rebosantes de vida
microscópica
multicolor
disimulada entre restos orgánicos.
Otros, no pasan de FANGO,
El pringue todo lo ocupa
y allí no hay quién viva.
Cuando uno se detiene un poco a pensar en el desarrollo de su vida, sus preocupaciones, quehaceres, logros o fracasos, estaremos de acuerdo en atribuirle a cada vida una labor exigente. ¡Tantas cosas, tantas complicaciones! Las tantas idas y revueltas del fabulista Iriarte. Finalmente, con un mucho de tenacidad y ligeros de escrúpulos, íbamos situando nuestra carrocería humana en ámbitos o situaciones personales. En una palabra, cada uno cultivaba su planta y esta venía a representar un resultado final. Con más o menos laboriosidad, con porcentajes diversos de abono, pero con un resultado nítido. ¡He aquí dónde llegué!
El punto de partida y la meta alcanzada eran claros. Quizá por tratarse de vidas más sosegadas, sin tantos avances, con menos ruído. Aparentemente conocía uno su sitio, en la enseñanza, en la familia, en la vida. ¿Qué pasa ahora? Las simplificaciones siempre serán difíciles.
Poco a poco y a fuerza de serios tropezones, abusos y moratones, se fueron desenmascarando verdades de pocos vuelos, imposiciones reglamentaristas, oráculos del poder o mil maneras de tiranizar a los de abajo. Demasiadas veces la claridad aludida no era otra cosa que una despiadada suplantacion de personalidades. Mil rayos de vivos colores, representaban formas crueles de tiranía.
Lo tremendo viene a continuación. Sí, las cosas adelantaron una barbaridad, se trata del bárbaro adelanto que nos va entonteciendo. Nos va el vértigo implícito en el carrusel multicolor, pero con un solo eje, colocado siempre por los mismos. Esto ya no es casualidad. Lejos de mejorar como humanos, únicamente engrandecemos el carrusel.
Aquella planta que pretendíamos cultivar va encontrando impedimentos. ¿Quién condicionará a los científicos? Su erudición y tretas no se caracterizan por asumir las limitaciones parlamentarias. ¿Los medios de comunicación? No pueden servir habitualmente de apoyos fiables. ¿Ámbitos eclesiales? Tienden a trabajar menos sus esencias, absorbidos por sus dirigismos; quizá tratan más marcar a los demás la conducta a seguir, olvidándose de esclarecer su mensaje. ¿Y los silencios? Son multitud las situaciones desdeñadas a la hora de informar, con intereses subyacentes sin lugar a dudas. En ámbitos artísticos o culturales es frecuente observar parafernalias que recuerdan personajes de Velázquez, meninas y …bufones del palacio de turno.
En semejante berenjenal detectaremos posturas de toda laya. Mas no seremos tan incautos o exigentes para pedir a nadie actitudes heroicas, seria necesaria para mantener una mínima presencia digna y consecuente.
Hemos pasado del cultivo personal a una desintegración, un humus homogéneo que todo lo cubre. Hasta la pueden salpicar a uno las cenizas de algún personaje conspicuo, con cohetes, desde el espacio o desde la procedencia más insospechada.
Con ser importante, nos quedamos en humus y no llegamos a plantas, aún sería tolerable con un mínimo de tranquilidad. Si se tratara de un humus más apacible, menos agresivo. El riesgo adquiere proporciones de auténtico dinosaurio cuando apreciamos la anulación de las gentes más sencillas -otra forma de peste-, buen caldo de cultivo para las apisonadoras sociales -J.P. Stern hablaba del humus del nazismo-.
¿Cualidades dice Vd? «Palabras como ética o libertad no significan nada; es decir, no enuncian nada que esté en la realidad… y esa creencia ha producido ya demasiados desastres en el pasado» escribe José Jiménez Lozano en su abecedario.
¿Podremos encontrar registros para nuevas reactivaciones? ¿Acaso nos complacen estos funcionamientos tan cotidianos? Esperamos demasiado de las estructuras, siempre vemos fuera de nosotros al responsable.
Y las respuestas son muy tozudas, sólo pueden salir desde las personas, libres, activas, cultivadas, solidarias, con una añorada intransigencia que está por llegar.
¿Podrá convertirse de nuevo el humus en fuente de una vida de mejor nivel?
De momento nos limitaremos a observar esa serie de despropósitos, tan habitual y prolífica, tan expresiva del peor HUMUS HORRIPILANTE que pudiéramos diseñar. Otra vez superamos a la ficción, en eso si somos tenaces, nos recreamos en mantener esos medioambientes deleznables.
Rafael Pérez Ortolá. Vitoria.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 9 Marzo 2005.