Fahrenheit 9/11. Un directo al estómago – por Emilio Sales Almazán

Debo decir, a modo de introducción, que las expectativas con las que iba a ver la película, después de haber oído, hablado y leído tanto de ella se han quedado cortas. Es necesario, es imprescindible, es de salud pública el ir a verla.

En algún medio se la calificaba de panfleto anti-Bush y es, desde luego, un virulento retrato del inquilino de la Casa Blanca, pero no se ciñe a su figura (aunque sea el eje central) creo que va mucho más allá. Es una demoledora descripción del sistema neoliberal, de las mentiras que desde el poder económico se producen para conseguir sus espurios fines.

También se la calificaba de serie de acusaciones sin demostrar, y eso es una falacia. Creo que deja a las claras las connivencias de los entresijos económicos por encima de países o “patrias”. Ya en su libro “¿Qué has hecho con mi país tío?” lo diseccionaba. Es cierto que en un par de horas es complicado (¿he dicho dos horas?, lo cierto es que la película se hace corta) pero la cantidad de información que se maneja creo que deja las cosas diáfanas.

La obra no solamente se ciñe a la invasión de Irak, es un repaso desde el triunfo (amañado) electoral hasta la situación en el país de las mil y una noches. Pasando por la meliflua respuesta de los demócratas ante el escándalo electoral, los atentados del 11-S, las complicidades de las familias Bush y Bin Laden, los intereses de las grandes corporaciones en el entramado, y la multitud de mentiras que se crearon para justificar la invasión y el genocidio del pueblo iraquí.

Una cosa hecho de menos, o a lo mejor es bueno para el sentir fanatismo patriotero español, y es que cuando señala a los causantes de la trama iraquí aparece, como único leader extranjero Tony Blair, y se olvida del otro integrante del terceto homicida de las Azores, J. M. Ansar.

Ni que decir tiene que las escenas de muerte de los iraquíes, niños y adultos, así como de soldados son estremecedoras (no por vistas se acostumbra uno), pero hay alguna que produce más dolor como son los pequeños iraquíes jugando, cuando poco después sus alegrías serían cortadas de raíz por el bombardeo genocida. Un pueblo que a las personas muy allegadas que conozco y han visitado en alguna ocasión es culto, alegre y hospitalario a pesar de los tiranos, anteriores y actuales.

Recomiendo fervientemente su visión y, como en el anterior documental “Bowling for Columbine”, debería pasarse en los centros de secundaria y centros culturales. Es una mirada cruda de la realidad, de allí y de aquí, puesto que los vicios de aquella sociedad se inculcan en la nuestra.

Dos secuencias no se me resisten a resaltar para finalizar. Una de un congresista demócrata que al ser preguntado si había leído la Ley patriótica que se aprobó respondía que no, “¿Usted se piensa si tuviéramos que leernos todas las leyes que aprobamos?”. La otra se refiere a la cantidad de hijos de congresistas que estaban alistados en el ejercito para luchar en Irak: UNO. Cuando Moore les blande una hoja de firmas para que los hijos de estos vayan también a la guerra, todos salen despavoridos. La guerra la hacen unos (los que en nada les va) para resolver los problemas de los poderosos (los que se están jugando sus intereses).

Emilio Sales Almazán. Talavera.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 30 Julio 2004.