El “viejo profesor”, Enrique Tierno Galván, decía que las promesas electorales están para no cumplirlas. Y en esa afirmación harto cínica estriba uno de los mayores cánceres de nuestra democracia (si esto es una democracia). Si a esto añadimos unas campañas electorales deficientemente democráticas, con nulos o escasos debates, con preponderancia hacia el modelo norteamericano, bipartidista y basado en marketing y por lo tanto desembolsos económicos fabulosos, la cuestión está servida.
En las últimas elecciones al Parlamento Europeo, esas que a pesar del rápido olvido de los que encontraron acomodo parlamentario en Bruselas, ganó la Abstención, los debates de más de una candidatura (más parecía una elección de presidentes y no de diputados que luego se debían ir a sus grupos parlamentarios correspondientes) fueron casi nulos, uno recuerdo con seis cabezas de lista. Los otros, no muchos, se realizaron entre los dos cabezas de los partidos llamados “grandes”, a saber, D. Josep Oreja y el Sr. Mayor Borrell.
En estos encuentros, de los cuales sólo fui capaz de soportarlos a retazos, el principal argumento era la descalificación del (supuesto) oponente. Y digo supuesto porque los acontecimientos actuales demuestran algo que estaba cantado. Dicen menos verdades que los programas rosas de la tele.
El Sr. Oreja (el del PP) basó parte de su campaña en intentar demostrar la nefasta época del Sr. Borrell (el del PSOE) al frente del ministerio de hacienda (en minúscula ya que somos todos y nos queda poca cosa a repartir) y sus presuntas o no tanto, corrupciones.
Ahora tenemos un Presidente del Parlamento Europeo que es, al menos presunto, delincuente habitual. Y, paradojas de la vida, de la parte más soez de la política, votado y auspiciado por el Partido Popular y su máximo cerebro al frente.
Pregunta de primaria: ¿Cómo se come eso?.
El que hace unos meses tildaba de indigno ahora declara: “un buen día para España en el Parlamento Europeo”.
El responsable de los socialistas españoles en la cámara valoró como digno que los dos tercios de los populares europeos votaran a Borrell. Y una pregunta se puede hacer, ¿porqué no hacen un grupo socialpopular español en la cámara si están tan de acuerdo?.
Los que nos olíamos una segunda parte de esta opera, estábamos convencidos que las huestes del “Barón” iban a apoyar al candidato conservador (derecha pura y dura) como presidente de la Comisión Europea. Se hablaba de que el acuerdo técnico entre populares y socialistas para repartirse la Presidencia del Parlamento Europeo no incluye un pacto para que el grupo socialista apoye a Durao Barroso. Creo que una cosa es parecer tonto y otra serlo.
Durao Barroso ha sido elegido con los votos de los populares y de los parlamentarios socialistas y laboristas, españoles e ingleses.
El premier portugués, el anfitrión del terceto de la muerte, el que dio techo y cobijo al gran hermano blanco y sus secuaces en el genocidio de Irak, el colaborador necesario. Cuando se detiene a un delincuente, se detiene también a los que les han dado albergue, son cómplices. El líder conservador (él se define de centro, como Aznar, y tantos otros) que tiene la desfachatez de proclamar, una vez elegido presidente de la Comisión: “Veo desarrollos positivos en Irak… Todos los demócratas deberíamos estar felices por la caída de uno de los más terribles dictadores”. Otra vez nos toman por tontos, a no ser que los muertos diarios en Irak sean virtuales. Yo no estoy feliz. Ni veo desarrollos positivos. Ni nada de nada.
Ahora queda el tercer acto, al menos de esta obra. El pacto se extenderá a la llamada Constitución Europea. Esa de cuyo texto poco sabemos, y poco les interesa que se sepa. Un texto, “Proyecto de Tratado por el que se instituye una Constitución para Europa”, el único que, al menos yo he tenido acceso, y que en 265 desgrana el proyecto que una elite ha pensado para todos y todas.
Es tal el cinismo que en su preámbulo dicta:
Nuestra Constitución … se llama democracia porque el poder no está en manos de unos pocos sino de la mayoría. .Tucídides II, 37
Así, dándose ellos mismos el carné de demócrata, pactan y aprueban lo que nos conviene. Una llamada Constitución de la que muchos se sienten excluidos y a los que se consultará (si se les consulta) cuando esté maduro el resultado.
Después de todo esto como llamar a esta pantomima.
Emilio Sales Almazán. Talavera.
Colaborador, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 24 Julio 2004.