Uruguay, ya era hora – por Edmundo Fayanás

A la sombra de las elecciones norteamericanas se han celebrado otras en Uruguay. Son importantes porque por primera vez en muchos años se produce un cambio político significativo, con la llegada al poder del centro izquierda, a través del Frente Amplio. No debe entenderse este cambio de gobierno como un proceso de alternancia de los partidos, sino que significa el final de una larga y triste etapa de la historia uruguaya.

Desde 1820, los destinos de Uruguay han sido regidos por los sectores terratenientes, que no han hecho otra cosa, que administrar el Estado en beneficio de la oligarquía ganadera y de las empresas extranjeras.

Los últimos gobiernos uruguayos han aplicado las doctrinas neoliberales del llamado “Consenso de Washington” que divide el mundo en dos partes, la de los países ricos que absorben, vía aplicación de políticas financieras los bienes que logran los países pobres o en vías de desarrollo.

La recesión económica se instala en Uruguay en 1999, arrastrada por la economía argentina. El riesgo del país pasó de 220 a 3.000 puntos; la crisis financiera provocó una pérdida del 45% de los depósitos bancarios. El precio del dólar se duplicó y el PIB cayó en el 2002 al 50% del de 1998. El índice de desempleo alcanzó el 20% y el porcentaje de población por debajo del nivel mínimo de pobreza alcanzó el 40%.

Uruguay tiene una economía muy cerrada, donde la inversión extranjera apenas supone el 0,5% de su PIB. La herencia, que recibe el nuevo gobierno, es muy difícil. El sector público está muy burocratizado, con muy bajos niveles de eficiencia, con un sistema productivo carente de competitividad, faltando grandes proyectos de infraestructuras, su régimen tributario es muy injusto tendiendo a desincentivar la inversión y el país tiene unos niveles de deuda muy altos.

Muchos productores y empresarios se han dado cuenta de que las actuales políticas económicas neoliberales les están arrinconando. Han intuido que ya no son necesarios para las grandes multinacionales que gobiernan el mundo. Pero sí que entienden que son necesarios para desarrollar un proyecto nacional y popular propio.

¿Qué es el Frente Amplio?

Es una fuerza de centro izquierda, que incluye desde revolucionarios radicales hasta personalidades de centro derecha. Esta es su grandeza pero también su debilidad. Esta hegemonía política ha sido posible por un trabajo cultural de izquierdas que se ha ido construyendo en las tres últimas décadas. Esta cultura de izquierdas ha sido posible con la creación de una extensa red sociocultural que se extiende por todo el país y que incluye las más variadas manifestaciones de la vida.

El programa del Frente Amplio ha venido adaptándose a las circunstancias temporales y a la formación de nuevas alianzas. En la actualidad, consiste en una síntesis de un capitalismo con rostro humano y justicia social, poniendo un fuerte acento en la lucha contra la corrupción.

¿Qué puede hacer la izquierda uruguaya?

La izquierda latinoamericana está aprendiendo que tiene que compatibilizar sus objetivos sociales con un manejo económico riguroso, sobre las cuentas públicas. El problema es que la difícil combinación de una política que atienda las enormes necesidades sociales de Latinoamérica no genere inquietud en los mercados, sin embargo, puede originar frustración e impaciencia ante la lentitud los mismos. Los pobres piden cambios radicales, pero estos deben ser lentos sino se quiere frustrar este cambio.

Esta claro, que realizarán una gestión pública más honesta, más ordenada y favorable a los pobres. Parece dudoso que tengan fuerzas para cuestionar el neoliberalismo imperante y sean capaces de implantar un modelo más justo y equilibrado, en un país que se encuentra muy endeudado, que está bajo la mirada del BM y el FMI. En este sentido, Uruguay dependerá mucho del desarrollo político de Argentina y de Brasil, como modelos a imitar.

Una de las labores prioritarias será la reconstrucción de su sistema educativo, eliminando el enfoque tradicionalista y utilitario que han aplicado las últimas reformas de la derecha. Debe transformar el sistema educativo en un instrumento liberador del pensamiento y generador de conciencia.

Junto a las elecciones generales, se realiza una propuesta de cambio constitucional, que desde mi punto de vista es muy importante. Plantean la reforma de los artículos 47 y 188 de la Constitución, por otros que establecen que el servicio público de saneamiento y de abastecimiento de agua para el consumo humano será prestado por el ESTADO.

Este hecho es fundamental porque estamos asistiendo a una lucha soterrada por el dominio del agua en el mundo. El neoliberalismo plantea su dominio a través de las privatizaciones, donde el agua es un producto más de consumo y no una necesidad esencial del hombre, con lo que realizan grandes negocios. En el siglo XXI, el agua es el gran problema mundial y ya estamos asistiendo a conflictos y guerras por su dominio, Irak, el conflicto judeo-palestino etc.

La consulta es vital, pues estipula que el agua es un derecho humano y no una mercancía sujeta al regateo del mercado, que en la prestación de los servicios hídricos se deberá anteponer las razones de orden social a las de orden económico privado. También está en juego la protección del sector uruguayo del acuífero Guaraní, una de las reservas de agua más grandes del mundo y que Estados Unidos quiere dominar de forma económica y militar.

En esta consulta el consorcio español Uragua, formado por Iberdrola, Cartera Uno y Aguas de Bilbao ha amenazado con retirarse de Uruguay. Dispone de una concesión del servicio de agua en la provincia de Maldonado. Concesión obtenida por la presión del BM y el FMI.

Desear suerte al Frente Amplio y que sepa cumplir las expectativas de los uruguayos y de amplios sectores progresistas del mundo.

Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 5 Noviembre 2004.