El alto índice de abstención. Aparte de la abstención técnica, creo que muchos de los que creyendo que una democracia es el sistema más deseable de gobierno nos hemos abstenido activamente para señalizar de la única manera posible en que nos dejan qué queremos los ciudadanos. Y enfatizo en lo de que es la única manera en que nos dejan expresarlo porque del ridículo número menos de cien mesas en unas pocas ciudades españolas en que unos ciudadanos esforzados y concienciados (la Consulta Social Europea *) pretendían sondear opiniones de su conciudadanos sobre la Europa que queremos, la autoridad (in)competente estimó necesario retirarlas en su mayoría, identificar a las personas e incautar materiales amparándose en una resolución de una junta electoral.
Apenas sabemos nada de Europa y de su Parlamento, y lo que sabemos no nos anima a participar en la parafernalia. Sabemos que el Parlamento no legisla. ¿Qué clase de Parlamento es entonces? ¿Acaso puede controlar y poner freno a la actividad legisladora de los entes legisladores? Lo creemos difícil. Sabemos, además, que hay más de un cuarto de millar de lobbies acreditados ante el Parlamento. Lobbies pagados por los “caciques locales” ricos y por las grandes corporaciones. El ciudadano de a pie no tiene acceso a ningún lobby que defienda sus intereses ante el Parlamento Europeo. Eso, sin entrar en cuánto cobran y el tiempo que dedican a cumplir las obligaciones mínimas de su cargo.
Algunos hemos tenido noticia del proyecto de Constitución Europea. Nos dicen que tiene más de 300 páginas. ¿Qué clase de constitución tiene 300 páginas? ¿No es una constitución un texto fundamental al que remitirse en caso de duda sobre la legitimidad de un acto legislativo o administrativo? ¿Cómo va a poder ninguna instancia judicial, que se supone garante y custodio de la fidelidad constitucional, poder interpretar sin ningún género de dudas el “espíritu” de la constitución? ¿Y más grave aún: cómo va a poder el ciudadano común tener en su hogar un texto tan fundamental en el que pueda ver reflejado los valores de la gran comunidad en que vive? Cuando en este país se aprobó la constitución el estado se tomó la molestia de hacer llegar a todos los hogares un ejemplar de la constitución, y somos muchos los que hemos hecho uso de ella alguna vez, aunque sea para que los escolares hagan alguna tarea escolar relacionada con algún tema contemplado en ella.
Es sumamente preocupante saber que existe ese borrador circulando por allí, que en cualquier momento puede ser aprobado, con o sin referéndum. Una constitución de más de 300 páginas no puede ser una constitución de los ciudadanos. En todo caso será una constitución de los letrados y abogados. Y de los ciudadanos que puedan permitirse pagarlos. Lo cual reproducirá a gran escala la tragedia de nuestros actuales “estados de derecho”: que el derecho no es gratuito, sino a través de letrado (pagado). Haya referéndum o no, las 300 páginas no las leerá, y menos entenderá e interpretará correctamente, cualquiera que haya abandonado la escuela a los 15 o 16 años, al acabar la escolaridad obligatoria. Y un texto fundamental que no pueda ser leído y entendido por una persona con los estudios mínimos cumplidos no es un texto para todos: es un texto para unos pocos, los privilegiados de siempre. Da igual que lo votemos o no votemos en referéndum, el resultado será el mismo: no será nuestra constitución, la del ciudadano común, la del ciudadano de a pie.
* Webs relacionadas:
– (CSE) Consulta Social Europea – http://www.consultaeuropea.org/
– (CSE Madrid) – http://www.nodo50.org/cse-madrid/web/
Marga Vidal. Valencia.
Colaboradora, El Inconformista Digital
Incorporación – Redacción. Barcelona, 15 Junio 2004.