Enorme alboroto ha causado las imágenes publicadas en el diario británico “THE SUN” donde se pude apreciar al vástago del príncipe Carlos de Inglaterra, Harry (Enrique), tercero en la línea sucesoria del trono de Su Graciosa Majestad, con uniforme del África Korps, unidad alemana que dirigida por el mariscal Rommel, participó en la Guerra Mundial en tierras africanas, y con el complemento de un brazalete con el símbolo de la cruz gamada nazi.
El niñato acudió a una fiesta (la vida de estos personajes gira alrededor de una continua fiesta) de disfraces y, quizás imbuido por algún espíritu de su bisabuelo o de algún antepasado Windsor que militaron en el partido nazi, no se le ocurrió otra idea que la de disfrazarse (o no) de esta guisa.
Todo esto se ha unido a la próxima celebración del 60 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz donde el régimen nazi asesinó a más de un millón de seres humanos. Al parecer al chico le van a llevar a realizar una visita a este lugar para que aprenda un poco de historia, aunque mucho me temo que la visita sea guiada y pernocte en algún hotel de lujo de la zona.
Pero a mí lo que me parece indignante es que en pleno siglo XXI los países autodenominados democráticos sigan teniendo como máximos representantes de la nación o estado a estas sagas o dinastías que no se sometan a la disciplina democrática de pasar por las urnas. A pesar de los escenarios electorales, de leyes que son más o menos justas, una de las raíces de la democracia es la de poder elegir a los que te representan. Pues bien, en estos lugares tenemos que soportar a estas personas que viven de la holganza y son sustentados por los impuestos de los y las ciudadanas, y cuya existencia se dedica a viajar, saludar y vivir “como reyes”.
El príncipe Enrique, se dedica a insultar la conciencia de los miles de personas que murieron por el terror fascista. Y como no está sometido a ningún control, se reirá de las gracias provocadas con sus amigos pijos que conforman su grupo de amistades, mientras van de fiesta en fiesta pagadas con el sudor de quien se curra el sueldo.
Un periódico australiano acusaba que: “O Harry es el último y verdadero hombre blanco inocente o es el imbécil más notable de toda la nación”. Al final me parece que los imbéciles somos los que con nuestra parsimonia y resignación sufragamos a tanta tribu de vividores. Cuando vemos como las visitas de estos “enviados divinos” son jaleadas por la gente, con vivas y aplausos, como devoramos revistas de bodas reales donde se derrocha el erario público y soñamos con los trajes que llevan toda la cohorte, con esos menús que degustan en pantagruélicas comidas, o bien podemos oír como alguna persona “compadece la vida tan azarosa” que llevan infantas o príncipes, sin pararse a pensar que tienen la vida resuelta porque se la resolvemos nosotros, es para decir: Basta, no hay solución, tenemos lo que nos merecemos.
Leo en una información al respecto: “¿Alguien sabe algo de Harry?”, pregunta una jovencita rubia ataviada con una camiseta de la Facultad de Agricultura de Cirencester y apoyada en la barra. Aunque el príncipe ha aparecido en los titulares de todo el mundo por acudir a una fiesta disfrazado con un uniforme de soldado nazi, en el pub Tunel House, del pueblo de Coates, nadie parece darle al asunto mayor importancia. “El príncipe Harry se pasa por aquí a tomarse una copa cuando está en Highgrove” explica un joven. “Aquí es uno más, Es guapo, rico y miembro de la realeza, así que a todo el mundo le cae estupendamente”. Seguro que no paga las pintas que se toma. Cada día que amanece la tontería crece.
Emilio Sales Almazán. Talavera.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Barcelona, 22 Enero 2005.