Delincuentes sociales – por Emilio Sales Almazán

Un muerto más que se une a la interminable lista de ese terrorismo laboral, silencioso, que solo ocupa unas líneas en los medios de comunicación y que acaba nada más empezar. Compañeros y familiares lloraran su perdida, pero mañana de nuevo el tajo espera para iniciar la lucha para sobrevivir y no ser el próximo en la lista. Recuerdo la canción de Víctor Manuel, “La Planta 14”. Un pozo minero, un edificio en construcción, una zanja, cualquier lugar es “adecuado” para acabar los días por un salario mísero.

A.P. son las siglas de un joven, 27 años, natural de la localidad toledana de Bargas, que halló (no buscó) la muerte en otra localidad de la provincia, Ocaña, en una fabrica (Acabados Especiales del Aluminio S.A.) porque una maquina pesada, un puente-grúa, tuvo la idea de escaparse, ya que el gancho era “al uso” y carecía del pestillo que le da seguridad.

Un dirigente sindical increpaba (con razón) que estos empresarios eran “delincuentes sociales”; el joven llevaba quince días trabajando y era, como no, a través de una empresa de trabajo temporal.

Más de los mismo, la canción repetida. Yo le sugeriría a este veterano dirigente sindical, y a otros como él, que se acuerden de estas circunstancias cuando reciben tanto abrazo y parabién de la patronal, cuando alaban la pax social, cuando loan a los trabajadores y a sus representantes por lo bueno que son y no dar mucho la tabarra.

Llueve tanto sobre mojado que, casi al unísono, tenemos otra noticia del mismo cariz. Hace aproximadamente un mes sucedió otro suceso en la localidad abulense de Lanzahita. Un trabajador toledano de la pequeña localidad de Gamonal moría en accidente laboral. Éste trabajador carecía de contrato, situación que se agrava ya que la obra donde aconteció el luctuoso acto era del Ayuntamiento de Lanzahita, y fue dado de alta 50 minutos después de sufrir el percance a través de Internet, aunque el operario prestaba sus servicios desde finales de octubre de 2004.

Estamos en una comunidad autónoma con uno de los índices de paro más elevados del estado y con salarios de los más bajos de todo el territorio español. Y no me refiero a las medias que dan las estadísticas, que también, hablo de los salarios reales que contemplas en la vida cotidiana y del conocimiento que te da la calle, de la clase social a la que uno pertenece y con la que convive a diario.

Aún así el máximo responsable del empresariado castellano manchego, el Presidente de la Confederación Regional de Empresarios (CECAM), Señor Bárcenas, declara en un periódico de ámbito regional que el “Gobierno Regional ha entendido el mandato de los empresarios”. Se podrá argüir que no se quiere decir lo que se supone que se lee, que está fuera de contexto dentro de una amplia entrevista, pero yo, que soy muy mal pensado (piensa mal y acertarás), veo una clara amenaza o un mensaje de demostrar quién manda en el gallinero regional. Por no decir que, en el momento de leer el entrecomillado, no sabía si era un mensaje de algún grupo “radical”. Todo esto unido a la declaración que perpetra sobre el salario mínimo y lo problemático de su aumento, me dan ganas de llorar. Dice el excedido patrón de patrones: ”Si se encarecen los salarios más bajos se puede ir cerrando puertas a gente joven que accede a un puesto de trabajo”.

Claro que quisiera que me explicaran, para poder explicarlo yo, como se come que se estén dando tantas trabas para el aumento del salario mínimo, para que se aplique una cláusula de revisión si se desvía el IPC, y tengamos sentados en el banquillo de los acusados (estoy convencido que nada va a pasarles) a unos “señores” a los que por razón de su abnegación y horas de dedicación a la empresa se les haya concedido unas jubilaciones tan miserables de 107 millones de euros (es tanto en pesetas que no se multiplicar) al Sr. Corcóstegui. Estas parcas indemnizaciones respondían “a toda una vida de trabajo”. Lo mismo que a miles de pensionistas que, tras una dura existencia en el campo o en la fábrica, reciben esas pensiones raquíticas. Y encima declara que el Comité de Retribuciones del banco hizo una quita del 42% sobre los 175 millones que según parece iba a cobrar. Que mártir, que desprendimiento hacia la empresa a la que había dado tanto esfuerzo e insomnios.

Las cuentas de resultado de la gran banca aumentan al mismo ritmo que la penuria en los puestos de trabajo. Pero los grandes discursos de los prebostes de los llamados “agentes sociales” no cambian en absoluto.

Hágase cumplir la ley con todo su peso, aplíquense en la tarea de crear una fiscalía específica sobre la accidentabilidad laboral, auméntese el número de inspectores de los centros de trabajo. Que trabajar no sea un actividad de riesgo. En definitiva actúese con DECENCIA.

Emilio Sales Almazán. Talavera.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 7 Febrero 2005.