Un viernes gélido en Madrid se inicia un juicio histórico: se juzga el genocidio llevado a cabo durante la última dictadura militar en Argentina. (1976-1983).
Un viernes 14 de este recién comenzado año, arriba a un puerto judicial la lucha por los miles de detenidos-desaparecidos en aquel lugar del cono sur de América.
El viernes 14 de enero se inició el juicio por los delitos de genocidio, terrorismo y tortura, contra el ex militar argentino Adolfo Scilingo. Pero ese viernes arrastrando los pies al borde del desmayo, se derrumbaba en una silla de ruedas en la Audiencia Nacional en Madrid. Se tapaba la cara con unos guantes exagerados, pidió reconocimiento médico pero los forenses no le ampararon la simulación.
Suspendida la sesión se reanudó este lunes 17, y con una energía insólita para alguien que mantiene una huelga de hambre desde hace más de un mes, afirmó que se auto-inculpó ante el juez Baltasar Garzón de hechos que no cometió, que no eran ciertos todos los extremos vertidos en las diferentes comparecencias ante los tribunales como frente a los medios de comunicación, negó su participación en los «vuelos de la muerte», en secuestros y en torturas, y que tan sólo perseguía que se investigara lo sucedido durante la dictadura argentina.
«Dije un montón de disparates para que se investigaran, y que con las pruebas van a salir un montón de cosas, va a ser un bombazo». Una y otra vez repitió que había pactado con dos abogados de una de las acusaciones populares y con Garzón los términos de la autoinculpación, y que los hechos sobre los que declaró los tomó de los periódicos.
Negó haber participado en los dos vuelos que mencionó tanto en los libros editados en Argentina, como en sucesivas declaraciones ante jueces y fiscales; aduciendo en esta sesión que tiene pruebas que documentan que estuvo ingresado por en el hospital Naval y que se encontraba de vacaciones en las fechas esos vuelos.
Con contradicciones constantes en cada intervención el ex-militar no perdió una cierta vehemencia por la que fue reconvenido en varias ocasiones por el presidente de la sala. Admitió la existencia dentro de la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) de grupos de operaciones contra el terrorismo, y reconoció que sólo en una ocasión vio a una mujer embarazada en las instalaciones de la ESMA, y que su jefe le dijo que era un tema de los grupos operativos y que “seguramente era una terrorista.”.
Desviándose en cada respuesta, en forma incongruente repitió argumentos, se desdijo en innumerables momentos y recurrió a la consulta de papeles. Admitió haber sido el jefe de electricidad de la ESMA y haber visto entrar y salir coches de dicha instalación y esto es lo único que Scilingo asume.
Pero recién comienza este juicio, y en la sala en que se desarrolla se amontonan folios, carpetas y archivadores apilados y a pesar de las expresiones que generaron perplejidad y desconcierto, es en esos folios, en esos testimonios donde se hunde el circo despreciable de Scilingo.
Andrea Benites Dumont. Madrid.
Redactora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 18 Enero 2005.