Soplan vientos fuertes que nos arrastran sin remisión, son aires de unas decisiones lejanas a nosotros, deformidades informativas, ocultamientos interesados o grandes estructuras inalcanzables. Llevados por estas corrientes ya no es conveniente pensar demasiado, es suficiente y creará menos tensiones un sometimiento dócil. Esa comodidad se convierte en un apoyo importante para esas fuerzas generales de arrastre.
José Jiménez Lozano trae a colación algunos comentarios al respecto. En «La luz de la candela» cita las ideas de Friederich Grimm, expuestas en 1941 dado que era jurista del III Reich. Anticipaba una Europa futura con fronteras políticas menos marcadas y unas relaciones entre los pueblos centradas, sobre todo, en intercambios económicos. Una verdadera simplicidad premonitoria y amenazadora de peores globalizaciones.
Sin aplicarnos demasiado, es fácil distinguir unos presupuestos que son la madre de todas las ideas, marcan con todo género de detalles el sendero por donde deberemos circular. Ante esta MACRO-IDEA, sacrosanta e intocable, quedan empequeñecidas las restantes pretensiones. ¿Quién podrá competir con el monstruo? No debemos inquietarnos en exceso, si uno se pregunta por los posibles eventos sociales a desarrollar, leyes, sanidad, etc., el hermano económico se encargará de decidir por nosotros.

Si elegimos una de las muchas pinturas referidas al rapto de Europa, en este caso la de Noel-Nicolas COYPEL, los pretendidos dioses se la llevan.
Jiménez Lozano habla de la revancha de los totalitarismos vencidos. Las nuevas y grandiosas democracias adquieren tintes de complicidad, atosigan. Con el señuelo de una elección de candidatos, demasiado aislada en el tiempo, influida por las enormes propagandas y campañas, han ido cercenando las diversidades espontáneas. Estas quedan forzadas a unos mínimos huecos testimoniales. Testigos más bien de las limitaciones padecidas de formama reiterativa.
Si uno pretende plantar cebollas o nabos, aclárese primero con el entramado regulador, con esas limitaciones limitadoras. El dirigismo no es anecdótico, sirven de ejemplo materias múltiples; enseñanza, ideas socio-religiosas o comerciales quedarán bien enmarcadas. Sí, todo eso es elaborado por los representantes elegidos en un día de fiesta; después elaboran las disposiciones no muy cerca de las sintonías que nos resultan más entrañables.
Se va conformando una democracia lluviosa, las proposiciones nos gotean siempre desde arriba, ya nadie se acuerda de recoger el agua en su orígen antes de evaporarse. Es decir, ¿Tienen Vds, la sensación de una valoración respetuosa acerca de los pensamientos y penurias de los ciudadanos? Más bien surgirán engendros sabiondos, muy bien introducidos en aquellas macroestructuras a las que hacíamos referencia, con la pretensión de facilitarnos las soluciones y concretar las formas correctas para actuar los ciudadanos. ¿Abundan las soluciones abiertas? ¿Dejan lugar a otras disyuntivas apasionantes? ¿Nos ofrecen sugerancias para debatir y considerar?

Si nos detenemos en el RAPTO de EUROPA de Pablo PICASO, aquí ya se aprecia un talante más socarrón, ¿Quién rapta a quién? Sonrían y vean la mirada del toro; se trata de otra forma de expresar la mitología. ¿Mitología? ¿Realidad?
Existen otros matices, elijamos una comarca pequeña, una ciudad, cualquier ejemplo de un núcleo ciudadano. El asiento de los mismos en la estructura del horno central donde se tomen las decisiones no pasará de pequeñas motas. Tampoco se trata de su pequeñez al confrontarlos con el conjunto. Es algo más y peor, no se aprecia de ninguna manera la disposición receptiva hacia lo más pequeño. ¡Además de minúsculos, olvidados!
Y en estas condiciones podremos volver a Jiménez Lozano, quizá convirtamos a estas democracias avanzadas en poderosas apisonadoras, aunque con la legitimación de los votos. Llegamos a la prestidigitación fabulosa. Las palabras ilusionantes se tornan en flagrantes despropósitos plagasos de rasgos indeseables.
¿Por qué tanto intervencionismo?
¿Por qué siempre los mismos collares de perlas tan pesadas?
¿No llegará la brisa renovadora?
De no saltar la chispa reactiva, intuyo el engendro de una Europa polifémica, grandiosa, con una sola mirada; anquilosada desde su inicio y por eso sin capacidad de maniobra. Esa rigidez sólo será capaz de pormover un encorsetamiento castrador del cual no debamos esperar demasiadas reacciones vitalistas.
Estaremos ante una Europa tan enorme que llegará a ser asiática. De ella me invaden mayor número de preguntas que de contestaciones. Abiertos a una relación de méritos, estemos receptivos a unos aspectos positivos, sin renunciar a peculiaridades y aspectos creativos más limitados a determinadas zonas.
¿Cómo ensamblar todo ello? Ante las dificultades obvias, ¡Qué le vamos a hacer!, no me atraen las generalidades, reivindico las áreas de decisiones personales, comarcales, arrimadas a la esencia ciudadana. ¿Continuarán existiendo este tipo de decisiones particulares? ¿Habrán desaparecido para siempre los aspectos individuales y de pequeños grupos?.
También me preocupan estas actitudes dirigistas, opresivas, desdeñando al ciudadano, cuando se desarrollan en los referidos núcleos pequeños. No sólo se trata del tamaño, es más bien una actitud de valorar las pequeñeces, de considerar las peculiaridades. Y esta actitud está presente o no, simplemente. ¿Qué decidimos? Por lo menos vamos a decirlo aunque nos hagan poco caso.
Rafael Pérez Ortolá. Vitoria.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 16 Noviembre 2004.