El consumo de drogas ha sido tradicionalmente aceptado en todos los países, de una u otra forma, aunque actualmente el consumo se ha extendido a grandes capas de la población, sobre todo entre la juventud, es decir, se ha popularizado. La alarma lanzada desde el Ministerio de Sanidad se hace desde una óptica parcial, resaltando algunas sustancias como el hachís, cocaína, heroína, pastillas sintéticas, mencionando, de pasada, el alcohol y el tabaco, a pesar de la morbilidad demostrada.
Se sabe que el uso de las drogas es milenario. Hay noticias que se remontan hasta la corte de la China Imperial de antes de nuestra era. Los esclavos de las minas de las colonias españolas mordían hoja de coca para sobrellevar el cansancio de la larga jornada laboral y la escasez de comida. La nobleza europea ha consumido drogas siempre, aunque por motivos muy distintos a los esclavos; lo hacían como signo de refinamiento y para deslumbrar con el ingenio producido por dicha sustancia y, con excepción de los comentarios cortesanos, nadie ponía en cuestión su uso.
Hace quince años que el consumo en España ha aumentado y que la tendencia continua. También se sabe que los hábitos de consumo han cambiado, algo que debería ser motivo de estudio: antes se hacía colectivamente y ahora se hace más en solitario. ¿Por qué salta ahora la alarma? Cada cual podrá hacer sus conjeturas, mejor o peor fundadas, aunque no se puede poner en cuestión lo nocivo de un consumo excesivo y el desenlace final. Lo que me exaspera, aunque no me extraña, es la forma parcial con la que suele ser tratada.
La droga, en sus más variadas vertientes, es parte consustancial de la sociedad y no hablo de hachís, cannabis y otras similares, que han llegado a nuestras manos más recientemente, sino de dos de las que más se consumen y cuentan con gran cobertura de los poderes públicos: alcohol y tabaco. ¿Quién le pone el cascabel al gato? Evidentemente ningún gobierno, por mucho que haga informes, dé la voz de alarma o prometa planes urgentes, se tomará en serio el control de las drogas porque sabe que está plagado de contratiempos. No es la prohibición lo que impide el uso y abuso de la droga; así sólo se consigue el efecto contrario y se engorda a las mafias que origina toda prohibición, además de producir el efecto contrario en gran parte de los usuarios, sino el uso racional de las mismas a través de la educación. Debe ser el humano, convenientemente informado, el que dosifique el uso de las drogas y en las mejores condiciones.
Las drogas aludidas en el informe de Sanidad se cultivan en casi todos los países, pero hace algunos años se ha introducido una variable importante; el cultivo casero de las hierbas, sobre todo en España. Esto debe molestar a los grandes traficantes que ven reducida su clientela.
Elena Salgado, Ministra de Sanidad, da la voz de alarma. Está preocupada por el consumo y dice que hay tomar medidas urgentes sobre el problema, aunque sabe que no es nada fácil. El alcohol y el tabaco seguirán siendo las principales drogas porque están inmersas en la cultura occidental, de una y otro forma, y porque se ha popularizado de tal forma que pasa a ser una de las formas más comunes de divertimento y de relacionarse con el otro. El resto de las drogas sacadas a colación es un suma y sigue de lo mismo. La información veraz es un factor importante, pero será el ejemplo de la sociedad en su conjunto la que ponga en su sitio el consumo racional de cualquier tipo de droga o consumo. Los usos y costumbres de las familias en el hogar cuentan mucho, así como los amigos. Los niños y adolescentes reproducen los comportamientos que ven a su alrededor. Se imitan comportamientos y se entra en una dinámica social imparable.
Naturalmente, nadie habla de disminuir cultivos de vino o de cualquier otra bebida alcohólica, ni de disminuir las plantaciones de tabaco, ya que eso iría en detrimento de una parte importante de la economía. Qué decir de disminuir los bares, que hay a lo largo y ancho de nuestra geografía. ¿Alguien se atreve?
Teresa Galeote. Alcalá de Henares, Madrid.
Colaboradora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 22 Septiembre 2004.