¿Kioto o Uppsala? / II – por Pedro Prieto

Segunda parte de ¿Kioto o Uppsala?. Nos adentramos en los limites que tiene nuestro planeta para abastecer de combustibles fósiles a la actual y creciente demanda , mostrando el agotamiento de los principales yacimientos, y el descenso de nuevos descubrimientos.

Cambio Climático y el fin de los combustibles fósiles
¿Kioto o Uppsala? – por Pedro Prieto (Parte II)

Surge la ASPO y muestra los límites

La Asociación para el estudio del cenit del petróleo y el gas (en inglés The Association for the Study of Peak Oil and Gas), conocida como la ASPO (*3), es una organización de geólogos y científicos, con reconocido prestigio en universidades e instituciones, que lleva ya cuatro años advirtiendo que nos acercamos al cenit de la producción mundial de petróleo. Vaticinan que se producirá entre ahora mismo y el año 2008 y señalan que esta situación representará un giro radical para las formas de vida en el planeta y para el modelo de consumo industrial y capitalista, que tendrá efectos tremendos sobre el conjunto de la población mundial.

Las entidades mundiales del sector consideran con respeto sus estudios sobre los campos petrolíferos, basados en el principio de la curva de Hubbert, la cual señala que todo pozo de petróleo o gas o todo recurso finito y en general no renovable que existe en la corteza terrestre pasa por una curva de producción en forma de campana, desde que el pozo o yacimiento se descubre y comienza su explotación hasta llegar a un cenit, tras lo cual empieza a descender inexorablemente hacia su agotamiento final.

Señalan, además, que la primera parte de la curva, la ascendente, es la que recoge los mejores y más fáciles recursos: los que se encuentran con mayor presión, los más grandes, los más superficiales, los de mejor calidad. Y, dado que a la segunda parte de la curva le quedan los peores restos, predicen que la caída por la pendiente derecha de la curva será doblemente difícil.

La ASPO publica un boletín mensual de libre acceso y lectura, que se edita en inglés en www.asponews.org y que la revista Crisis Energética se encarga de traducir al español en www.crisisenergetica.org.

El boletín siempre publica la curva de producción de petróleo mundial, desde comienzos de este siglo hasta la fecha, y la predicción para los próximos años. Esta curva se ha ido modificando ligeramente porque, según admiten, se basan en los datos aportados por gobiernos de países productores y de las grandes multinacionales que explotan los yacimientos en muchos países, pero reconocen que la mayoría de las veces dichas informaciones no suelen ser muy fiables.

Utilizan un sistema de estudio de pozos que ya han sufrido el agotamiento y han tenido que cerrar (más de cien mil) y todos presentan curvas más o menos en forma de campana. Y utilizan los datos de las reservas probadas declaradas que aportan los gobiernos de países productores y las grandes multinacionales del sector. La cifra que manejan es de unas reservas probadas mundiales de en torno a dos billones (europeos, es decir, la unidad seguida de doce ceros) de barriles de petróleo, de los cuales es bien sabido que hemos consumido ya la mitad. En esta evaluación, con uno o dos cientos de miles de millones por arriba o por abajo, coinciden, por ejemplo, con la British Petroleum.

La suma de pozos ofrece el perfil de un yacimiento o campo petrolífero determinado, que también resulta ser en forma de campana sumatoria de los pozos individuales. La suma de yacimientos y campos de un país da la curva de un país y también resulta ser en forma de campana.

Y la suma de las curvas de los países productores del mundo da también una forma de curva de campana para el mundo. Es ésta:

Entrando en el detalle que ofrecen las grandes agencias del mundo de la energía, resulta innegable que cerca de cincuenta países productores, algunos de ellos muy importantes, ya han entrado en el declive irreversible de sus producciones y están extrayendo cada año menos que el anterior.

En cuanto a los grandes grupos, resulta también revelador y aterrador que EE.UU., que en su día fue el mayor productor y exportador mundial (véase el gráfico anterior), se encuentra hoy en franco declive, con más del 80% de sus reservas conocidas ya consumidas y sin que el más del millón de perforaciones realizadas en el país, su impresionante y todopoderosa tecnología y su cuasi ilimitada capacidad financiera e innovadora, hayan podido evitar que hoy tenga que importar el 65% de lo que consume, a pesar del empuje salvador de Alaska, como última frontera, cuyos campos ya están también en declive. Tal como se suele decir, de donde no hay no se puede sacar. Punto y final.

Pero es que Europa, cuya producción recae fundamentalmente en Noruega y el Reino Unido en el Mar del Norte, ya entró en declive en 1999 y 2000 y, cuando se llega a tal punto, la velocidad de caída suele ser de entre el 4 y el 6% anual; caída más vertiginosa y abismal cuanto más se intenta retrasar la llegada del cenit sobreexplotando los recursos existentes. Rusia, el gigante que despierta de nuevo, también ha pasado el cenit de producción.

Quedan apenas algunos (no todos) gigantes del golfo Pérsico por llegar al cenit, aunque las últimas noticias sobre la todopoderosa Arabia Saudita, gran reserva de Occidente– en el sentido literal de la expresión– parecen indicar que su capacidad de hacer de comodín para compensar la caída de los demás países productores está dejando a muchos con el gozo en el gigantesco pozo de Gahwar, el mayor del mundo, que empieza a hacer aguas– también en el sentido literal de la palabra– por las cantidades crecientes de ese líquido que se le deben que inyectar para extraer un porcentaje cada vez menor de petróleo con respecto del agua (*4).

¿Cuánto petróleo queda?

La clave reside en lo que queda por descubrir. Los científicos de la ASPO aseguran que el estado de las exploraciones en todo el planeta, incluidos los hielos árticos y las profundidades marinas hasta dos mil metros de lámina de agua, no dan para mucho optimismo y han calculado, sobre la base a su larga experiencia, que más del 90% del petróleo mundial ya está descubierto.

La Agencia Internacional de la Energía y, sobre todo, el United States Geological Survey (USGS) son de la opinión de que, jugando con factores tales como la mejora del factor o tasa de recuperación de los yacimientos existentes (del 30% que conocen Colin J. Campbell y demás científicos de ASPO, al 40 o 50%), junto con el invento del «crecimiento de reservas» (que no es otra cosa que especular con que los primeros descubrimientos se midieron de forma conservadora y, ahora, al extraerlo, aparece algo más de lo esperado, por lo que se espera descubrir bastante más de lo que opina la ASPO), se podría llegar a unos 3 billones de barriles de petróleo de reservas totales mundiales.

En cualquier caso, aducen los científicos de la ASPO, eso sería engordar para morir igualmente. El cenit de la producción mundial apenas se retrasaría desde 2005-2008 hasta 2017-2025, pero dejando al mundo al borde del precipicio de caída, con un consumo de unos 100-120 millones de barriles diarios, en comparación con los 82 millones de barriles diarios del consumo actual.

Lo cierto es que la situación es enormemente compleja y delicada, ya que el petróleo, con un consumo mundial anual de unos 30.000 millones de barriles, representa el 40% de la energía primaria y que más del 90% del transporte mundial, esencial para el sostenimiento de la vida moderna, se realiza con este combustible, que no tiene reemplazo para esas funciones esenciales.

Frente a la actitud de «ancha es Castilla» de la AIE y el USGS, la ASPO advierte, además, que unos 250.000 millones de barriles de reservas probadas con las que contamos pueden estar falseadas, y ello debido a las mentiras de los productores de la OPEP en los años ochenta, cuando incrementaron de repente, en un par de reuniones, sus reservas probadas en esa cantidad, sin que sus declaraciones de aumento estuviesen apoyadas por exploraciones o descubrimientos geológicos, sino más bien por la codicia de aumentar sus cuotas respectivas de producción en la OPEP, que se asignaban en función de las reservas declaradas. Eso contrarrestaría con creces los pretendidos «crecimientos de reservas» de libro que esperan obtener la AIE y el USGS.

El descenso de descubrimientos «canta»

Por último, las esperanzas de la AIE y el USGS de descubrir más petróleo están en serio compromiso si se analizan los descubrimientos de yacimientos en los últimos años, que en cada periodo anual no alcanzan ni a la cuarta parte de lo que se consume. En 2003 y 2004, ni siquiera recuperaron la inversión en exploración, con el petróleo descubierto puesto a los altos precios que alcanzó. Y siguen bajando tan espectacularmente que las principales multinacionales del sector están cerrando sus divisiones de exploración para comprar otras empresas con reservas, como único método de aumentar éstas. Los gobiernos de países productores ya no saben qué hacer para atraer inversores que quieran explorar. Incluso con las lujosas vacaciones fiscales que les conceden por hacerlo, no encuentran quien quiera embarcarse en estos cruceros.

El siguiente gráfico muestra la dura realidad de la caída de los descubrimientos de nuevos yacimientos y no hace más que dar la razón a la ASPO frente a los optimistas.

Vértigo y mal de altura

Y, ante esta irrefutable realidad, ¿qué hacen gobiernos, productores y consumidores, las instituciones mundiales dedicadas a la energía y las grandes multinacionales? Pues ignorar que están al borde del abismo y negar la inexorable caída. Aplican la técnica del engaño de las masas. Si se toman los datos de la AIE de su World Energy Outlook de 2004 (el gráfico a continuación), está claro que una institución tan cargada de científicos como ésa está esperando que se produzca un milagro, con el desarrollo de sus optimistas reservas existentes (en azul oscuro), recuperaciones de los mismos campos (en verde), petróleo no convencional –en aguas profundas, polares, pesados de arenas o pizarras, etc.– (en amarillo) y, por fin, los más que improbables nuevos descubrimientos (en rojo).

Pero da lo mismo si se toman los datos, por ejemplo, de ExxonMobil (*5) en su Informe sobre las tendencias energéticas, emisiones de efecto invernadero y energías alternativas:

Por primera vez esta multinacional se ha atrevido a mirar al vacío al que se enfrenta (si bien por una de las claraboyas laterales de su enorme trasatlántico). Sin renunciar, claro está, a que el mundo siga creciendo y consumiendo cada vez más, es decir, sin intentar cambiar el sacrosanto modelo económico de crecimiento infinito, por primera vez describe –en verde– los límites inexorables de la producción con las reservas existentes y, en rojo, la nueva producción que sería necesario conseguir para mantener el milagro del crecimiento infinito, sin especificar de dónde podrá salir esa fuente de toda salvación, a la que tan mal acompañan los hechos de la gráfica de los descubrimientos reales que acabamos de ver.

Por su parte, British Petroleum, que tiene publicadas algunas de las mejores estadísticas sobre energía en el mundo, llega a la misma conclusión que los científicos de la ASPO sobre lo que queda de reservas (más o menos lo mismo que las ya quemadas), pero utiliza la muy poco profesional excusa de dividir las reservas que quedan por el consumo actual anual, para concluir que queda petróleo para unos 40 años, al ritmo de consumo actual.

Esta es una gran falacia técnica y ellos lo saben. Sin embargo, se sienten impotentes para asomarse al vacío que viene después de todo cenit. Saben que toda producción de pozo, yacimiento, región o país nunca es plana hasta consumir la última gota de petróleo. Saben perfectamente que es una curva en forma de campana y que ahora toca la parte derecha de la curva de caída; saben que habrá para más de 40 años de petróleo, pero también saben que las extracciones serán cada día menores a partir de muy pronto, pero lo ignoran intencionadamente para no tener que dibujar la terrible pendiente por la que su trineo Rosebud se desplazará hacia la nada.

(*3) The Association for the Study of Peak Oil and Gas, ASPO – enlace
(*4) El banquero de inversiones estadounidense, Matt Simmons, ex asesor de George W. Bush en materia energética, acaba de asegurar a Adam Porter, corresponsal de Al Jazeera, que es muy posible que Arabia Saudita haya llegado al cenit de su producción petrolífera y que puede que Irán, también. Véase en Aljazeera enlace
(*5) Informe sobre las tendencias energéticas, emisiones de efecto invernadero y energías alternativas, ExxonMobil – enlace

Pedro Prieto Pérez. Madrid.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 26 Febrero 2005.