La Comisión de Administraciones Públicas del Congreso de los Diputados, en la reunión celebrada el pasado miércoles 3 de noviembre, aprobó una iniciativa presentada por el Partido Socialista Obrero Español, Esquerra Republicana e Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, en la que se insta al Gobierno para que en esta legislatura se retiren de los edificios públicos y de la infinidad de plazas y calles de las localidades de nuestro país, toda la simbología franquista, que atenta de manera grave contra el ordenamiento constitucional.
Parece que se está tomando en serio algo por lo que muchos llevamos reclamando desde hace tiempo, hay síntomas que hacen suponer que la vergüenza de ver exaltaciones antidemocráticas van a desaparecer. Aun así me queda la sombra del escepticismo.
Pero en esa Comisión se oyeron voces que supusieron la abstención a la hora de pasar a votación tal propuesta. Personajes que aun viviendo, y algunos de manera un tanto holgada, de las ciertas libertades democráticas actuales, y que desde luego poco ayudaron a conseguirlas, proclaman frases de indudable contenido reaccionario.
D. Julio Padilla, miembro del Partido Popular en esa Comisión, ante la abstención de su grupo, afirmó que optaba de esa manera ya que los demás grupos traían cuestiones “que a los españoles no les interesan”. Tal afirmación descalifica de manera inmediata a quien la pronuncia y al equipo que le sustenta, pero habría mucho más que decir.
Sin lugar a dudas el “tic” del Sr. Padilla es el de una persona, encuadrada en una organización, donde el franquismo y los herederos del dictador tienen aposento. Tal afirmación deja a las claras que nos toma por algo más que unos súbditos, nos toma por chiquillos o incapaces de pensar por nosotros mismos, por disminuidos en cuestiones democráticas, por ¿personas? a las que nos dan el honor de dejarnos votar para que ellos sigan montados en el “machito”. Pero no. Al menos hay una parte de esta sociedad que no quiere ser tutelada y menos por hijos putativos del dictador.
Miedo les da que la verdad resplandezca, aunque tarde años. Hay mucha gente que aunque no estuvo directamente en la época, quiere saber la verdad, y son muchos hijos y nietos de los que fueron asesinados, perseguidos, encarcelados, torturados o tuvieron que tomar el camino del exilio, que estamos dispuestos a llegar hasta el final.
Solo desde la conciencia que muchos de estos personajes tienen, su mala conciencia, pueden exhibir tales argumentos. Miedo de que algún día sepamos el número exacto de los asesinados, donde están sepultados, cual fue el expolio económico y cultural al que fueron sometidos, y de alguna manera, se sepa cuales fueron los autores materiales de tanta muerte y de alguna que otra fortuna aprovechada de la sangre y el destierro. En definitiva, una COMISIÓN DE LA VERDAD.
De norte a sur, de este a oeste, hay muchas personas, la mayoría con un trabajo anónimo, que elaboran y trabajan para esclarecer todo lo acontecido de una manera integral. No solo exhumando cuerpos, también investigando en la memoria colectiva, de fuentes orales y escritas, haciendo actos de divulgación, etc. Hace unas fechas asistíamos a varias localidades de Ciudad Real y Cuenca, participando en un acto en memoria a Gerardo Donate Campillo “TITO”, guerrillero natural de la localidad conquense de Motilla del Palancar. Pero hay muchas historias más.
El impresionante mausoleo erigido en el cementerio de Oviedo, donde figuran casi todos los nombres de las 1.679 víctimas de la represión franquista, entre 1937 y ¡1952!, en la capital del “Principado de Asturias”. En Andalucía, en Extremadura, en Valencia, en todos los lugares de España existe cada día más un germen llamado “Derecho a saber”.
En definitiva, crecer en democracia significa elaborar un futuro cimentado sobre la verdad. No se pueden abrir heridas que nunca se han cerrado. La ignorancia es un cáncer que impone repetir injusticias.
Emilio Sales Almazán. Talavera.
Colaborador, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 6 Noviembre 2004.