La oscuridad del Expresidente – por Teresa Galeote

Rajoy, ha dicho que Aznar ha tenido una actuación brillante en la Comisión de Investigación del 11-M. Acusó al resto de los portavoces de ser mediocres y torpes. Nada más consolador para el jefe que ser lisonjeado por sus colaboradores; jefes que pretenden ser supremos y que no quieren asesores, sino aduladores.

Fuera del Congreso de los Diputados, también le coreaban; un cortejo cantaba bajo la sombra de la bandera española «Aznar, por siempre, serás mi presidente». Así cantaban, así, así, hasta que la música de la lluvia les hizo dispersarse. Pero esa es sólo la opinión de sus fieles seguidores.

El Expresidente estuvo opaco; su intervención no introdujo nada de luz a la Comisión. No aportó más que lamentos ante la pérdida del gobierno del PP. Repitió, hasta la saciedad, que el atentado fue el culpable de los resultados electorales. Ver brillantez donde sólo hubo lamentos es síntoma de delirio, de servilismo, o de ambas cosas a la vez.

Mientras el coro de Aznar se disolvía con la lluvia, un centenar de personas, víctimas directas o familiares de fallecidos del 11M, permanecían ante la sede del Congreso para exigir la verdad y pedir responsabilidades políticas. Ellas no coreaban canciones de alabanza, pedían algo más sólido para mitigar su dolor e impotencia.

Rajoy dijo que Aznar estuvo brillante, pero a muchos nos pareció un triste y oscuro hombre con grandes dosis de soberbia y una letanía monocorde que cansaba. Tiró balones fuera; todos eran culpables menos él y el gobierno del PP. Según él, todo fue una operación orquestada para que el gobierno del PP perdiese las elecciones.

No hay más ciego que el que no quiere ver. Ahora resulta que el anterior gobierno de Aznar no fue compañero de guerra de Bush, que su gobierno no metió a España en una guerra y que todo lo que ha pasado ha sido una conspiración demoniaca para hacerles perder el gobierno de la Nación. Tan ciegos y sordos están que no pudieron escuchar al pueblo que se manifestaba en las calles. Tan seguros de su verdad están que no aceptaron ni aceptan más argumentos que los suyos. Aznar y su gobierno quisieron brillar tanto, quisieron ser tan fieles aliados del gobierno de Bush que se les apagó la luz del entendimiento.

Todos fueron culpables menos ellos. Todos manipularon la verdad menos ellos. Esa es la consecuencia del exceso de soberbia y eso es lo que mejor sabe hacer el Expresidente Aznar.

De su boca sólo salieron lamentos y reproches, pero ninguna disculpa por los errores cometidos, por el intento de ocultar los datos que se iban ofreciendo y la persistencia en seguir dando la versión que les interesaba. Sólo sus tristes lamentos como coraza ante una realidad que no quiere o no puede ver. El Expresidente mostró un rostro frío que destilaba soberbia y rencor. No quiso aportan ningún dato que clarifique los errores cometidos, las informaciones policiales que no quisieron tener en cuenta. Habló también de las víctimas del 11 M, pero no aportó ningún dato que sirviese para evitar situaciones similares.

Estuvo oscuro, sobrado de soberbia y menguado de sentido de la responsabilidad.

Teresa Galeote. Alcalá de Henares, Madrid.
Redactora, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 1 Diciembre 2004.