejorablemente sus inmensas facultades de líder religioso y populista para defender principios y dogmas reaccionarios. Pero siento piedad hacia su calvario, a que traten de exprimir hasta el final su actual y compadecible figura”.
Como no sabía expresarlo mejor he tomado prestada esta definición de mi admirado Carlos. Los adjetivos se pueden ampliar, pero con la definición de obsceno, creo que puede valer. Añade: “La pornografía sentimental con los estertores del pastor del rebaño tiene capacidad para despertarme nauseas”. Los mismos que claman caridad cristiana la deniegan para con su máximo líder.
(Me pregunto qué diría Dios, en caso de existir, de estas líneas. Los sucesivos representantes de Dios, sin embargo, además de colaborar siempre con las dictaduras más sangrientas, han llevado a la hoguera a miles de personas por escribir reflexiones más inocuas, si cabe, que las aquí reproducidas).
Emilio Sales Almazán. Talavera.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 31 Marzo 2005.