Sí, sí, desde muy pequeñito llamaba la atención por su desmesura.
Al amamantarlo se amontonaban los cuidados, su madre le aupaba la parte superior del cuerpo para que atinara con la cabeza. Mientras tanto, su padre se afanaba ante tanto peso, era la manera de evitar que piernas y posaderas se le vinieran abajo.
Desde el parvulario, y esto se prolongó toda su vida; de tan grande, su mirada veía a los demás desde muy arriba. ¡Los otros eran tan minúsculos!
En las reuniones era el único asistente, no cabía nadie más.
Precisamente el intento de presentarse como candidato no pasó de ser un simple espejismo, llegó a intuir que no necesitaba a nadie más.
Eso sí, no hubo forma de evitarlo y un día se murió. Sus allegados plantearon posibilidades de todo tipo, sin poder escoger más que la solución adoptada, tuvieron que esparcir sus cenizas.
Rafael Pérez Ortolá. Vitoria.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 23 Octubre 2004.