La Sanidad Pública madrileña y doña Esperanza – por Teresa Galeote

Son constantes los discursos y las promesas que hacen los partidos políticos durante las elecciones; después olvidan o tergiversan el sentido de lo dicho. Otra cosa es que los ciudadanos las olviden, algo que suele suceder con demasiada frecuencia. Así pues, vaya desde estas líneas un recordatorio sobre la necesaria Sanidad de los ciudadanos. No cabe duda de que cada partido entiende la salud pública desde una óptica diferente, y que cada recorrido va acompañado de objetivos diferentes, aunque la única finalidad entendible es la atención que merece la persona que se enferma.

Hace tiempo que la Sanidad ha sido transferida a las comunidades autónomas y, aunque ya hay claras diferencias de gestión en cada una de ellas, seguimos con grandes carencias. En verano, a las famosas listas de espera hay que añadir la disminución del servicio; menos camas en las escasas ya existentes, menos personal en el ya escaso, menos quirófanos y suma y sigue.

Argumentando que hay menos enfermos que atender, y en aras de economizar dinero, se cierran quirófanos en verano en vez de aliviar las largas listas de espera, no se cubren las bajas vacacionales del personal sanitario y todo un rosario de carencias permanentes se agravan en verano; todo un despropósito, aunque de despropósitos está el mundo lleno, incluidos los de doña Esperanza. Pero ella lo tiene muy claro, pues el cierre de quirófanos lo suple mandando a los enfermos a centros privados; como comprobamos, una vez más, cada uno hace y deshace a su antojo, pasan los años, las directrices dadas siguen su ritmo y los responsables sanitarios no hacen nada para evitarlo porque el que se mueve no sale en la siguiente foto de grupo. Así pues, algunos hacen su especial agosto por que las decisiones de la flamante Presidenta de la Comunidad madrileña lo permite y potencia.

Nada importa que la población de Madrid haya aumentado en los últimos cinco años en 70.000 personas, ni que los trabajadores del Hospital Clínico de Madrid protestasen, hace algunos meses, por la saturación de los servicios. Doña Esperanza y su equipo reducen entre un 15% y un 25% de camas, y es que no hay nada como tener las ideas claras. El gobierno de la Comunidad de Madrid tienen decidido asignar parte del dinero de Sanidad a conciertos, no musicales, sino a conveniar con la sanidad privada los servicios deficitarios, estimulados desde la propia Administración; todo un alarde de cinismo. Aunque hay más; las zonas veraniegas tampoco son compensadas con el servicio sanitario adecuado a la población recibida en fechas vacacionales.

Según el presidente de la Organización Médica Colegiada, España es uno de los países de la Unión europea con menos camas por habitantes (4 camas por cada 1.000 habitantes frente a las 9 de Alemania), y aún así a los gobernantes del PP dejan hibernando quirófanos, camas y demás infraestructuras sanitarias. Sólo falta una orden ministerial que prohiba ponerse enfermo en agosto, y si el respondón impaciente persiste en su enfermedad le pueden hacer una recomendación; dirigirse a la sanidad privada. Ella siempre estará allí, los acogerá con los brazos y lo bolsillos abiertos.

Si el Estado dedicase mayor porcentaje de nuestro Producto Interior Bruto a nuestra Sanidad Pública, sanidad que pagamos obligatoriamente, no sufriría dicho colapso. Nuestras listas de espera se reducirían considerablemente, nuestros médicos, enfermeras y demás personal, actualmente en paro, pasarían a dedicarse al trabajo para el que se prepararon. ¿Es tan difícil? Francia destina un 9,7% y Alemania 10, 9% y España un 7,5%.

Esa cantinela Aznariana de «España va bien» es un escarnio para enfermos y profesionales de la Sanidad Pública, que ven como los problemas sanitarios no se solucionan por falta de voluntad y porque detrás de las deficiencias está el deseo imperioso de la Presidenta madrileña y del PP de fomentar la sanidad privada.

Teresa Galeote. Alcalá de Henares, Madrid.
Colaboradora, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 1 Septiembre 2004.