Fundamentalistas agresivos – por Diego Mas

Apreciado señor director:
Todos tenemos derecho a expresar nuestras opiniones, pero nadie, nadie, a imponerlas a los demás. Aunque quienes sostienen ideas insanas, antinaturales, anticuadas, tiendan una y mil veces a obligar por la fuerza a adoptarlas, ya que la misma irracionalidad de esas ideas les impide convencer a otros.

El precio de la libertad es una perpetua vigilancia. Los síntomas son evidentes: El que emplea métodos fascistas, es fascista. Todos recordamos muy bien esa organización que, apoyándose en el fascismo español –como en el italiano- consiguió impedir a todos, con leyes y policías, el uso de anticonceptivos; poder fáctico que, cuando la democracia acabó con su opresión, apeló a una sublevación (in)civil a médicos, farmacéuticos etcétera para que reprimieran nuestras opiniones y derechos al respecto, como todavía hacen algunos, abusando de su profesión. Fue la misma organización que nos prohibió por ley el divorcio y, cuando ya no pudo, llamó a una cruzada, a una guerra civil, a jueces y abogados para tiranizarnos de nuevo, forzarnos a aceptar la «única forma natural y moral de matrimonio», la suya. Ahora vuelve de nuevo a la carga, intentando que se niegue a los homosexuales que lo deseen el reconocimiento de los derechos civiles de su convivencia, amenazando una vez más con su totalitario «o yo, o el caos», el infierno en la tierra, ya que ni ella misma se atreve ya a predicar su desacreditado infierno de ultratumba.

Nuestro mayor respeto –como el que exigimos para nosotros mismos- para esa gran mayoría de cristianos, e incluso clérigos de a pie, que quieren vivir de verdad su religiosidad, sin tratar de imponerla a los demás. Pero a los conspiratorios corpúsculos de sectarios y jerarcas que deliberadamente, para medrar ellos, bajo capa de religión, intentan confundir la piedad con su política, a esos eternos enemigos de los derechos y libertades ajenas, al clericalismo agresivo que tanta opresión, incultura y tragedias ha provocado en nuestro pueblo, neguémosle hasta el pan y la sal, que hoy, y mucho más, todavía extraen anticonstitucionalmente del bolsillo de todos nosotros, con chantajes a los que debemos poner fin de una vez por todas, para conseguir una paz y democracia perdurables.

Diego Mas. Madrid.

Cartas de los lectores.
El Inconformista Digital.-

Incorporación – Redacción. Barcelona, 23 Julio 2004.