Diatriba contra la insolidaridad – por Emilio Sales Almazán

La guerra del agua se acentúa, los próceres de las patrias se ponen al frente de la batalla para arengar a la ciudadanía de la injusticia de verse “privados” del elemento acuoso.

Presidentes autónomos achacan a la insolidaridad de otras comunidades los males pasados, presentes y futuros, muchos y muchas ciudadanas salen a la calle ante la perspectiva de no tener agua para poder vivir.

La teoría de que no nos quieren sale a relucir alentada por los que esa soflama siempre les ha venido bien. Aquí a muchos les ha funcionado con la aversión que aducen a la capital de la provincia los males que sufre Talavera, cuando muchos son los que han vivido y viven bien tras ese mensaje de falta de amor paternal.

El tema es complejo, pero se debería llamar a una primera introspección y comprobar si los que están al frente de esas proclamas no son los que se sirven de su posición para haber vivido muy bien a costa de sangrar a sus propios conciudadanos. ¿Quién ha hecho del agua unos grandes beneficios? ¿Quién ha secundado la política especulativa de urbanizaciones, campos de golf o parques temáticos para su propio beneficio sin preocuparse si los recursos hídricos se agotaban? ¿Quién tiene implicaciones en la sustracción de agua de acuíferos, quienes son los culpables de que los ríos sean unos simples cauces secos?

A lo mejor podrían comprobar que los más aclamados encabezadores de manifestaciones son los primeros culpables de la situación en sus propias comunidades.

Primero empezaron por el Guadiana, luego el Tajo está en fase terminal, es patético comprobar su paso por ciudades como Talavera que antaño poseían hasta zonas de baño, las que hoy son simples charcas infectas, y después se podría llegar a la misma situación con el Ebro. Esos que tanto gritan desde su poltrona política solo están buscando el interés económico inmediato de ellos y de los grupos de poder que defienden.

Estoy convencido que de haberse producido el trasvase del Ebro la captación del agua del Tajo sería la misma, no hay límite en la necesidad de agua cuando no se pone freno a la avaricia.

Hace unos meses se publicó un informe de la Fundación Nueva Cultura del Agua*, titulado “Aguas limpias, manos limpias. Corrupción e Irregularidades en la Gestión del Agua en España”.

En este informe la situación de todas las cuencas es altamente preocupante. Pero para dar una pincelada me voy a parar en las dos que se sienten “ultrajadas” por una supuesta falta de solidaridad de otos territorios, y si tenemos en cuenta que la solidaridad empieza por uno mismo, sería cuestión de mirar hacia dentro y buscar esa causa de tanto mal.

Cuenca del Júcar: El tramo intermedio del trasvase del Ebro y la conexión Júcar-Vinalopó centran los problemas de esta cuenca, junto con la sobreexplotación de los acuíferos y al alteración de los marjales o humedales cercanos a la costa. Resaltan las diversas irregularidades existentes al trasvase entre los ríos y en especial el papel jugado por Benigno Blanco e Iberdrola.

-El Alcalde de Pego (Alicante) y la desecación e incendio del Parque Natural del Marjal de Pego-Oliva. El 13 de enero de 2004, la Audiencia Provincial de Alicante condenó a Carlos Pascual Sastre, ex-alcalde la localidad de Pego, a seis años de cárcel, seis de inhabilitación, multa de 7.920 euros y a indemnizar a la Generalitat Valenciana con 601.000 euros, por delitos contra los recursos naturales, atentado a funcionario público y quebrantamiento de medida cautelar realizados a la hora de intentar poner en cultivo el humedal de la localidad. También fue condenado José Orihuel, Presidente de la Comunidad de Regantes de las Tierras de Arrozales de la Villa de Pego y concejal de Agricultura de ese Ayuntamiento, a tres años de prisión, tres de inhabilitación, multa de 4.320 euros e indemnización de 601.000 euros (en ambos casos, tanto el Ayto. como la Comunidad de Regantes han sido declarados responsables civiles subsidiarios).

Cuenca del Segura: Es un compendio de los daños causados a los ecosistemas hídricos y a las sociedades que viven en ellos, la cuenca del Segura sufre una auténtica rebeldía institucional y empresarial ante el Estado de Derecho: fomento de la sobreexplotación de acuíferos, contaminación permitida y puesta en regadío de miles de hectáreas con la ayuda de dinero público.

Se ha postulado la supuesta necesidad de llevar agua a Murcia, para atender el consumo de un número creciente hectómetros cúbicos de agua, para esas nuevas zonas irrigadas, la mayoría creadas de forma totalmente irregular, mientras se ha mantenido una gravísima contaminación del río Segura, uno de los ríos más sucios de Europa, por cuya causa se juzgan ahora a altos cargos del Ministerio de Medio Ambiente (de la anterior etapa).

El descontrol no sólo alcanza al Ministerio de Medio Ambiente, sino que también se ven implicados, en diversos casos, jueces, empresarios y políticos locales, algunos de los cuales han recibido fraudulentamente fondos europeos para poner en regadío zonas de vegetación natural, terrenos forestales quemados en incendios e incluso espacios naturales protegidos. A todo ello se suma la interpretación surrealista de la Ley y las presiones a la sociedad civil que intenta poner coto a la corrupción y al expolio del agua.

-Acuífero sinclinal de Calasparra (Murcia). Empleo de las infraestructuras del trasvase Tajo-Segura para transportar caudales subterráneos de pozos pertenecientes a la Comunidad de regantes de Mazarrón y Águilas. Autorizados por el presidente de la CH del Segura hasta 1995, Juan José Parrilla.

-Planes de Modernización de los regadíos en Cieza y Mula. Suelen mostrarse como ejemplo de modernización de los regadíos tradicionales, modernización que junto con el riego por goteo incluye un elevado grado de sofisticación en el control informatizado del riego. ¿Porqué estos regadíos necesitan más agua si se consume menos a escala de parcela, gracias al riego informatizado? Quizás la respuesta esté, en parte, en la ampliación de los perímetros regados, ampliación constatada en algunas zonas y donde la Guardia Civil viene denunciando desde el año 2.000 diversas roturaciones e irregularidades.

-Uso ilegal de agua para campos de golf. Otorgamiento de concesiones de aguas depuradas al campo de golf ilegal de Algorfa (Alicante), construido sin licencia por un miembro de la Comunidad de Regantes Torremiguel. Por otra parte, el antiguo Presidente de la CH del Segura, Juan José Parrilla, autorizó un pozo a la Inmobiliaria Urbis para “uso exclusivo” del campo de golf de la urbanización de Altorreal (Molina de Segura, Murcia), con un volumen máximo de 2.000 metros cúbicos/día. Este pozo, que provocó el hundimiento de terrenos agrícolas, estaba considerado como “pozo de sequía”, cuya autorización ya expiró, y que derivaba aguas de un aluvial del Segura.

-Regadíos ilegales en la Región de Murcia. La finca “El Chopillo”. Desde el año 1994, año del catastrófico incendio que arrasó 30.000 hectáreas, en su mayor parte de terreno forestal, se han sucedido roturaciones y ampliaciones ilegales de regadío (en algunos casos con fondos públicos), la apertura de pozos no autorizados (hasta 11 en una sola finca, la del Chopillo), construcción de embalses de riego y el trasvase de aguas subterráneas desde los acuíferos del Noroeste a nuevos regadíos de la zona de Mazarrón y Águilas y Campo de Cartagena.

-Regadíos en espacios protegidos. En los últimos tres años se han roturado alrededor de 300 hectáreas para regadío, en el Parque Regional de Carrascoy-El Valle. 100 hectáreas en un solo día en el Paisaje Protegido de Saladares del Guadalentín. Diversas roturaciones en el Paisaje Protegido de Humedal de Ajauque y Rambla Salada.

Creo que, a pesar de ser una pequeña relación de todas las atrocidades que se han cometido y se siguen cometiendo, la relación es lo bastante significativa como para no mirar hacía afuera y sí hacer un examen de que el cáncer está dentro, y empezar a barrer primero nuestra casa para después empezar a preocuparse de la de los otros.

Solidaridad toda, agua para todos, pero no agua para todo.

En la primera parte de este artículo analizaba, de manera muy escueta, alguna de muchas causas que componen la problemática del agua, ciñéndome sobre todo en la corrupción generalizada en todas las cuencas fluviales, en menor o mayor medida, y en particular en las del Júcar y Segura, por ser las de mayor conflicto pasado, presente y, quizás, futuro.

Las “soluciones” dadas hasta la fecha, reduciéndose básicamente a la política de trasvases, no han solucionado el problema. Al contrario, lo han agudizado y han conseguido la práctica muerte de muchos ríos, como por ejemplo el Tajo.

Estoy convencido que el trasvase del Ebro no conseguiría la paralización o el menor aporte de agua desde el Tajo. Al contrario, se necesitaría más y más agua, y estoy seguro que no se dudaría en seguir geografía arriba, el Ródano, o los que ahora se echan las manos a la cabeza con las desaladoras, apostarían en el futuro por ellas. El agua como negocio, es el único motivo.

Hace poco el cantante Julio Iglesias renunciaba a un proyecto de urbanizar una amplia zona en la costa, proyecto compartido con algunos magnates (no he dicho mangantes), por la paralización del trasvase del Ebro. Agua para necesidades básicas, NO.

Pero sí hemos visto la nefasta política de trasvases (política del cemento), fuente inmensa de beneficios económicos para las constructoras, pero no un fundamento para resolver el problema del agua, las posibles soluciones que se están proyectando son, cuando menos, caldo para mi escepticismo.

Alberto Vázquez-Figueroa, polifacético escritor, periodista, inventor, profesor de submarinismo, etc. escribió en 1995 una obra titulada “El agua prometida”, editada por Plaza&Janés, donde relataba la obsesión por el agua que, desde pequeño y debido a las difíciles circunstancias de su infancia y adolescencia, le han llevado a identificarse con este problema y con los millones de seres humanos que padecen la escasez del liquido elemento y cuya subsistencia se ve en peligro por causa de la sequía.

Con este renovado protagonismo del Plan Hidrológico Nacional, la polémica nunca terminada del agua, me vino a la mente la obra que ya leí apasionadamente cuando se publicó. No sé si será el azar o la casualidad, pero en una revista de libros editada hace unas fechas aparecía un reportaje sobre el agua y la aparición de un libro de los escritores Maude Barlow y Tony Clarke titulado “Oro azul” donde denuncian que cada ocho segundos muere un niño en el mundo por consumir agua contaminada y que la escasez de recursos es aprovechada por las multinacionales para hacer el negocio del siglo. En este reportaje se extienden en el libro anteriormente citado de Vázquez-Figueroa. En este libro cuenta como todo empezó en 1995, cuando le visitó José Manuel Fiestas, responsable del Consorcio de Aguas de Lanzarote, que había impulsado la construcción de una planta desaladora que conseguía que la isla tuviera agua en abundancia pero con un coste económico muy elevado. Como relata en esta entrevista el responsable del Consorcio le explica que, para quitar la sal del agua de la mar, hay que empujarla contra unas membranas de ósmosis inversa; la mitad del agua queda sin sal y la otra mitad adquiere el doble de salinidad. Pero para empujarla necesita una presión de 70 atmósferas y hay que utilizar unas enormes turbobombas que consumen mucha energía eléctrica. Cuando empieza a darle vueltas a la cabeza se acuerda que en su época de submarinista diez metros de columna de agua sobre la cabeza equivalen a una atmósfera, por lo que para conseguir setenta atmósferas habría que colocar una membrana a setecientos metros. Primero pensó en poner la membrana bajo el mar, pero para subir el agua desalada habría que consumir demasiada energía. Posteriormente supo que ya se intentó poner en un barco pero el experimento fracasó. Por fin pensó: “Hago un agujero al lado de la costa de 700 metros de profundidad y lo lleno de agua, así ya tengo abajo las atmósferas de presión por el propio peso de caída del agua y no necesito impulsarla”.

Desgranar todos los avatares que se describen en el libro sería muy extenso, pero es de imaginar la cantidad de trabas que se encuentran cuando se va contra los intereses económicos consolidados de las grandes corporaciones. Pero si creo muy interesante transcribir una serie de respuestas que el escritor da en una entrevista incluida en este artículo.

Pregunta: ¿En qué momento dejan de verlo como un botarate escritor de novelas de aventuras con una idea loca y se lo toman en serio?.

Respuesta: Llegó un momento en que el Gobierno, a través de la empresa de capital público Tragsa, encargó un estudio. Se llevó a cabo una investigación amplísima, durante casi tres años, que costó dos millones y medio de euros, y llegaron a la conclusión que el sistema AVF era el mejor posible para convertir agua salada en agua potable. En noviembre de 2001, tres ministerios (Nuevas Tecnologías, Medio Ambiente y Agricultura) firmaron un protocolo para desarrollar el sistema.

P: Pero si sus propios estudios dicen que el sistema es factible y eficaz, ¿por qué no se ha puesto ya en marcha?

R: Porque hay una partida de ladrones que se quiere llevar el dinero. El Gobierno del PP lo que quería hacer era el trasvase del Ebro, lo que suponía 7.300 millones de euros de inversión que iban a las grandes empresas constructoras. Si tú ves este informe que está firmado por el propio gobierno: ¿cuánto cuesta hacer una planta AVF de 120.000 metros cúbicos diarios? 87 millones de euros. Con 2.200 millones de euros podríamos construir las plantas necesarias para conseguir el agua que se quiere obtener con el trasvase. Esta última agua, en las mejores condiciones, sale a 0,35 pesetas por metro cúbico y en las desaladoras AVF el informe del propio Gobierno dice que sale a 0,22 pesetas metro cúbico. Ahora explícame por qué el Gobierno quería hacer una cosa que le costaba 5.000 millones más, con un impacto ambiental horrible, que tardaría diez o doce años, mientras nuestras desaladoras en dos años estarían funcionando.

P: ¿Y qué le ha dicho el Gobierno?

R: Pues me llamó el subsecretario de Estado de Nuevas Tecnologías y me dijo que había leído el informe de Tragsa. Y me dijo: “Es que este informe va contra la política del Gobierno que es hacer el trasvase”. Yo le contesté que hubiera entendido que el Gobierno español hubiese dicho que el sistema del señor Vázquez-Figueroa no interesaba. ¿Pero se gastan 2 millones y medio de euros en un estudio de tres años y cuando las conclusiones de sus propios ingenieros son positivas van y se lamentan? Y me dijo: “¿Y si yo no estoy de acuerdo con ese estudio?” Le contesté: “Perdóname ¿has puesto alguna vez los pies en una desaladora?” Y me contestó que no. “Pues si no has visto una desaladora en tu vida, ¿cómo puedes estar en desacuerdo con unos ingenieros que llevan tres años trabajando en eso? Es Kafkiano. ¿No es más lógico tener un pozo a setecientos metros de agua potable debajo del culo que un río a quinientos kilómetros agotable?”. Le dije que lo que ocurría era que los 7.300 millones del pastel se los iban a comer los de siempre, las empresas constructoras.

P: En estos años debes de haber hecho un viaje a lo más oscuro de los intereses de esa cosa que se llama el sistema.

R: Yo no me había dado cuenta de en qué mundo vivía hasta que me metí en esto. Te cuento una anécdota que da la idea del descaro de esta gente. Me reuní con el que era el alcalde de Las Palmas y el gerente de la distribuidora de agua de Las Palmas, perteneciente a la multinacional francesa SAUR. Al acabar, este último me invitó a comer. “Alberto –me dijo-, para que no sigas adelante, te voy a decir que, como distribuidor de aguas de Las Palmas, tengo una exclusiva para los próximos cuarenta años, y no voy a consentir que hagas una desaladora aquí. Las plantas desaladoras que hay ahora las ha hecho la Administración, pero las manejamos nosotros. Nuestro coste de producción es de 130 pesetas, pero nosotros la vendemos a 280 pesetas por metro cúbico. Si haces una de tus desaladoras y vendes el agua a 60 y me la vendes a ese precio y te quedas callado, yo te dejo. Porque yo la seguiré vendiendo a 280 y aún ganaré más. Pero si tú lo que quieres es demostrar que puedes sacarla a 60 pesetas, pues no. Porque entonces a mi no me dejarán venderla a más de 100 y sólo ganaré 40 cuando ahora gano 150. Y la empresa es francesa y lo primero que harán en París será despedirme. Así que no lo voy a permitir”. “¿Y el consumidor?”, pregunté yo. “Ese no es mi problema –me dijo-, ese es el problema del alcalde. Ellos nos dieron la concesión. ¿Cómo se consiguió?… Eso no te lo voy a explicar”.

La entrevista acaba con una reflexión sobre la red de agua en Cataluña y en especial en Barcelona y la posibilidad de que, si el Gobierno central apoya, se pondrían en marcha dos desaladoras AVF en Cataluña, como asegura le prometió el Conseller de Medi Ambient, Salvador Milá. Así como la conversación que tuvo el autor en un encuentro en enero con el entonces candidato a la presidencia del Gobierno, Rodríguez Zapatero, que, en presencia de Saramago, Bertolucci y López Aguilar, hoy Ministro de Justicia, le aseguró que tras conocer el proyecto dijo: si llego al poder eso es lo que tengo que hacer. “Claro, que entonces ni soñaba con ganar las elecciones. Le acabo de escribir una carta en la que recuerdo aquella conversación en la que dijo que lo pondría en marcha. Ahora ya ha llegado ese momento”.

Estimo que la entrevista añade mucha más claridad a lo que se “cuece” en la política del agua. La derogación del trasvase está bien. La política indiscriminada de construcción de desaladoras no es posible, el sistema de AVF parece viable, pero se oculta a la información, conocimiento y debate por intereses espurios.

Con todo ello habría que incidir en una nueva cultura del ahorro. Ahorro en la agricultura con riegos por goteo, informatizados, como aludía en el proyecto de regadío de Mula y Cieza (pero sin incrementos en las extensiones de cultivo). Ahorro en el consumo industrial y en el de los hogares, utilizando el agua necesaria y con elementos de la construcción que ahorre en su uso. Un plan de mejora y de reemplazo de tuberías y canalizaciones del agua.

Resumiendo, la conciencia de que el agua potable es un bien escaso, un bien público que no debe estar en manos de la especulación económica (algunas veces con el beneplácito del poder político) y que de una vez por todas pase de ser considerada como una necesidad a ser un derecho de todos los seres humanos.
Informe de la Fundación Nueva Cultura del Agua, titulado “Aguas limpias, manos limpias”. Gracias a todos y todas las que habéis hecho posible este informe. Recomiendo su lectura, más allá, la creo indispensable.

Emilio Sales Almazán. Talavera.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 28 Junio 2004.