Los últimos testimonios prestados, algunos de ellos presenciales y otros por video-conferencia en el juicio contra Scilingo, han realizado un lacerante recorrido por los diversos centros clandestinos de detención controlados por las diferentes fuerzas armadas, una veces en forma conjunta y otras como territorios privados.
Los lager en Argentina. La macabra ironía de los nombres de algunos de ellos también recuerda la manipulación de las palabras que el nazismo tanto desarrolló, tanto es así que la radio por medio de la cuál Adolf Hitler transmitía a toda la Europa ocupada, se llamaba Radio Libertad.
En la sala del tribunal, por momentos parece un juego de adivinación que transcurre en las pantallas de video-conferencia, de dónde viene la voz, la imagen, el congelamiento de las imágenes, las voces entrecortadas, las interferencias sonoras… Algunas son sin ninguna duda, técnicas, otras y también sin ninguna duda, provienen y sobreviven desde y por las emociones. Parecen recuperar: las hermosas palabras de nuestra lucha ideológica y política no se enferman y se fatigan por sí mismas, sino por el mal uso que les dan nuestros enemigos y el que, en muchas circunstancias, les damos nosotros. (Julio Cortázar). Y entonces la libertad de los supervivientes transmite en todas las frecuencias.
Margarita Cruz, integrante de la Asociación de Ex Detenidos – Desaparecidos y sobreviviente de la Escuelita de Famaillá en la provincia norteña de Tucumán. Margarita Cruz indicó que durante dos meses en 1975 fue torturada con picana, violada e incluso colgada de un helicóptero antes del simulacro de fusilamiento que antecedió a su liberación.
Enrique Rodríguez Larreta, periodista de nacionalidad uruguaya, relató que fue secuestrado en Buenos Aires en julio de 1976 y que junto a su hijo y su nuera, fueron llevados hasta «Automotores Orletti», un centro de detención en el que fueron torturados e interrogados por militares uruguayos, antes de ser trasladados a ese país. A este campo de concentración eran llevados prisioneros de otras nacionalidades, uruguayos, paraguayos, chilenos, bolivianos, peruanos, además de argentinos. Rodríguez Larreta fue determinante en la identificación de la menor Carla Rutilo Artés que con tan sólo 9 meses fue llevada desde Bolivia a dicho campo. La conexión represiva de las distintas dictaduras en el cono sur americano conocida como el Plan Cóndor tuvo en este centro clandestino un punto operacional determinante.
Maria Silvia Bucci, tenía 16 años cuando fue secuestrada en su casa y en presencia de sus padres, y conducida al centro clandestino de detención denominado La Cacha, ubicado en una antigua planta transmisora de Radio Provincia en las afueras de la ciudad de La Plata. Dicho campo se encontraba bajo el denominado circuito Camps, que junto a Arana y la Brigada de Investigaciones de La Plata, indicaba el control de dicho general sobre estos centros clandestinos.
Jorge Watts, sobreviviente de Vesubio, campo de concentración ubicado en la ciudad de Buenos Aires, en un predio perteneciente al Servicio Penitenciario Federal, fue utilizado como lugar de secuestro y tortura desde agosto de 1975 y a partir del 24 de marzo de 1976 fue comandado por el Primer Cuerpo de Ejército; funcionó hasta octubre de 1978 ya que fue demolido antes de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Dicho centro fue utilizado por los grupos de tareas de las distintas fuerzas armadas. En el mismo había profusión de símbolos nazis, y los prisioneros sufrían las amenazas de presenciar las torturas a familiares, como fue el caso lacerante de Pablo Miguens de tan sólo 12 años, que continúa desaparecido.
Lidia Esther Biscarte, sobreviviente de la Comisaría y Prefectura de Zárate, El Muratore (un barco utilizado como centro de torturas), El Tolueno (Campana) y Tigre, todos de la provincia de Buenos Aires; fue secuestrada el 27 de marzo de 1976, torturada, violada, estaqueada (atada de pies y manos en forma de cruz). Debido a las tremendas torturas padecidas, tuvo graves lesiones en las piernas quedándole una de ellas más corta, además de quemaduras en las plantas de los pies. Fue inyectada en varias ocasiones, y en el barco Muratore fue depositada junto a una gran cantidad de cadáveres. En una oportunidad un médico le espetó que ‘Dios mandaba la tortura’, y le frotó sus llagas con jabón de lavar la ropa en polvo, provocándole terribles dolores y una gran infección. Ya en la cárcel de Villa Devoto estuvo 1 año y 4 meses en una silla de ruedas.
La señora Biscarte, trabajadora de la limpieza y afiliada a la U.C.R (Unión Cívica Radical, partido de Raúl Alfonsín) terminó su testimonio con voz quebrada, “que a pesar de tanto dolor y barbarie, estamos en pie y pedimos justicia”.
Stella Maris Vallejo, fue secuestrada en Coronda, Provincia de Santa Fé, y trasladada de la Comisaría en que estaban a la Guardia de Infantería Reforzada, permaneciendo un año en el centro clandestino denominado La Casita. Fue torturada, violada y sufrió simulacros de fusilamientos. En dicho campo de concentración, además de mujeres embarazadas que tuvieron a sus hijos allí, había también menores de 12, 13, 14 y 15 años.
Juan Eduardo Lenscak, sobreviviente de los centros clandestinos de detención de Regimiento de Infantería Monte 29 y Destacamento Policial o La Escuelita en la provincia de Formosa. Fue secuestrado el 19 de noviembre de 1975 y durante más de dos años fue trasladado a los campos de concentración señalados y establecidos en la provincia norteña de Formosa. Además del doloroso relato de torturas, relató dos hechos especiales, uno de ellos que fue en la única provincia argentina en que la iglesia católica repudió la represión al campesinado formoseño realizando una huelga de iglesias cerradas a los represores. El obispo que la encabezara el P.Devod, fue expulsado de la nunciatura. El otro hecho es que las tierras que los militares despojaron a los campesinos en 1976, al día de hoy no les han sido restituidas.
Eduardo Hidalgo, sobreviviente de La Escuelita de Bahía Blanca, extremo sur de la provincia de Buenos Aires. Dicho campo de concentración estaba cercano a la sede del comando Vº del Ejército de Tierra; inicialmente se estableció en una construcción antigua, pero a medida que aumentaban los prisioneros secuestrados, fueron construyendo pequeños barracones hasta utilizar el edificio de una vieja escuela, que dio nombre a dicho centro clandestino de detención. Eduardo fue secuestrado en agosto de 1976, fue interrogado bajo torturas por el paradero de su hermano Daniel quien había tenido una actividad relevante en el movimiento estudiantil durante 1975. Al cabo de unos días fue liberado previo traspaso de una propiedad inmobiliaria. En noviembre de 1976 es nuevamente secuestrado y sus padres detenidos, en esta oportunidad además de las habituales torturas es colocado en un cepo previo simulacro de fusilamiento. En esas condiciones le comunican que su hermano y su esposa embarazada habían sido abatidos.
Héctor Ratto, sobreviviente de Campo de Mayo; este centro fue el mayor lugar ilegal de detención en la jurisdicción del Iº Cuerpo del Ejército. Héctor pertenecía al comité de empresa de la fábrica de automóviles Mercedes Benz, y es en el puesto de trabajo donde fue secuestrado con la colaboración de los directivos de la empresa en agosto de 1977. Es conducido encapuchado y esposado a un lugar donde es sometido a torturas; puede reconocer por la voz a otros compañeros del comité de la fábrica. Posteriormente es trasladado a una Comisaría en la localidad de Ramos Mejía (provincia de Buenos Aires) donde permaneció detenido-desaparecido hasta 1979.
Norberto Urso superviviente de Mansión Seré. Dicho lugar era una vieja casona ubicada en una zona residencial de la provincia de Buenos Aires, y fue uno de los principales centros de reclusión clandestinos de la Fuerza Aérea. Norberto fue secuestrado en su domicilio el 23 de noviembre de 1977. Individuos que se identifican como fuerzas conjuntas, lo detienen con gran ostentación de armas largas. Como los demás prisioneros fue brutalmente torturado.
Iris Pereira de Avellaneda, sobreviviente de Campo de Mayo, fue secuestrada de su domicilio el 15 de abril de 1976, junto a su hijo Floreal Edgardo Avellaneda de 14 años, que fue asesinado. Su cuerpo apareció junto a otros siete cadáveres en las costas del Uruguay. Tenía las manos y los pies atados, estaba desnucado. Murió a causa de un “horroroso empalamiento” según se publicó en la prensa de Montevideo.
Todos y cada uno de ellos, peleándole a la memoria detalles y dolores, desgranan en el lenguaje de la ternura los nombres de compañeros de cautiverio, y, en el otro, en el imperdonable, los nombres de los verdugos.
Andrea Benites Dumont. Madrid.
Redactora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 19 Febrero 2005.