Culturas degenerativas – por Rafael Pérez Ortolá

¿Qué impresión sacamos de aquella persona a la cual observamos hablando sola? Son posibles muchas circustancias. Aún en los mejores supuestos destacará como alguien fuera de contexto, desenfocado. Habrá actitudes pasajeras y triviales, pero también alteraciones psiquicas severas, la gama tiene variadas representaciones. Queda patente y obvio lo esencial, la comunicación verbal no se ejerce en solitario, ninguna comunicación se ejerce prescindiendo de los demás.

NO es factible articular un lenguaje que merezca una mínima consideración sin el acompañamiento dialógico, ha de ser cosa de más de uno, actividad plural. M.M. Batjin demostró en sus publicaciones un interés notable acerca de las posibles vías para comunicarse conceptos y sentidos entre las personas. Escribe lo siguiente: «La palabra nace en el interior del diálogo como su réplica viva, se forma en interacción dialógica con la palabra ajena». En esa dirección, los interlocutores consolidarán el valor de las palabras, enriquecerán su significado. Sin diálogo estaríamos abocados al agostamiento linguístico y con él al progresivo hundimiento del conocimiento y del sentido de las cosas.

¡Son tantas las minucias surgidas en cada vida y en el conjunto de todas las vidas que en el mundo han sido! Ya pasó el momento de los esquematismos rígidos, estructuras cerradas o dogmatismos fieros. No obstante, pueden apreciarse gran cantidad de individuos y estructuras anquilosadas, inmóviles, con apenas rasgos cambiantes. Ante las variaciones intrínsecas a todas las vidas, resultan anacrónicas las generalizaciones o sistematizaciones abusivas.

En contra de lo que pudieran pensar algunos, al enquistarse en sus peculiaridades identificadoras -persona, país, institución-, sin el vivificador intercambio libre y constante, los criterios se adormecen en una autocontemplación solipsista. Al transcurrir los días dentro del quiste se desvirtuan las convicciones, y por ello, fácilmente se corrompen o se pudren. No es vida eso de meterse en el cascarón.

Las identidades personales o grupales sólo pueden forjarse de forma dinámica, es algo que sucede continuamente, no una imágen labrada y estática. Se va forjando en ese contacto con los detentadores de otras culturas, de otros pensamientos. Ese contraste va estimulando su forma de ser, precisa los detalles limítrofes, concreta la expresión de sus características peculiares. Sin esa confrontación cultural no se mantiene viva la cultura propia.

Hoy en día el enfrentamiento de culturas sale a relucir en todos los medios, como si esto fuera nuevo, como si esto no fuera la fuerza motriz capaz de fortalecer y madurar todas las identidades. Las pone a prueba. Uno pudiera intuir una gran vivacidad en esos intercambios, debates en todos los campos cruciales. Ni por asomo, no hay tal cúmulo de actuaciones. No estamos en ambientes de esfuerzo e interés cultural fuerte.

La acomodación y la molicie propende a otro panorama frustrante. Se escogen cuatro conceptos mediocres, fijos, facilones, llamativos y, eso sí, mayoritarios; a partir de ahí todo va a consistir en dejarse pendulear según los aires predominantes.

Los argumentos se diluyeron, ni se buscan, quizá ya no sea posible articularlos. Nos dejaremos sugestionar por unos criterios generales, como unas primeras impresiones globales. En ausencia de unas convicciones o criterios propios, la vacuidad nos dejará indefensos. ¿Cómo defender mi protagonismo? Nos vendrá al pelo el recurso del exabrupto, manipulaciones, perversidades, sin poner demasiados obstáculos a la propia violencia física. Aunque sean utilizados en defensa de lo inconcebible, constituyen un recurso para personalidades sin filtros culturales.

Detengámonos a distinguir los múltiples ejemplo en todo el orbe. Los hay exóticos, y por lejanos pintorescos; mas los tenemos muy metidos en los meollos cercanos, paradójicos por lo incomprensibles. No crean, al menor descuido hacemos el caldo espeso a esos comportamientos ensimismados y por ello retrógrados.

CULTURA, cultura, …aperturistas y sin caperuzas. Será la única manera de posibilitar el desarrollo de todos los horizontes, de cada persona, de cada grupo, etc. Por este sendero circularíamos entre manifestaciones de una cultura regenerativa y estimulante de las mejores cualidades del ser humano.

Al menor descuido nos intentan fichar en un cliché. Nos van a indicar qué palabra debemos usar, qué quiere decir, cuando debemos reaccionar, cuando estar quietos; querrán que seamos obsecuentes y sumisos, no fuéramos a salirnos de las opiniones dominantes. Estas trochas tan manipuladas y «orientadas» no pueden conducir a otra parte que a un atontamiento primero y a una degeneración progresiva a la postre.

Desde los periódicos, desde las escuelas, desde las actuaciones profesionales, en las actividades ciudadanas, se impone el requerimiento de promocionar estas enérgicas respuestas regenerativas. Además, en cada uno de nuestros núcleos, ayudar a detectar esas tendencias viciosas que tanto abundan en los mangoneos.

Y el lenguaje, las expresiones, así como las vivencias culturales no son de nadie en particular. Al ser de todos, harán posible una vía de realización para cada persona. Con esta autenticidad empezaríamos mejor.

Rafael Pérez Ortolá. Vitoria.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 31 Enero 2005.