Leo, en un periódico de tirada nacional, una editorial referida a Cuba y las supuestas condiciones inhumanas a las que está sometido el disidente Raúl Rivero. Según su esposa, los carceleros le niegan derechos como la asistencia médica o las vistas. Para hacer exégesis de todo ello lanza una diatriba feroz sobre Cuba.
La isla es, al parecer, como una prisión flotante en el mar Caribe. Como si la prisión de Alcatraz se hubiese ido navegando hasta encallar en medio del proceloso mar. Tacha a Cuba como una de las dictaduras más antiguas del mundo y la situación en ella, de cuya culpa solo la tiene el régimen, atroz y siniestra.
Para adornar tal cúmulo de miserias, alude a las medallas conseguidas en las Olimpiadas, como “ventas de un éxito” para tapar la realidad, la venta de una isla bucólica e idealista, cuando es todo lo contrario. Llega a plantear la idea de que las medallas no son tan importantes, como si no hubiese otro tipo de problemas. No sé por qué, pero la canción me suena, y muy cercana.
La cuestión deportiva merece un análisis adecuado. Cuba, con 11.300.000 habitantes, casi una cuarta parte de España, nos vapulea en medallas (27 por 19) y nos triplica en las más preciadas, las de oro (9 por 3). Con un PIB (Producto Interior Bruto) de 31.590 millones de dólares es 26 veces menor al español. Si tenemos en cuenta embargos, ataques de plagas preparadas desde el vecino norteamericano y demás lindezas, la cuestión es meridianamente clara. Además, deberíamos ser más humildes con respecto a los deportistas cubanos que nos han llegado a España. Sobre todo en el caso de Joan Lino Martínez, medalla de bronce en salto de longitud, y que con un salto a todas luces nulo, fue defendido a capa y espada por los estamentos deportivos españoles.
No seamos tan papistas con las ventas que se hacen de los triunfos deportivos, aquí se utilizan de igual manera. El hacer “patria” va muy bien a todos los gobiernos.
Como anécdota, dentro de los numerosos despropósitos que se realizan en las transmisiones deportivas, me viene a la memoria un combate de judo donde el protagonista era un judoka español de padre japonés y madre española. En plena efervescencia patriótica el comentarista, además de asegurar que iba a ganar una medalla de manera segura, lanzó la soflama: “tiene la técnica del padre, y las virtudes de la madre”.
Pero adentrándonos en la cuestión más importante, esa que hace que los medios de comunicación, en su pensamiento plano y uniforme, nos den la imagen sesgada y sectaria de los acontecimientos, hecho en falta un suceso de suma gravedad y que ha sido tratado poco y superficialmente. Me refiero al indulto que ha efectuado la presidenta saliente de Panamá de cuatro terroristas cubanos (gusanos) que habían sido condenados a penas de prisión en el país del canal. La sentencia, benévola dado el delito cometido, debía ser la adecuada para no enfadar al papá norteamericano y al exilio de Miami. La condena, ocho años a Posada Carriles y Jiménez Escobedo, y siete a Remón Rodríguez y Novo Sampoll, dista muy de lejos de la que el Código Penal de Panamá dicta para estos supuestos, la cadena perpetua. La presidenta los indulta y envía a Miami, y dado que la sentencia está en fase de apelación el indulto es ilegal, ya que este solo puede decretarse si la sentencia es firme. Dª. Mireya Moscoso tenía mucha prisa en satisfacer las demandas del gobernador de Florida, el hemanísimo de Bush, ya que este le puede dar un exilio dorado en aquella tierra. Recordemos que el 78% de los panameños quieren que procesen a la expresidenta por su mandato corrupto.
Claro que estando pendiente la visita del D. Felipe de Borbón, el sucesor a la jefatura del Estado español elegido democráticamente por todos los españoles, no debía ser conveniente “atacar” a la protegida de la familia Bush. ¿Cuántas voces se han alzado para protestar por la recepción de la Sra. Moscoso al representante español? Quizás la decencia hubiese evitado esta entrevista, pero los designios de España están más cerca de la Casa Blanca que de La Moncloa.
El historial de los cuatro asesinos es harto elocuente. Recojo una serie de datos que he podido sacar de ese filón que es Internet.
Posada Carriles es un antiguo agente de la CIA y mercenario profesional. Fue miembro de los rangers de los USA, experto en explosivos y especialista en actos de piratería marítima, dotado, por lo tanto, de una sólida formación paramilitar. Estuvo en organizaciones terroristas como la JURE y el Ejército de Liberación, y fue jefe de las operaciones de los grupúsculos criminales Comandos L y RECE con sede en Miami.
Una de sus acciones criminales estuvo en el atentado contra un avión de línea procedente de Barbados el 6 de octubre de 1976, considerado el primer atentado terrorista aéreo. En el murieron 73 personas, entre ellas los 24 integrantes del equipo juvenil de esgrima que acababa de proclamarse campeón en los Juegos Panamericanos (no se si será conveniente dilucidar entre deportistas cubanos o de otra nacionalidad ante este asesinato en masa). Además es autor de la ola de atentados que, en 1997, dejaron en la isla un rastro de sangre, y que costó la vida a un joven italiano (tampoco Berlusconi estará por la labor).
Los otros tres “angelitos” tienen un dilatado historial. Jiménez Escobedo asesinó a un técnico pesquero cubano, Artañán Díaz Díaz, en México. Tráfico de explosivos y de drogas. Novo Sampoll, en ataques con bombas contra embajadas, barcos y aviones cubanos, para después trabajar en la DINA, la policía política de Pinochet. Y Remón Rodríguez es el autor, entre otros, del asesinato del diplomático cubano Félix García Rodríguez, el 11 de septiembre de 1980, y del emigrante cubano, José Eulalio Negrín en 1979.
Desde luego el historial es lo suficientemente “esmerado” como para hacer temblar a cualquier persona, pero los muertos eran cubanos, ahí está la diferencia.
Pidan que se intervenga ante el gobierno cubano por la situación del Sr. Rivero. Pero de tocar al “gran hermano” nada. Los criterios y baremos para ser demócrata los designan los mismos que fijan quién es terrorista y quién no.
Emilio Sales Almazán. Talavera.
Colaborador, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 3 Septiembre 2004.