Bolivia: Gas o autonomía – por Ricardo Ballón

El Presidente Mesa en el momento más crítico de su mandato, cómo él mismo señala, está a punto de escribir la historia actual de Bolivia con una nueva desmembración del territorio nacional. Las ideas federalistas en el pasado enajenaron el territorio del Acre por intereses económicos sobre el caucho. Hoy la historia está a punto de repetirse bajo el nombre de “autonomías departamentales”, movidas por la misma mano negra del mercado y su interés actual en el gas natural.

El gobierno de Sanchez de Lozada diseñó un plan para la comercialización del gas natural boliviano, a través de los puertos chilenos con destino al mercado estadounidense. Se calculó un costo de alrededor de 5.2 billones de dólares. Las empresas que participaban en el negocio eran: Repsol/YPF, British Gas, Pan American Energy, Petrobras y otras. La experiencia muestra a Bolivia su escaso beneficio. Bolivia exportando al Brasil 1.2 billones de dólares de gas natural recibe un ingreso de 90 millones de dólares; diferencia que muestra los vicios de las negociaciones y contratos.

La “Guerra del Gas” derroca a Sanchez de Lozada, y hace presidente a Carlos Mesa, a un costo de más de ochenta muertos, viene con una agenda concreta, la Agenda de Octubre, que plantea la defensa de los recursos naturales y una nueva Ley de Hidrocarburos, basada en la revisión de contratos y la revocación de leyes viciadas sobre privatizaciones e inversiones extranjeras. Demanda un cambio en el sistema político que posibilite la participación ciudadana en el Estado, a través de una Asamblea Constituyente que le dé legalidad. Este proceso está interrumpido por la llamada agenda de Enero, maniobrada por logias extranjeras, intereses empresariales nacionales e internacionales, que demanda autonomías departamentales para la libre negociación del gas natural y otros recursos naturales no renovables de Bolivia.

El primer error del gobierno es la ejecución de una consulta popular con preguntas ambiguas que permiten ganar tiempo a empresarios nacionales y extranjeros con interpretaciones sesgadas de los resultados. El segundo error de Mesa es aceptar la presión de los organismos internacionales y elevar los precios de los carburantes, afectando la economía de una población sumida en la pobreza y la desocupación. Condiciones que permiten a las oligarquías locales liderizar el rechazo a las medidas y desviar el conflicto hacia planteamientos de autonomía que les garantizan el usufructo del gas natural como de los demás recursos naturales.

Mesa que ingresó a la Presidencia con un masivo apoyo popular, recurre al dialogo y a la retórica, sin un plan de gobierno concreto. Sus cambios y vacilaciones, y el abuso de estas herramientas, han dado paso al surgimiento de presiones de toda índole, que de acuerdo a su magnitud, han impuesto nuevas agendas, y hoy amenazan con desmembrar el país. Por presiones de organismos internacionales, al finalizar el pasado año, Mesa decreta el alza de precios de los carburantes, en un país con casi un millón de desocupados, donde muchas familias sobreviven con un dólar al día. Esta medida sirve de detonante y hace explotar una convulsión social generalizada en todo el territorio boliviano, por lo que el gobierno recula y se ve obligado a rebajar los precio de los carburantes, y resulta enfrentado al planteamiento de “autonomía” departamental esgrimido por las logias árabes, germanas, eslavas y otras asentadas en el oriente boliviano bajo el rótulo de “nación camba”.

El problema central de Bolivia es que posee gas natural, elemento de gran demanda e interés para los países vecinos, para las multinacionales que operan en el país y para las oligarquías locales que desean beneficiarse con su comercialización.

Argentina requiere más gas por su demanda interna, Chile compra gas de Argentina, pero se ha visto afectada por los recortes de venta debido a la imposibilidad de oferta Argentina. Brasil explota el gas boliviano a través de Petrobras, su empresa estatal no privatizada de hidrocarburos, bajo muchos contratos viciados con los anteriores gobiernos bolivianos. Empresas petroleras multinacionales presionan a sus embajadas y éstas a su vez presionan al gobierno boliviano para que no se revisen los contratos y menos se cambien las leyes de explotación de hidrocarburos bajo el rótulo de seguridad jurídica.

La agenda de “Octubre” planteada por los sectores populares postula la defensa de los recursos naturales, hoy está eclipsada con la agenda de Enero planteada por las logias oligarcas que demanda la “autonomía” departamental. El Gobierno de Mesa debe definir si prioriza la elaboración de una nueva constitución y en ésta una reglamentación para la explotación de los recursos naturales, con una ley de hidrocarburos clara y concreta, (proyecto estancado en el parlamento), o prioriza y cede al proyecto autonomista teniendo después que ceder a todas las presiones hasta ceder el territorio nacional con sus recursos y riquezas.

El gas es el tema imflamable que combustiona Bolivia y puede quemar su mapa y su integridad. Pasó con Colombia y la provincia, en aquel entonces, de Panamá.

Ricardo Ballón. Baltimore. Maryland, EEUU.
Colaboración. El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 2 Marzo 2005.