Amor idiota. 93 min. España-Andorra. 2004
Dirección: Ventura Pons
Intérpretes: Santi Millán, Cayetana Guillén Cuervo, Mercè Pons, Marc Cartes, Jordi Dauder
Basada en la novela de Lluís-Anton Baulenas.
A pesar de que las crónicas cuentan que “Amor idiota”, la última película de Ventura Pons, fue recibida calurosamente en la Berlinale y que sorprendió al público de la primera proyección, un día después, en la segunda proyección, sólo se oyeron brevísimos aplausos y hubo una cierta dificultad para que se iniciase un coloquio después de la película.
Amor idiota nos presenta a Pere Lluc (Santi Millán), un treintañero inmaduro y egocéntrico, que reflexiona soporíferamente sobre la idiotez, propia y ajena. Cuando se entera, con un retraso de algunos meses, de la muerte de su mejor amigo en Argentina, entra en una crisis que le lleva a la más que trillada escena de borrachera solitaria tras la barra de un bar y caminar zigzagueante por las calles de la ciudad intentando el regreso a casa. Este zigzaguear termina cuando Pere Lluc choca con la escalera de una chica que cuelga banderolas publicitarias en las farolas. Parece que este choque desata en él una obsesión por la chica (Cayenata Guillén Cuervo), y comienza a perseguirla y espiarla a su estilo (el de un idiota, como él se encarga de recordar y justificar continuamente), hasta que inevitablemente ella se da cuenta.
A pesar de estar ella casada y no tener inicialmente interés alguno en un perdedor como el protagonista, éste consigue conquistarla con una mezcla de perseverancia cargante y sumisión. Es en este momento cuando la película se convierte en una sucesión de polvos al más puro estilo adolescente español (en un portal, en el coche, en un callejón y vuelta a empezar) hasta sumar 18 seguidos. Y poco más. Al rato se termina la historia con un previsible happy end.
Imagino que los breves aplausos del público iban destinados a la actuación de los protagonistas, que le pusieron mucha energía a la interminable sucesión de polvos y que en general no estuvieron mal durante toda la película. Aunque es cuestionable si se debe agradecer que hayan acertado en su interpretación de unos personajes insulsos que dejan al espectador indiferente. Los diálogos no consiguen ser irónicos ni divertidos, aunque lo intentan, y ni siquiera la inquietud y rapidez que aporta el rodaje con cámara al hombro le dan a la película ni un ápice de su pretendido realismo.
Pero si la película nos aburrió a todos, el coloquio que hubo después consiguió que nos desternillásemos, desafortunadamente debido a la bochornosa actuación de la traductora, que en palabras de Guillén Cuervo “no dio pie con bola”. En un momento dado Millán se atrevió incluso a retarla: “a ver si esto lo puedes traducir” y la presentadora del acto se disculpó ante el público por la inexperiencia de la traductora (inaceptable para un evento de esta categoría), y ante la traductora por las carcajadas del público (no nos podíamos contener, llevábamos hora y media buscando algo con gracia).
En definitiva y como se dice aquí: “Uninteressant”.
María Entrialgo Castaño. Berlin.
Colaboración. El Inconformista Digital.-
Incorporación – Redacción. Barcelona, 19 Febrero 2005.