Mientras sigue el cerco a la ciudad santa de Nayaf, Al Sader y el importante seguimiento chiíta que este tiene se han convertido en un importante problema para los norteamericanos. Artículo de Joseph Samaha, publicado en Assafir.
Traducción – El factor chiíta en la guerra de Iraq
Bautismo de fuego – por Joseph Samaha
La decisión estadounidense para extirpar la corriente Saderí ha sido tomada. Lo que presenciamos desde hace más de dos semanas, es tan solo la puesta en escena de la decisión y su aplicación. La puesta en escena debe estar, en lo más posible, bien hecha, porque se trata de una misión complicada. La extirpación por razones de seguridad, no es difícil, sin embargo, la mayor preocupación es no convertir cualquier derrota militar de la corriente Saderí, en una victoria política.
Los elementos del plan estadounidense son claros y se basan en los siguientes puntos:
1. La decisión ha de aparecer como si fuera una decisión tomada por un gobierno iraquí soberano, en la dirección de su ánimo por desempeñar sus funciones. El gobierno de Alawi ha correspondido a tales expectativas norteamericanas. Sus hombres han tenido en el pasado suficientes experiencias y están decididos a apostar el todo por el todo por la ocupación, es más, empezamos a presenciar el nacimiento del embrión de una coalición de gobierno cuyo eslogan es la “reproducción”: Desde el Consejo de Gobierno al gobierno, al Congreso Nacional o al “Parlamento Provisional”, la coalición ha dominado la mayoría de los escaños del “Parlamento” a través de unas escandalosas asignaciones. Tememos que las próximas elecciones generales, puedan reproducir los mismos resultados. El actual experimento al que los hombres de EEUU están siendo sometidos, es importante por su excepcionalidad, ya que, si los chiíes van a formar la columna vertebral del nuevo Irak y, si se les exige más adelante, transformar a Irak en una base colonialista, entonces el mejor pasillo para conseguirlo sería a través de empujarles hacia “un bautismo de fuego chiíta” y, en Al Nayaf, precisamente.
2. La conducta del gobierno, ha de aparecer como si se tratara de solucionar un asunto de rebeldía que persigue la difusión de la anarquía y el quebramiento del monopolio oficial de las armas.
3. Es necesario, para proteger la acción militar, disimular que se está negociando y, ofrecer una serie de propuestas para ir subiendo el techo de las exigencias, cada vez más que la vez anterior hasta llegar al punto de ruptura donde hay que zanjar el asunto con una única solución, una vez que se haya preparado el escenario militar, desapareciendo, en todo lo posible, cualquier escenario político. Quien revise las tácticas Alawitas seguidas hasta ahora, observaría la aplicación literal de dicha política.
4. Si hubiera fuerzas neutrales, neutralizarlas para no interferir en la confrontación. Pues, lo que se persigue es aislar al adversario de fuerzas que pudieran apoyarlo o simpatizar con él. La única manera para conseguirlo, es a través de hacer que la “legitimidad”, de forma ficticia, se ubicara en una posición de autodefensa contra un agresor que podría no querer el poder para si mismo, pero que es capaz de hacer que la anarquía fuera la alternativa.
5. Transformar a las instituciones iraquíes en una túnica, tras la cual, se ocultaría la ocupación. Es notorio, en este sentido, que John Negroponte y George Caisy no hayan aparecido públicamente desde hace semanas. De esta manera, no sería fácil convencer a muchos que las reuniones decisivas se celebran en la embajada de EEUU y, que las fuerzas de ocupación, juegan el papel central en las operaciones militares. Para explorar la distancia que ha recorrido Irak, bastaría con recordar la anterior confrontación con la corriente Saderí: Cerrar “Al Houza” (institución chií), fue una decisión firmada por Paul Bremer, la detención de uno de los asesores del Al Sader, fue una orden firmada por Paul Bremer, así también, la amenaza de detener a Moqtada Al Sader o de asesinarle, fue lanzada por un oficial americano. En aquel tiempo, la pacificación llegó a través de lo que se llamó “la casa chií” y después de una reunión celebrada en casa de Alí Al Sistani.
Observamos hoy que las declaraciones son las mismas, las amenazas también, las promesas, las autoridades…etc. Con una diferencia, “el americano” se trasladó a la parte trasera del escenario, donde puede controlar los acontecimientos sin asumir responsabilidades. Tal vez, también, la diferencia que hay entre esta vez y la otra, radique en la disminución de la influencia directa que los acontecimientos de Irak pudieran dejar en la campaña electoral estadounidense.
Lo que avala la conclusión de que el plan es un plan de extirpación, es la cascada de declaraciones contradictorias por parte de los pilares del gobierno de la ocupación. En dichas declaraciones, se rehúsa darle un tratamiento político al caso Saderí. Es, como dijo Alawi a la revista americana “Time”, una coalición entre fundamentalistas terroristas, ex sadamistas y delincuentes comunes. Y son, “bandas” o “un puñado de malhechores”. La solución propuesta va entre “tirarles detrás de las fronteras” a “asesinarles uno tras el otro”. No encaja la descripción que dan sobre los seguidores de la revuelta con la solución que va acompañada de un mentiroso llamamiento a “participar en la vida política”. Un llamamiento de esta clase, no se dirige a gentes de esta clase. Tampoco tiene sentido insistir en el llamamiento (con la probabilidad de retirarlo), a no ser a que se apueste por trasladarlos a trabajar en las instituciones de la ocupación, lo cual, sería la única garantía para “extirpar” a una corriente de una clase, como la corriente Saderí.
Joseph Samaha, periodista libanés, siendo publicado el presente artículo en el periódico Assafir de El Líbano el pasado 20 de Agosto.
Traducido del árabe por Jamal Halawa. Olias del Rey. Toledo.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 23 Agosto 2004.