El conflicto judeo-palestino tiene multitud de causas, haciendo que su solución sea muy complicada. Hay muchos análisis y escritos sobre él, pero muy pocos hacen referencia al agua como una de sus causantes.
Israel necesita controlar las fuentes de abastecimiento del río Jordán, que tiene un potencial de 1.300 millones de m3 y dominar los acuíferos de Gaza y Cisjordania.
Los cerebros militares israelíes tienen muy presentes los recursos hídricos de los Altos del Golán. Los ríos Jordán, Yarmuk y Litani pesan en la planificación militar. Siempre se ha tratado el agua como un asunto de seguridad nacional.
La guerra de los seis días comenzó cuando Siria quiso desviar el río Hasbaya, afluente del Jordán. En marzo del 2002, el Líbano comenzó a modificar el cauce del río Hasbaní, también afluente del Jordán, teniendo que paralizarlo ante la amenaza de una intervención israelí.
En 1967, al ocupar Cisjordania, Gaza y los Altos del Golán se apropió de los recursos hídricos de la región incluida la cabecera del Jordán. Siempre ha prometido devolver los Altos del Golán a Siria, pero nunca lo hace, porque quien domina este lugar, controla el agua de la región.
Una de las causas, que movió a los judíos a invadir el Líbano en 1978 y en 1982, fue el agua, manteniendo posteriormente una zona llamada de seguridad, no solamente para controlar la guerrilla islámica como se ha justificado.
En 1967, Israel declaró que todos los recursos hídricos eran de propiedad estatal, imponiéndose cuotas estrictas de consumo de agua a los palestinos. Se arrancaron miles de limoneros, se demolieron cisternas, se taparon fuentes naturales y pozos, todo ello en terreno palestino. La mitad del agua, que utiliza Israel, proviene de los países vecinos. Utilizando de forma indiscriminada los acuíferos palestinos de Gaza y Cisjordania. El agua que utilizan los judíos en Gaza está subvencionada, estimulando así un uso incorrecto y desmedido. Los palestinos de Gaza pagan por su agua 1,2 dólares por m3 mientras que los colonos judíos solo 10 centavos de dólar.
Este acuífero de Gaza lleva explotándose indebidamente desde hace mucho tiempo, no solo por los refugiados palestinos sino por los colonos judíos que la extraen desde fuera de la propia Gaza. Este acuífero está en crisis, pues se la saca mucha más agua de la que se repone, originando que el agua del mar penetre en él, lo que ocasiona su salinidad y la dificultad de su uso.
Los judíos controlan todos los acuíferos de Cisjordania, razón más que suficiente para no devolverlos. El 25% del agua, que utilizan los israelíes, provienen de este acuífero. El río Jordán es la clave del sistema hídrico israelí, teniendo su origen en tres ríos: el Hasbaní nace en Siria teniendo al menos parte de su curso en el Líbano. El Dan y el Banyas nacen en los Altos del Golán, ocupados por los israelíes en 1967 y anexionados en 1981. El curso inferior del Jordán recoge aguas de fuentes y escorrentías de Cisjordania y del río Yarmuk que nace en Siria, bordeando Jordania, Siria y los Altos del Golán, desembocando en el Jordán.
Hace cincuenta años, el caudal del Jordán era de 1.250 millones de m3. Ahora escasamente llega a los 200 millones de m3. Además de este descenso de sus aguas, tiene otro problema, sus aguas están muy deterioradas pues contienen niveles de minerales superiores a los que consideramos normales en Europa y Estados Unidos. El valle del Jordán es pues una cuenca de drenaje internacional, figura definida de forma natural, no pudiendo usarse de forma exclusiva como lo hace Israel, sino que debe ser un acuerdo internacional entre los países de su cuenca.
Se ha realizado un trasvase de agua del río Jordán a los municipios de la costa, incluyendo a Tel Aviv, formando una intrincada red de canales con los que se riega el desierto del Neguev. Nadie sabe cuánta agua transporta dicho trasvase, es secreto nacional.
El descenso del caudal del Jordán ha causado un grave deterioro en el mar Muerto. Este se encuentra a 300 m. bajo el nivel del mar Mediterráneo, desde 1900 se ha hundido diez metros más, haciéndolo cada vez con mayor rapidez. El mar Muerto es importante por sus minerales (potasio, bromo…), por su potencial turístico, pero sobre todo porque tiene un efecto favorable en el clima de la región. Este deterioro que está sufriendo tiene dos culpables, el sol incesante, por un lado y por otro el acuerdo de 1981 entre Israel-Jordania de incrementar el volumen de agua que podían tomar del Jordán, lo que originó un descenso de su nivel y una menor extensión de sus aguas.
El mar de Galilea, en el norte de Israel proporciona buena parte de sus aguas al sur, provocando al igual que en el mar Muerto la disminución de su nivel de agua haciendo que ésta sea cada vez más salina y como consecuencia menos viva.
Para el año 2010, se calcula que el déficit israelí en agua será de 360 millones de m3. El de Jordania rondará los 200 millones de m3 y el de Cisjordania será de 140 millones de m3. ¿De donde va a salir el agua?
Los hidrólogos piensan que habría agua suficiente si se hiciera un uso racional de ella y hubiera una distribución equitativa, pero esto no esta aceptado por los israelíes al mezclarlo con intereses políticos.
El gobierno judío está potenciando fuertemente los procesos de desalinización del agua del mar, como el de Askaleón. A finales del 2001, la multinacional Vivendi ganó este concurso para la construcción de esta desaladora. La planta produce 50Hm3 y el precio fijado era de 47 céntimos de euro m3, posteriormente en el 2002, Vivendi ofreció ampliar la desaladora en otros 50Hm3 anuales, a un precio de 43 céntimos de euro. Como vemos, la tecnología en la desalación avanza continuamente, permitiendo cada vez abaratar el precio del agua, junto con un menor impacto ambiental.
Además de la desalación, desde 1989, los judíos junto con empresas privadas han estudiado la posibilidad de importar agua de Turquía, proveniente del río Manavgat. Pero la oposición de algunas naciones árabes y el temor de sectores judios a la dependencia de un país con fuerte tendencia musulmana, han frenado el proyecto reiteradas veces. También se ha pensado en el agua del Tigris y Éufrates, dada la nueva situación en Irak.
Como podemos ver, el agua ha sido un factor fundamental en Israel desde su fundación hasta nuestros días. Según los planificadores sionistas, para que Israel sea viable, necesita de la emigración judía de todo el mundo, siendo el agua una necesidad prioritaria para vivir, para la agricultura y la industria.
El propio recorrido del llamado “muro de la vergüenza” que actualmente se esta construyendo, está en base a la localización del agua.
El conflicto judeo-palestino tiene más de cincuenta años de duración y el agua es pues uno de sus puntos de discordia. Es un bien necesario para ambos pueblos llegar a un acuerdo justo y equitativo teniendo en cuenta los impactos medioambientales.
Sirva este artículo como punto de reflexión de uno de los conflictos mundiales más largos e injustos que existen.
Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 9 Noviembre 2004.