La tecnología avanza a pasos agigantados; a los que tenemos una cierta edad nos cuesta ponernos al día en cuestiones informáticas, dado que lo que hoy nos parece el más gran avance, resulta que ya está ampliamente superado por nuevos hallazgos. Las ciencias aplicadas a la comunicación van muy por delante de lo que uno puede asimilar.
Debo de reconocer que me costó mucho el incorporarme al mundo de la telefonía móvil. Hoy, después de un par de años, ya han pasado por mis manos dos artilugios de esta forma de comunicación y, si no hay más remedio, un nuevo aparato tendrá cabida en mis bolsillos. De estos aparatos no solo es curioso su pequeño tamaño, la llamada nano- tecnología se aplica a estos teléfonos y se les aplica una serie variada de utilidades diferentes a la simple comunicación telefónica. Cámaras y videos se han añadido para aumentar el catalogo de prestaciones.
Dando vueltas y siendo escéptico ante tanta aplicación, me doy cuenta que la cámara fotográfica puede ser bastante útil para ciertos aspectos del deambular diario. Creo que se la puede sacar rendimiento para captar imágenes de la cantidad de “burradas” que uno contempla al pasear por la ciudad.
Y una de esas utilidades podría ser la de aprehender en detalle los problemas del tráfico, los impedimentos materiales que hay que sortear para andar por las calles, los momentos cotidianos en los que nos vemos involucrados y retransmitirlos a personas o guardarlos para posteriores usos. Por ejemplo, contemplar como hay contenedores en mitad de las aceras que impiden el paso, barreras imposibles de franquear aunque se fuese campeón mundial de salto de altura, paradas de autobuses que no dan ganas de utilizar el transporte público, etc.
Pero hay un detalle que me apetece obtener en imágenes. Hace tiempo que subyuga la pregunta sobre el color de las aceras, ese amarillo con el que se pintan los bordillos de algunas aceras y, sobre todo, las esquinas. Me comentan que es para que los vehículos no aparquen en esas zonas, pero la realidad es que hay muy pocas que no estén “invadidas” por coches y demás vehículos. A mi modo de ver es una partida de pinturas sobrantes y, como el áureo color es denostado por su supuesta mala fama, se ha utilizado para que nadie le haga caso.
Acostumbro a cruzar las calles por los pasos de peatones, pero hay algunas de ellas que son imposibles de cruzar de esta manera, bien porque no hay estos pasos o porque las distancias entes dos de ellos son tan inmensas que hacen inviable su utilización. Intentas pasar de esquina a esquina, y te encuentras que esos lugares, pintados de tan intenso color, están “arrasados” por coches que impiden su uso. Las paradas de autobuses, muchas de ellas con su franja amarilla, son de idéntico uso. Y así sucesivamente.
Mi amigo Arsenio, tan dado a soluciones drásticas, intuye que la solución es “lata de gasolina y caja de cerillas”, cuestión que no comparto (del todo) y que nos llevaría a un incremento indiscutible del parque de bomberos.
Definitivamente propongo que las aceras (sus bordillos) sean pintadas de diferentes colores. Bien siguiendo las tendencias de moda, caso de las pasarelas Gaudí o Cibeles, o más popularmente, de los dictados de El Corte Inglés, estos grandes almacenes que son los dictadores (de dictar) de estaciones del año, fiestas y demás jolgorios. ¿Nos imaginamos las calles de color pistacho en diferentes matices, o de estampados, con combinaciones de colores, algunos “imposibles?” O bien, distribuir sus gamas de colores por barriadas, así democratizaríamos las tonalidades y daríamos cabida a diseñadores y artistas. Por lo menos no me daría la sensación de que nos están tomando el pelo (de cualquier color).
Emilio Sales Almazán. Talavera.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 21 Diciembre 2004.