Pandillas, la Cara Jóven del Siglo XXI – por Ricardo Ballón

El futuro de la humanidad siempre ha estado en manos de los jóvenes. La juventud por su fuerza y rebeldía, a lo largo de la historia, es el principal sujeto de los grandes cambios y la identidad de cada época. Su visión limpia y su reacción natural frente a los hechos le confieren autenticidad a sus actos y expresiones. ¿Qué mundo les estamos ofreciendo? Una aldea global con pocos amos y señores y una inmensa mayoría de hambrientos y villanos.

La civilización hegemónica de occidente ha ingresado en un oscurantismo de neón, a media luz, donde danzan la mediocridad y el cinismo. Una civilización de sacrificios humanos carente de liturgia, una superproducción de miserables, una superproducción de crimenes sin castigo, una civilización que se aleja del ser humano, llegando a Marte o invadiendo Saturno, muy lejos del cálido sol de cada día.

El escenario “democrático” que se ofrece a la juventud, es una estructura que ha degenerado en timocracia, sistema donde no manda lo moral ni lo espiritual, manda la competencia y la fuerza, basada no en la paz de la razón, sino en la rapidez de la acción práctica cargada de astucia, propia del espíritu ambicioso que produce más hechos para la guerra que para la paz, de talento práctico, hábil e ingenioso. El objetivo es la ganancia económica, defiende por lo tanto la propiedad privada y el enriquecimiento oculto y desmesurado. El poder del Estado es más visto como poder que como Estado, y ese poder es el suyo. Este sistema ha degenerado en muchos países llamados del tercer mundo en sistemas dominados por la Oligarquía, vigencia del poder de los adinerados. El estado no es administrado según la naturaleza de las cosas; obedece a intereses mercantiles, intereses explotadores y logreros, quienes sustituyen a los competentes y especializados, imponiendo su aparente sabiduría y evidente mediocridad, transformando las arenas políticas en campos de cazería de puestos bien retribuídos, sometiendo a la polis y al Estado a la miseria al primero e impotencia al segundo. Es la instancia donde se imponen las guerras y sus maquinarias de destrucción que impiden la reflexión e impiden la visión y reconocimiento de la Tiranía que comienza a imperar como consecuencia lógica de la descomposición del sistema. (Platón, Atenas año 427 A.C. libro La República).

Las pandillas siempre han existido en las grandes urbes, donde el centro comercial es el lugar de afluencia, o en las plazas de las ciudades pequeñas, o en la esquina del barrio de los pueblos chicos que también es y ha sido una romántica alternativa para juntar a los jovenes y éstos planear sueños y travesuras.

Pero la aldea global ha cambiado el paisaje y a los paises, aves y sueños han volado, y miles de seres humanos migran cargando necesidades, buscando esperanzas en los escombros de las grandes metrópolis, tropezando con las barreras raciales, culturales, idiomáticas o cayendo en el abismo del rechazo o la arrogante indiferencia del sueño hecho pesadilla.

El mundo que hoy día se ofrece a los jóvenes, es un mundo globalizado y comercial, donde los valores se han trastocado en precios y los esfuerzos en costos. Un mundo saturado de mercancías y desocupados, un mundo maquillado por las marcas de linea que muestran la diferencia de la arrogancia y la miseria, un mundo que seduce con desnudos, mientras otros apenas se cubren con arapos.

Si en el siglo XX los jóvenes eran tentados por las utopías censuradas, en este siglo solo tienta el poder del dinero.

El mundo desarrollado recorre el ciber espacio, de la luna a marte, de marte a saturno, cada vez más lejos del hombre. Las estadísticas cubren los horrores del planenta tierra con pequeños márgenes de error, lo que debería ser asombro y reflexión es solo cifra e información.

Y las pandillas juveniles asustan, han pasado de la esquina del barrio a recorrer el telón de la nueva aldea global.

Entre todos estamos dibujando su terrorifico rostro criminal. La prensa o las empresas comercializadoras de noticias venden lo sensacional de estos vándalos, venden al por mayor y al detalle la violencia callejera.

La policia nunca fué una solución a la delincuencia, es la misma que persigue a sus padres trabajadores e indocumentados.

La gran empresa comercial que brinda trabajo, no cede un segundo a bajo costo para la atención del hogar, la gente pasa en la fuente de trabajo la mayor parte de su tiempo, olvidando todo, Dios incluido, por que tambien se trabaja el séptimo día, y el pan de cada día señala las sillas vacias de los padres ausentes de todo el día.

Mientras la pantalla se desangra, juegos electrónicos matan y eliminan, la vitrina ajena se desnuda. El mundo se sorprende, miles de miles de jóvenes pandilleros venden drogas, roban, matan, violan y siembran el terror en la aldea global como una sola familia sensacional, moderna y de espiritu transnacional.

Ricardo Ballón. Baltimore. Maryland, EEUU.
Colaboración. El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 27 Febrero 2005.