Editorial – Consenso para Kabul
El País | Opinión – 07-07-2004
“Al someter al Congreso la decisión de reforzar la presencia militar española en Afganistán, así como el envío de una misión humanitaria a Haití, el Gobierno de Zapatero ha marcado un antes y un después en la participación de España en operaciones militares internacionales. El respaldo abrumador -con la significativa oposición de IU en el caso de Afganistán- indica que el consenso es posible en tan delicada materia. Este formato de corresponsabilidad entre el Ejecutivo y el Legislativo ni siquiera llegó a plantearse para el envío de tropas a Irak, pese a que el PP gozaba de mayoría absoluta en el Congreso. Ahora es necesario formalizar este tipo de consulta mediante la reforma de la Ley Orgánica de la Defensa Nacional, que Zapatero prometió remitir al Parlamento antes de fin de año. “
Desde luego. El País jalea al gobierno de su cuerda desde la barrera que más le interesa. Podía haber empezado diciendo que en España primero fue OTAN no; luego, OTAN de entrada, no; luego OTAN sí, pero sin salida de tropas al exterior; luego OTAN y Unión Europea Occidental, que nos obligaba a mucho sin saber a cuánto y ya sin referéndum; luego salidas del ejército a tierras extranjeras sí, pero humanitarias, luego, que lo de Irak era humanitario, aunque no se sabe bien lo que de humanitario tiene un helicóptero Super Puma y ahora, finalmente, enfrascados en la GENERALIZACIÓN de la salida de nuestras tropas al extranjero. En acostumbrarnos a que tienen que andar siempre por ahí, de picos pardos y ayudando a desfacer entuertos, ajenos sobre todo.
No hay un antes y un después; hay una cadena sucesiva de engaños a la población. Y este de seguir manteniendo las tropas en Afganistán y enviar otras a Haití, es un engaño superlativo, un escamoteo de la voluntad popular y una estafa al electorado. Pero aquí todo se arregla con otra ley más, cuando la ley era clara y podía haber sido muy simple: Uno. Nuestras tropas no salen al extranjero, porque no queremos ser ejército invasor y porque la Constitución lo da por sobreentendido. Dos. No existen ejércitos humanitarios, por mucho que nos quieran vender esa burra vieja. Existen organizaciones de paz humanitarias, civiles humanitarios, pero el ejército, por su propia esencia, no puede ser humanitario. Si quieren ayudar, envíen civiles, medios civiles y recursos. No helicópteros Super Puma o carros blindados. No nos engañen otra vez más.
“El incremento del contingente español en Afganistán hasta poco más de un millar de soldados y el envío de un centenar de guardias civiles a Haití son decisiones coherentes con la nueva doctrina de intervención exterior que pretende asentar Zapatero. Se trata de no rehuir los compromisos internacionales a favor de la paz, bajo amparo de la ONU y siempre con el consenso parlamentario, pese a que la toma de posición del Congreso no sea jurídicamente vinculante por ahora. Debe entenderse también que con el respaldo parlamentario en éstas u otras misiones se quiere facilitar la comprensión y el apoyo de la ciudadanía, que en muchos países ha faltado en la respuesta a la crisis iraquí.”
Claro que son coherentes con la doctrina que pretende asentar Zapatero. La ONU no supone hoy ningún amparo. Bajo mandato de la ONU se creó el Estado del criminal Estado de Israel, que sesenta años después, todavía sigue dejando un reguero de decenas de miles de muertos, millones de expoliados y exiliados, millones de inmigrados planificados para despojar a los forzados al exilio y del que todavía se dice que está en un “proceso de paz”, vergüenza de llamar así a algo que jamás será paz y que si es un proceso, es sumarísimo y solamente para los palestinos. Bajo el mandato de la ONU se bombardeó y se bombardea y se invadió Afganistán. La ONU, tal y como está constituida, no supone ninguna garantía de que sus mandatos no vayan a ser inicuos, injustos a sabiendas y dirigidos por superpotencias que utilizan a este organismo como bidet, como orinal, como escupidera y como alfombra. La ONU posee hoy al frente a un blanco honorario (en palabras de Chomsky, referidas al papel de los japoneses respecto de EE.UU.), que ni garantiza, ni asegura nada y que sólo sirve para sacar adelante resoluciones que vengan bien a los cinco que tienen derecho de veto. El resto, simplemente no existen, porque se vetan.
Efectivamente, la doctrina Zapatero, es la doctrina Aznar, con una diferencia: el primero se pasaba por el arco del triunfo, vulgo entrepierna, las obligaciones constitucionales respecto del envío de tropas españolas al extranjero, sino que despreciaba a la propia mayoría absoluta de que disponía en el Congreso, para aprobar mayoritariamente la decisión de enviar españoles a invadir un país ajeno. La doctrina Zapatero, es la doctrina del cínico. Recurre al “respaldo abrumador” (que siempre obtiene el bipartidismo enquistado) o al “respaldo parlamentario”, para “facilitar”, según El País, la comprensión y el apoyo de la ciudadanía. ¡Qué curioso que el PSOE estuviese todo el tiempo apelando a que las encuestas del CIS decían que el pueblo estaba opuesto al envío de tropas al extranjero en un 90% y que ahora se olvide de lo que piensa el pueblo y sólo hable del fundamental apoyo parlamentario! Apoyo parlamentario más que suficiente tenía, como todos sabemos, el gobierno de Aznar y no por eso fue ilegítima e inmoral su decisión. La mayoría parlamentaria en nuestro país, debería saber El País, por muy abrumador respaldo que obtenga en el Congreso, no es, en absoluto, garantía de que el pueblo esté de acuerdo, como ahora quieren hacernos creer. No se puede comulgar con esas ruedas de molino, a su conveniencia. Es incluso más doloroso que intenten retorcer una voluntad popular, claramente enfrentada a que nuestras tropas vayan a invadir países extranjeros, aunque se diga que están en misiones humanitarias, mediante el abuso de que existe “mayoría parlamentaria y que se han seguido los cauces establecidos”, que no que se haga directamente a las claras. Unos pueden ser prepotentes, pero casi es peor que otros sean cínicos.
“El PP acusó al Gobierno de haber jugado con las cartas marcadas al haber tomado ya la decisión previamente y haberla comunicado a los aliados de la OTAN antes y durante la cumbre atlántica de Estambul. Aunque Rajoy respaldó la decisión, criticó que Zapatero la hubiera tomado «acomplejado y a regañadientes», para evitar similitudes con el caso de Irak o toda sospecha de seguidismo de Estados Unidos. “
“Pero Afganistán e Irak son dos casos bien distintos. A diferencia de Irak, la presencia en el país centroasiático de una fuerza multinacional (ISAF) fue desde un principio solicitada por el Consejo de Seguridad de la ONU con el fin de acabar con el santuario de Al Qaeda tras el ataque del 11-S. España participa en ella desde el primer momento, como el resto de los países atlánticos, incluidos Francia y Alemania. Y el objetivo central es hacer posible la celebración de elecciones presidenciales y legislativas. A nadie se le esconden las dificultades de la misión. Contar con un amplio apoyo parlamentario era un requisito imprescindible.”
El caso es seguir remachando que hay apoyo parlamentario y que éste es un requisito imprescindible. Eso es lo que gusta a los partidarios de una democracia de papel, representativa y no popular: que las cosas se decidan “en el Congreso”, que es donde ellos controlan. Aunque hayan estado restregando al anterior gobierno, que también tenía mayoría absoluta todo el tiempo, que el 90% de la población estaba en contra del envío de tropas al exterior. Y sobre todo, hacer diferencias entre Afganistán e Irak, como si no se tratase de ejércitos invadiendo un país ajeno. Como si la ONU no pudiese dictar resoluciones prevaricadoras. Como si el ataque a Afganistán hubiese solucionado algún problema, incluido el del terrorismo, en vez de haberlo agudizado. Mentiras, mentiras y más mentiras. Algunos ya estamos hartos de que nos quieran hacer ver que nuestros legionarios, con cabra incluida, están allí para salvar a niños enfermitos de leucemia, traer médicos a España a “modernizarse” o regalar camisetas del Real Madrid. Estamos hartos de que la ayuda humanitaria sea, al final, apatrullar la ciudad, como si de Torrentes se tratase. Hartos de que la ayuda humanitaria termine siendo siempre vigilancia policial; hartos de que los ejércitos se definan como “humanitarios”. Y el PSOE parece avanzar ahora por mal camino, después de haber llegado al gobierno (no estamos seguros de que al poder) precisamente porque prometió traer tropas del extranjero y aunque ahora se esté escudando en las “abrumadoras mayorías parlamentarias” de que goza (bien es cierto que con la excepción de una Izquierda Unida), para hacer, o intentar hacer, por mandato parlamentario, lo que el anterior hizo por ….
Uno no ve una gran diferencia entre los prepotentes y los cínicos, salvo en las formas. El atropello a la voluntad popular, la violación del espíritu de la Constitución española, el olvido de los condicionantes con que nos integramos a la OTAN a regañadientes y con mentiras, siguen siendo, poco más o menos, los mismos. En esto debe consistir la democracia parlamentaria y representativa. En que unos la puedan meter doblada y otros tengan el cuidado de meterla recta, no en meter o no meter, la tropa, por supuesto, en países ajenos.
Pedro Prieto. Madrid.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 9 Julio 2004.