El Pacto del Agua en Aragón – por Edmundo Fayanás

En 1992 se firmó el llamado Pacto del Agua de Aragón, en el que se recogían las demandas históricas de los regadíos de esa comunidad. Para ello diseñaron las obras necesarias para poder atender las necesidades hídricas que suponen los nuevos regadíos, la expansión industrial de la comunidad y su consumo humano.

Marca un conjunto de obras a desarrollar, entre las que destaca el recrecimiento del pantano de Yesa y la construcción de nuevos pantanos como el de Montearagón, Santaliestra, Biscarrués… etc., hasta un centenar de actuaciones.

Doce años después, el nivel de ejecución de las obras del Pacto del Agua es de sólo el 5% y las que se han realizado se han hecho pensando más en el famoso trasvase del Ebro que en atender las necesidades hídricas de Aragón. Actualmente algunas de estas obras como Santaliestra y Biscarrués no se realizarán por sentencia judicial, produciéndose un fuerte debate con el recrecimiento de Yesa.

Se está discutiendo de nuevo todo el Pacto del Agua, pero a mi modo de ver, se sigue con los planteamientos desarrollistas y carentes de futuro sobre el uso del agua. Podemos decir que en Aragón se utiliza mal el agua, para ello son significativos dos datos. En primer lugar una tercera parte del agua se pierde en los sistemas de regadío antes de llegar a su destino. La eficiencia hídrica de Aragón es del 63%, lo que significa que es un mal dato, donde de cada tres litros de agua pierde uno.

En segundo lugar, el consumo de agua por Ha. es de 8.640 Hm3, mientras que la media española es de 7.000 Hm3. Como podemos ver, estos dos ejemplos son suficientemente representativos de esa afirmación. Si muchas de las obras que se están pidiendo o realizando no se hicieran, evitaríamos los altos costes medioambientales y humanos que conlleva cualquier obra hidráulica.

Aragón ha soñado durante décadas con transformar sus inmensos secarrales en campos de regadío, donde la producción fuese muy significativa y convertirse en el granero español. Pero estos sueños aragoneses, de Joaquín Costa y de otros muchos, corresponden al pensamiento de inicios del siglo XX, no a la realidad del XXI. En aquellos tiempos la agricultura tenía un fuerte valor económico, pero en el siglo XXI, la agricultura de los países desarrollados carece en muchos aspectos de la suficiente competitividad y ya no tiene mucho sentido. Cuando se está planteando en la OMC(Organización Mundial del Comercio) la apertura de los mercados agrícolas y la desaparición de las subvenciones nos vendría bien que nuestras autoridades políticas y económicas reflexionarán sobre: ¿Cuál va a ser el futuro agrícola de España? ¿Será la agricultura española será competitiva sin subvenciones? ¿Qué sectores habría que apoyar para una mejor conservación medioambiental del país? ¿Cuál va a ser el futuro agrícola de Aragón? ¿Cómo se va a utilizar correctamente el agua y si se pagara a su precio real? Y así decenas de preguntas.

En 1992, cuando se firmó el Pacto del Agua en Aragón había 390.000 Ha. de regadío, en los inicios del 2004 se había llegado a las 450.409 Ha. Con un consumo hídrico de 3.891,1 Hm3 de agua. Para el año 2008 se prevé aumentar el número de Ha. en 74.902 Ha. con un aumento del consumo de agua de 504 Hm3. Cuando se cumpla el Pacto se llegará a 769.730 Ha. y un consumo de agua de 6.165,93 Hm3 de agua.

¿Qué va a pasar con Yesa? Parece que se va a recrecer en una cota de 510 m., que es el consenso al que han llegado los principales partidos aragoneses, con una capacidad de 1.100 Hm3, muy por encima de las necesidades de agua de Aragón. Se están desestimando otras alternativas más baratas y con menor coste medioambiental. Si Yesa se recrece en la cota 510 m., será posible en un tiempo no muy lejano que el PP pueda a volver a plantear el incomprensible trasvase del Ebro. El recrecimiento de Yesa es uno de los pilares fundamentales de ese trasvase.

En Navarra, no hay Pacto del Agua pero hay dos pantanos el de Yesa e Itoiz llenos de polémicas, y que han causado y causan muy mal sabor de boca, todo ello con las obras del denominado canal de Navarra, cuyo objetivo es ampliar el regadío de la zona media y de la ribera. Pero aquí cabe hacerse las mismas preguntas que en Aragón con su Pacto del Agua y la utilidad agrícola.

Los políticos aragoneses y navarros a mi entender no han evolucionado de las tesis de inicios del siglo XX. Todas estas obras son la alegría de los constructores (Florentino Pérez, Ester Koplowich…), de las cementeras, de las grandes empresas energéticas, etc.

Se supone que de los agricultores también, pero ¿Cuanto durará la alegría de los agricultores? ¿Podrán pagar el precio real del agua que se les suministre? ¿Trabajarán los campos cuando desaparezcan las subvenciones? ¿ Podrán competir con los países del tercer mundo?

Es hora de empezar a trabajar y concretar los nuevos valores que desarrolla “la nueva cultura del agua” y desarrollar principios que mantengan nuestra importante riqueza medioambiental.

Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 13 Agosto 2004.