Tan singular personaje nos impulsa a conocer los pormenores del lugar donde residió. Con mayor énfasis al tratarse de una gran mansión.
El viejo palacete remozado capta el interés de los visitantes; los bellos trazos del diseño añejo, ornamentos pétreos en las balconadas y sus amplias aberturas ansiosas de luminosidad. Se intuyen riquezas en su interior.
El estado actual de los habitáculos nos impedirá mostrarles algunos recintos.
Al fondo, su desván de los recuerdos, todo en un desorden puramente acumulativo; de ahí su puerta cerrada.
Detrás de estas dos puertas enfrentadas. Orientada al norte, una biblioteca de grandes recursos, impoluta, con pocas señales de su propietario. Con vistas al sur, un despacho con recios muebles, que no llegó a desgastar.
Tampoco será necesario visitar la sala de reuniones, su distancia intelectual no requería de semejantes actividades.
Por si acaso, se disponía de aquellas habitaciones orientadas al este como cuartos de invitados. No llegaron a usarse, no eran su debilidad.
Podrán apreciar con precisión el carácter del personaje en cuestión. Se refleja nítidamente en su residencia. Aposentos cerrados como denominador común, su utilización no fue abusiva.
Una personalidad definida por el pasillo. Vacía y sin obstáculos.
Epílogo
Demasiada gente parece esforzarse hacia esa personalidad-pasillo.
Conviene ir identificando a quienes se comporten así, cuando menos para evitar tan deprimentes consolidaciones como personas.
En la educación, la política y en las diferentes profesiones, necesitamos llenar con urgencia los habitáculos de cada persona.
Por el contrario, no se atisban las posibilidades para detener semejante proliferación. La vacuidad y el pasillo libre campan a sus anchas.
Rafael Pérez Ortolá. Vitoria.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 11 Enero 2005.