Presentamos un artículo de Joseph Samaha publicado en el diario libanés Assafir, en él nos habla de los acuerdos de libre comercio entre EE.UU y algunos paises del Magred y Oriente Medio.
Traducción – Economía y Mundo Árabe
El mercado es la solución – por Joseph Samaha
El pasado 15 de junio, se firmó el acuerdo de libre comercio entre Marruecos y EEUU. La noticia parece normal. Se convierte en anormal, cuando el representante estadounidense de comercio, Robert Zoeleck, la sitúa dentro del marco de “la elaboración de la visión Bush para el área de libre comercio árabe en el año 2013.”
El acuerdo con Marruecos, sigue al firmado con Jordania e Israel, y precede al que se firmará pronto con Bahrein, siendo los tres países que acceden a levantar la mayor parte de los obstáculos aduaneros ante las exportaciones norteamericanas, casualmente, los mismos que menciona George Bush, cada vez que se le antoja hablar de la prometida democracia para El Gran Oriente Medio.
Así mismo, Washington repite que apoya a países árabes como Arabia Saudí, Argelia, El Líbano y El Yemen en sus gestiones para incorporarse a la Organización Mundial del Comercio, y alardea tener pactos comerciales con Egipto, Bahrein, Túnez, Argelia, Arabia Saudí, Kuwait y El Yemen, habiendo sido invitados la mayoría de los jefes de estado de estos países, a la cumbre del G 8 en Sea Island hace unos días para presenciar el nacimiento del proyecto reformista para Oriente Medio y Norte de África.
Los distintos acuerdos comerciales, según dijo un responsable norteamericano, “son parte de la ayuda a los reformistas para construir sociedades islámicas más abiertas, más optimistas y más tolerantes.” No podía ser de otra manera, cuando se cronometró la declaración sobre “la visión Bush” para asociarse comercialmente con los árabes, en un tiempo de guerra por excelencia: Mayo del 2003.
Los actuales americanos, con sus republicanos y sus demócratas, están muy convencidos en el efecto mágico del mercado, el libre comercio y el levantamiento de barreras. Si Bill Clinton hizo de la globalización el principal titular de su política exterior, Bush no hizo más que propulsar este liberalismo hasta los extremos, armándolo con garras militares, cuyas justificaciones fueron facilitadas por las agresiones del 11 S. La victoria absoluta del “mercado”, se convirtió en un interés nacional estadounidense, es más, según lo define la actual administración, en la línea de defensa delantera de la tierra norteamericana y de la seguridad de su pueblo.
Cuando los EEUU emprendieron su guerra contra Irak, no ocultaron su deseo de provocar el efecto “dominó”: obligar a “los estados desviados” desmantelar las armas de destrucción masiva y paralizar su apoyo al terrorismo, fortalecer la tendencia liberal de la economía e irradiar la democracia política.
Coincide la mayor parte de esta introducción actualizada, en que Washington consiguió un éxito confuso respecto a las primeras dos demandas, quedándose sin precisar el destino de la tercera. Libia se apresuró para destapar sus programas armamentísticos, Irán se retrocedió pasos hacia atrás y acompañó a la campaña árabe para presionar sobre la resistencia palestina. Podemos observar ahora, la renovación de las gestiones para una mayor apertura económica (¿Será eso el significado del esperado cambio ministerial en Egipto?). Tampoco es un secreto, que unos regimenes árabes tratan de trocar: emprender una batalla nacionalista contra la reforma política, a cambio de, acogerse al programa americano con la verdadera definición de sus intereses nacionales.
Al mismo tiempo en que las discusiones árabes se centran en aspectos como seguridad, militares, políticos y culturales del plan norteamericano, el aspecto económico, a penas es tocado, a pesar de ser fundamental para lo que EEUU quiere. La liberación de las economías árabes, no es solo un fin para EEUU, sino también una herramienta básica para el cambio.
Volvamos a Robert Zoeleck, quien presentó una descripción del Gran Oriente Medio en cuya imagen vislumbramos que, la economía está rescindida, el extremismo religioso fortalecido, la esperanza perdida, la democracia escasa, los gobiernos controlan la producción y la vuelta al siglo séptimo, es el eslogan de los combatientes, observándose, según él, una línea reformista que abre camino hacia un islam tolerante, elecciones libres, venta del sector público y animación para las inversiones exteriores. Además, elogió los ejemplos de Bahrein, Jordania y Marruecos, e instó a apoyar a los líderes que luchan contra el extremismo, liderando las reformas económicas contra aquellos que temen una modernización que pueda amenazar su poder. El Sr. Zoeleck, aunque reconoce que la reforma ha de partir desde el interior, puntualiza que EEUU posee la capacidad de influencia en forma de “acuerdos de libre comercio.”
Tampoco es ningún secreto, que cuando los norteamericanos hablan de transformar a Irak en “un faro”, no se refieren tan solo al régimen político que van a imponer, sino que, serán condescendientes con el grado de democratización de este régimen, a cambio de mayor intransigencia a la hora de hacer que el régimen se base sobre una mayoría aplastante del sector privado extranjero primero y regional si pudiera ser posible después. He aquí, donde se diferencia el proyecto norteamericano para Irak y la zona al que se ejecutó en Europa occidental después de la segunda guerra mundial, ya que, en aquel tiempo, la mayor parte del dinero del proyecto del plan Marshal fue para apoyar al sector público dentro de los países afectados. Sin embargo, la administración actual, no hace más que aumentar la escalada de guerra contra el sector público dentro y fuera de su país.
Tal vez descubramos, más adelante, que esta administración ha caído en la trampa de su propia ideología, y que la construcción de los estados y las naciones a través del sector privado, es inaplicable y es generadora de incontables paradojas. Pero, y a la espera de este descubrimiento, hemos de observar que el último acuerdo de libre comercio, se firmó con un estado árabe donde la izquierda asume la responsabilidad de liderar el trabajo de gobierno, y no es cualquier izquierda, es la izquierda ganadora de las elecciones, arraigada dentro del pueblo, las fuerzas de la clase media, los sindicatos y desciende del movimiento nacional marroquí.
La pregunta entonces, no está tan solo dirigida a EEUU y su ciega fe en la economía de mercado. Está dirigida, en primer lugar, a las fuerzas políticas árabes nacionalistas e izquierdistas, quien se supone, que han de volver a formular sus programas en esta etapa cósmica y regionalmente confusas.
Joseph Samaha es periodista libanés y suele escribir el periódico también libanés Assafir, este artículo fue publicado en ese diario el 19 de de Junio del presente año.
Traducido por Jamal Halawa. Olias del Rey. Toledo.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 29 Junio 2004.