La nación española teme la autodeterminación y soberanía populares – por Jesús Bartolomé

Más allá de las posturas que tienen cabida en los grandes medios de comunicación en torno a la festividad del 12 de octubre, hay personas que rechazamos el desfile militar que se organiza con motivo de esta festividad porque estamos convencidos de que la única forma realista de acabar definitivamente con las guerras es acabar con los ejércitos y las armas.

Es lamentable comprobar que la denominada fiesta nacional se fundamente en el desfile militar y la presencia del monarca, celebrándose además sobre la base del recuerdo de la dominación imperial de los territorios americanos por parte de la monarquía hispánica (identificado esto hace no tantos años con lo que consideraban «grandeza de la raza española») y no sobre una base democrática como sería su desarrollo el día de la conmemoración del referéndum constitucional (6 de diciembre). Todo esto significa apostar por una idea de nación anclada en la tradición de un imaginario pasado común (para algunos España ya existía desde la aparición del hombre de Atapuerca) sostenido por la fuerza militar (a la que se le asignó en la constitución vigente la misión de mantener la unidad nacional) y el valor simbólico de la monarquía (impuesta por el dictador Franco y que no ha sido sometida a refrendo popular), despreciando la idea de nación surgida de la revolución francesa basada en la voluntad popular de autodeterminación y autogobierno (palabras censuradas y reprimidas desde el poder central, que las identifica con ideas de nacionalismos excluyentes y etnicistas –cuando no con el terrorismo- y no con lo que se refiere: la opinión soberana del pueblo).

De ahí, que no sea extraño que en lugar de apostar por la recuperación de la memoria democrática, siempre se deba recordar en pie de igualdad a los golpistas que acabaron con la legítima II República imponiendo una férrea y duradera dictadura, que no se puede olvidar porque sus efectos aún hoy los observamos, siendo una muestra clara de esto el gobierno vitalicio que parece que Manuel Fraga pretende desarrollar en Galicia (eso de aferrarse al poder muestra el autoritarismo que subyace en personajes como este) a menos que la conciencia democrática resurja entre la población y logren librarse de las servidumbres clientelares.

Jesús Bartolomé. Alcorcón, Madrid.

Cartas de los lectores.
El Inconformista Digital.-

Incorporación – Redacción. Barcelona, 13 Octubre 2004.