No me sorprende el hundimiento del suelo en el barrio barcelonés del Carmelo, no debería de pasar éste tipo de cosas pero entra dentro de lo posible y obedece a una estrechez de miras y una serie de fuerzas geológicas evidentes.
La ampliación del metro para la ciudad es una necesidad, y en el caso del Carmelo una vieja reivindicación, pero las cosas no se pueden hacer de cualquier manera. Para quién no conozca Barcelona pongo en antecedentes que lo que se pretende es hacer llegar el suburbano a barriadas donde existe un importante déficit de transportes públicos, y de paso, en éste caso, también conectar de forma lógica los puntos extremos de dos importantes líneas.
Durante el transcurso de las obras en el subsuelo, en la superficie se produjeron una serie de vibraciones perceptibles por los habitantes. Pese a las llamadas de temor de los vecinos al ayuntamiento las obras continuaron, hasta que se produjo el percance.
El hundimiento del primer edificio en la calle Calafell al parecer pilló por sorpresa a los técnicos. Las autoridades desalojaron los edificios en un perímetro considerable alrededor de la zona afectada, y más de mil personas fueron alojadas por diversos hoteles de la ciudad.
Mientras el socavón -cómo pronto apodaron los profanos- pasaba a ser una noticia curiosa en los medios de comunicación, las autoridades -contrariamente a su anterior acción de desalojo masivo y preventivo- enviaron de nuevo a los vecinos a sus casas. Cual sorpresa iba aparecer cuando los propios habitantes del Carmelo se encontraron el interior y el exterior de sus edificios llenos de vistosas y preocupantes grietas.
Ante éste panórama los vecinos se negaron a volver a sus casas, y gracias a su insistencia -que no previsión de las autoridades- evitaron males mayores, pues a saber que poco después un nuevo edificio era tragado por la tierra.
El error es tan inmenso y preocupante, que de momento han preferido echar la culpa al método austríaco de construcción de túneles. Algo así como decir «pues algo fallaría, los estudios geológicos estarían incompletos, y el método de excavación quizá no era el apropiado». Escalofriante.
Sin ahondar demasiado en materia voy a comentar un poco algunas cosas que nadie por de pronto ha querido decir.
El barrio del Carmelo se levanta encima -y por los alrededores- del monte que lleva el mismo nombre. En la superficie son fácilmente visibles cuanto menos tres montes o cerros de estimable elevación: el Turó de la Rovira, la Creueta del Coll, y la montaña del Carmelo. Cerca de allí se encuentra el Vall d’Hebron que se ubica entre estos montes y la sierra de Collserola -baluarte ecológico de la ciudad-. Cierran la ubicación, de ésta y otras barriadas, en los dos extremos -alejados- el Turó del Puxet y el Turó de la Peira.
Cualquiera que haya visitado la barriada del Carmelo fácilmente puede comprobar que se encuentra en medio de montañas, las drásticas elevaciones y las difíciles piruetas de las calles son muestra de ello. Algo significativo también del Carmelo -que viene muy al caso- es su humedad, cuando llueve en Barcelona en esa barriada siempre parece llover más.
La construcción de edificios en la mitad del siglo pasado, durante el franquismo, creó nuevas barridas allá donde antes sólo había monte, y el Carmelo fue uno de ellos. Esta construcción se hizo a mansalva, de cualquier manera, con muy poca planificación, con malos cimientos, y con malos materiales. En el vecino barrio de Horta años atrás cientos de casas y edificios fueron desalojados, los malos materiales de construcción habían degenerado en aluminosis.
Fue durante el mandato de Porcioles en los años 70, con la construcción del tunel de la Rovira, cuando se perforó por primera vez en esas montañas. Las cargas explosivas para la construcción de la infraestructura generaron desprendimientos y grietas en multitud de casas y edificios, cientos de ellas fueron desalojadas y expropiadas. Hoy el tunel de la Rovira sigue siendo una util vía de comunicación, pero permanece anticuada y faltá de medidas de seguridad apropiadas.
Con la llegada de la Barcelona Olímpica se procedió a crear una serie de infraestructuras entorno a la Vall d’Hebron, la más significativa fue la ronda de montaña. El tunel de la Rovira quedó conectado a la nueva vía pero el Carmelo una vez más permaneció en un segundo termino, olvidado. La ampliación del metro hoy se suma a la perforación de estas montañas, pretendiendo acercar por el subsuelo -pasando por el Carmelo- el barrio de Horta con la Vall d’Hebron, y en su extensión -fácilmente y sin tener que hacer muchos circunloquios- los barrios de Nou Barris y Sant Andréu con los barrios de Gracia y Sarria.
Si en estos barrios, la exigencia de mejoras en las comunicaciones por medio de transporte publico es una realidad, también la conflictividad que ha efectuado en ocasiones la pugna entre los vecinos y el ayuntamiento por el plan del parque de los Tres Turons. Mientras el ayuntamiento desde hace décadas tiene ideado un plan para habilitar un gran parque publico, muchos vecinos se niegan a las expropiaciones pertinentes.
La habilitación de una amplia zona verde, pese a ser ahora un tanto artificial, podría otorgar a la ciudad de un posible pulmón ante el nefasto medio ambiente existente. El punto que nos interesa de ésto, es precisamente la falta de naturaleza viva en los montes. La actual urbanización de los montes -más alla de la expropiación de algunas casas previstas en ese plan- impide la absorción natural de las aguas. Y éste es uno de los problemas fundamentales para entender porque la tierra se traga el Carmelo.
La ciudad de Barcelona se urbaniza con un serio desnivel desde las montañas hacia el mar, esta circunstancia hace que las aguas procedentes de las lluvias ante una falta de absorción natural produzcan inundaciones y debilite la dureza del suelo. En antaño por la superficie de los campos de lo que hoy está urbanizado, discurrían una serie de arroyos -las famosas rieras- que con el paso del tiempo y la construcción quedaron soterradas. Estos arroyos -hoy subterráneos- siguen llevando importantes cantidades de agua durante los periodos lluviosos. A éste respecto el ayuntamiento años atrás creó una serie de depósitos en distintos puntos de la ciudad para contener parte de las aguas freaticas.
En el subsuelo del Carmelo pongo la mano en el fuego que nos encontramos con éste fenómeno elevado a la máxima potencia. Las aguas que se deslizan del Turó de la Peira, montaña del Carmelo y Creueta del Coll, forzosamente por algún lugar se tienen que abrir paso, y en sus correrias es lógico que modifiquen hacia menos la consistencia del suelo. La ausencia de arboles, arbustos, y naturaleza en general hace que cada vez más las aguas se desplacen más siguiendo el desnivel marcado por las montañas.
El problema de la ciudad es el desarrollo urbanistico pasado y presente al margen de la naturaleza. Más allá de decidir entre grandes parques o urbanización, a sabiendas que los parques urbanos siempre son algo artificial e incompleto, se debería de intentar corregir el equilibrio perdido entre asentamiento y naturaleza.
En el barrio del Carmelo tienen el honor de tener la plaza y la avenida de l’Estatut, en estos tiempos de lógica efervescencia catalanista, las administraciones harían bien de aplicar la teoría de la fuerza del Estado responsable por el bien de los afectados por los hundimientos.
Parece evidente que lo que ha sucedido en el Carmelo no se puede resumir al error de emplear uno u otro método de excavación, si no a un seguido de inexplicables faltas de estudios prácticos acerca de la composición del subsuelo, la existencia de aguas subterráneas, la mala edificación de edificios en el pasado, y la interacción de todo ello para evitar éste tipo de percances. Las autoridades a menos que quieran un desastre de proporciones bíblicas -haciendo la homologación santa del nombre del monte Carmelo- haran bien en tener en cuenta todas estas cuestiones, y muchas más, que por mis hoy conocimientos no puedo desarrollar plenamente, porque de lo contrario les va en ello, no la edificación de algunos edificios nuevos para los ahora afectados, si no el hundimiento de todo el barrio del Carmelo.
Causalmente ha querido que estos hechos del Carmelo se produzcan en la misma semana en la que algunas casas de un barrio de Tarragona también se han hundido, a pocos días de unos también importantes desprendimientos de casas en Murcia después de unos débiles temblores de cuatro grados. A poco más de un mes vista de la Catástrofe del Sudeste Asiático. Éxiste la conexión. Hechos que demuestran que es imposible no tener en cuenta en el desarrollo de nuestras sociedades -sean como sean éstas-, el medio ambiente, el medio geológico, y las fuerzas de la naturaleza.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 6 Febrero 2005.