¿Cómo ha podido suceder? He aquí una de las preguntas habituales. Por mucho que la repitamos, sigue viniendo a nuestras mentes cada día, cada hora. Después de tantos ISMOS como en el mundo han sido y son, siguen sobrepasándose todos los límites.
Alain Finkielkraut habla de imbecilidad pesimista sobre el futuro. Y añado, imbecilidad también para analizar el pasado, somos extraños en un pasado que no nos acercamos a comprender. Entre esas pocas luces para afrontar pasado y futuro, vamos disfrutando irónicamente de un presente convertido en gran BAÚL de las DESDICHAS. No será por falta de adelantos, pero desventuras las provocamos por todas las esquinas.
Nos embrollamos tratando de explicar lo inefable, cuando el sello distintivo de las actuaciones humanas lleva grabadas una serie de características que no pueden desmenuzarse a base de palabras. Para bien o para mal representamos unas individualidades imposibles de reducir a simples frases, palabras o interpretaciones.
Pese a todo, observando el presente de nuestros momentos, me parece identificar algunas actitudes que nos sacan furiosamente de él. Es un estar aquí en cuanto a cuerpo, pero nuestras actitudes cada vez tienen menos que ver con ese presente.
A todos nos suena aquel HOMBRE SIN ATRIBUTOS de Robert Musil referido al ámbito centroeuropeo del primer tercio del siglo XX. Constituye una manera de ser plenamente actual un siglo más tarde. No es ya que se dude, no se tienen criterios para calibrar las actuaciones e incluso en algunos sectores está mal visto eso de gentes con criterio. Esta forma de manifestarnos en la vida transforma la suma en una operación inútil. No es posible aunar criterios o valoraciones si no las hay. En este grupo social no se valora nada.
También se dan los sectores con ATRIBUTOS SIN HOMBRES. Otra formación social diferente. Cualquier grupúsculo o persona adopta unos conceptos simples, no es necesario mucho razonamiento, y a partir de ello se supeditan las conductas posteriores. Son como una escusa válida para ir tirando. Unos los convertirán en dogma religioso, otros introducen el matiz político… y los habrá hasta deportivos. Es decir, se agarra un atributo facilón y, sin tener en cuenta la diversidad de cada persona, el atributo sirve de atizador para dar zurriagazos allá donde sea menester. No piensan, asestan con sus atributos los golpes más diversos. Son actitudes fundamentalistas… ¿Medievales? ¡Qué va! Miren dos telediarios y las verán de todos los colores.
Luego están los COMPORTAMIENTOS IMPERIALES. No sólo es cuestión de tamaño, desde un gran jerifalte de turno hasta un minúsculo mequetrefe pueden ejercer como tales. Son los que tratan de extralimitar sus condiciones a todos los demás. Cómo no van a pasar todos por el embudo de sus maravillas. Sí, a veces grandes gobernantes, a veces pequeños y cualquier jefecillo de área.
Como colofón sitúo a la gran DESCONEXIÓN CIUDADANA. Se han debido fundir los plomos, ya no se conectan ni los vecinos o familiares más directos. Esto va más allá de un posible libre albedrío; es que no hay albedrío, procurando no tener en cuenta mas que al pequeño emperador constituido por cada uno de los ciudadanos.
Dice Nadine Gordimer, en La hija de Burger, que ser libre significa ser casi un extraño para sí mismo. Son tantas las interioridades de cada persona y las incluidas en las sumas sociales, que la libertad nos torna extraños de tantas posibilidades como llevamos dentro.
Pero lamento esa otra extrañeza derivada de los hombres que no tienen, ni buscan atributos; de los atributos sueltos sin calidad humana; de los emperadores de pacotilla; y de esa desconexión de la que irónicamente se suele hacer gala… habiendo vivido / en esta efímera claridad que oscila sobre nuestras frentes / entre dos masas de sombra. Así termina Jacques Reda el poema LOS VIVOS.
Extraños ante un presente que no parece nuestro. ¿De quién?
Rafael Pérez Ortolá. Vitoria.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 1 Agosto 2004.