Despiadada «piedad» – por Martín Sagrera

Señor director:
“Parirás (nacerás) y morirás con dolor”. En España quedan todavía pequeños, pero influyentes grupos talibanes que, como hacían abiertamente durante el Concilio Vaticano II, todavía rezan por la conversión del Papa, que creen ha traicionado la Cruz de Cristo. Porque, aunque con la prudencia y lentitud que le caracteriza, el Vaticano ha admitido hace muchas décadas, desde Pío XII, que no va contra el Génesis el parto sin dolor, ni la sedación a los enfermos terminales, penalidades consideradas en épocas menos civilizadas como justos castigos del pecado y salvadores sufrimientos para ganar el cielo.

Aquí, en efecto, las encuestas muestran que a los pacientes todavía se les hace sufrir mucho más que en otros países europeos. Víctimas aún de estos bárbaros fanáticos somos, pues, todos los españoles, católicos ilustrados, cristianos con amor al prójimo o laicos humanistas, si tenemos la desgracia de caer bajo las despiadadas “piadosas” garras de médicos sectarios, jueces rígidos o políticos manipuladores. Ellos, como, contra la opinión de la mayoría de su mismo país, ha hecho Bush estos días en Estados Unidos, intentan forzar las leyes hasta para impedir que descanse en paz una enferma incurable entubada hace quince años, Schiavo; esclava, sí, de la tiranía ideológica integrista ajena; sin que le importe a ese político fasiráico ordenar y sostener con mentiras y bajos intereses políticos y económicos una guerra que ya ha provocado cien mil muertos en Iraq.

En España, tenemos estos días la funesta intervención de las autoridades de un PP que –contra la opinión de sus mismos votantes- no dudó en votar unánimemente y seguir sosteniendo ese genocidio iraquí, pero que, por delación anónima, tras una investigación anormalmente rápida, y sin dar los resultados de completos de ese estudio, como debe hacerlo por ley, ha destituido en un hospital madrileño a quienes sedaban a enfermos terminales conforme a los protocolos establecidos cuando no estaban ellos o sus familiares en condiciones de decidir personalmente. ¿Qué nos espera a los demás españoles si caemos en manos de esos poderosos grupitos de fanáticos, que no nos dejan ni vivir ni morir sin dolor, si no reaccionamos ya contra tales tropelías?

Martín Sagrera Capdevila. Madrid.

Cartas de los lectores.
El Inconformista Digital.-

Incorporación – Redacción. Barcelona, 24 Marzo 2005.