¿Elecciones a qué y para qué? – por Jesús Bartolomé

Aunque por el tono de los debates entre los dos principales partidos (y prácticamente los únicos existentes en el ámbito mediático) nos intenten hacer creer que estamos ante una segunda vuelta de las elecciones generales, el domingo 13 de junio se celebrarán unas elecciones al parlamento europeo, cuya actividad y funciones son desconocidas y lejanas para la mayoría de la población, lo que quizá puedan reflejar los elevados índices de abstención de las elecciones europeas.

Y es que los partidos políticos prefieren no informar, y menos debatir, sobre las funciones del europarlamento, no vaya a ser que la gente piense que esas elecciones sólo sirven para solucionarles la vida económicamente a los que tengan la suerte de ser elegidos eurodiputados y para intentar legitimar democráticamente una Unión Europea compuesta de unas instituciones políticas abrumadoramente alejadas del sufragio directo y del común de los habitantes europeos. Si en un acto de valor nos atrevemos a leer el desconocido proyecto de tratado de constitución europea (surgido no de una asmblea constituyente, sino de un grupo de «notables» bien influenciados por las grandes empresas europeas), podremos descubrir que el parlamento europeo aún carece de poder de decisión en la política exterior europea y está lejos de asumir las funciones de cualquier parlamento nacional (la función legislativa y presupuestaria la ejerce en el mejor de los casos de forma conjunta con el consejo de ministros de los estados miembros, la iniciativa legislativa la monopoliza la comisión europea,…).

Por tanto, parece que entre los principales partidos políticos existe un escaso interés por mostrar la Unión Europea como lo que es: una superpotencia mundial centrada en su mercado único y moneda única (euro), a los que se pretende respaldar a través de unas instituciones políticas fuertes (especialmente en el marco militar y policial), con el objetivo de expandir su dominio a otras zonas del mundo (países del este, países mediterráneos,…).

De ahí el simplismo de todos los lemas electorales que observamos en esta surrealista campaña electoral. Así, constatamos el rancio llamamiento del PP al nacionalismo español y a la lucha por unas mayores parcelas de poder en Europa («contigo fuertes en Europa»), bien lejana de una Europa social y solidaria que logre superar las fronteras de los estados miembros, que en cualquier caso queda diluido ante la incapacidad del PP de digerir su pasada derrota electoral y reconocer su pasada actuación autoritaria en contra de la mayoría de la población española.

Desde el PSOE se busca ofrecer Europa cómo alternativa al imperialismo yanqui («nos gusta Europa» o «volvemos a Europa») , sin embargo cabe preguntarse qué Europa nos gusta y a qué Europa volvemos. ¿A la actual Europa militarista e imperialista (de momento inmersa además en la alianza militar yanqui de la OTAN) de las desigualdades sociales y salariales, o a una utópica Europa de los derechos sociales aún por constuir desde la ciudadanía y no desde los grandes lobbys empresariales? El PSOE apuesta claramente por la Unión Europea actual, aunque busca en su lema general la ambigüedad, que queda desenmascarada en cuanto analicemos la actuación política neoliberal llevada a cabo por el anterior comisario europeo de economía, Pedro Solbes, o veamos la participación de Josep Borrell en la convención europea que ha propuesto el proyecto de constitución europea.

Respecto a los otros partidos políticos, sus contradiciones y discursos vacíos respecto a la Unión Europea (al menos de cara a la opinión pública), no son menores. IU, en plena crisis interna, no logra pronunciarse contra un proyecto de constitución europea vacía de contenido social (ni se garantizan los servicios sociales) que impone además el défict cero y la estabilidad de los precios, obligando a aumentar los gastos militares y reconociendo la guerra preventiva. El sí crítico de IU a este proyecto constitucional vacía de contenido a sus críticas y supone un suicidio colectivo de las ideas comunistas y un nuevo giro hacia la socialdemocracia. Los partidos nacionalistas periféricos, en general, también prefieren sacrificar sus proyectos autonomistas o independentistas a la Unión Europea del «pensamiento único»: el neoliberalismo; lo que muestra que sus particularidades culturales quedan subsumidas a la moneda única, el euro, y a un modelo económico que se presenta como único.

Y a este panorama habría que añadir la ilegalización de Herritarren Zerrenda, que de nuevo pone en cuestión la democracia que estamos construyendo en el estado español, pues con tal ilegalización los principios democráticos de igualdad, pluralismo y sufragio universal quedan en entredicho, imponiéndose en la práctica un sufragio restringido, por lo que una parte de la sociedad verá suprimida o gravemente cercenada la libertad ideológica, de expresión o de pensamiento, la libertad de opción política, la libertad para crear partidos o coaliciones de electores y su libertad de expresión electoral. Lo mejor para poner fin a un conflicto como el vasco no es generar mayor divsión social y enfrentamiento sino poner las condiciones necesarias para generar un diálogo inclusivo que genere un nuevo marco de convivencia que sea aceptado mayoritariamente y no suponga la imposición de unos grupos respecto a otros. No podemos confundir organizaciones armadas y actos terroristas con organizaciones políticas y legitimación por parte de algunos de la lucha armada. La ley de partidos no es necesaria para combatir el terrorismo y lo único que logrará será acrecentar el enfrentamiento violento como única salida para expresar unas posturas políticas.

Por todo lo comentado hasta aquí, no es de extrañar el desinterés y desinformación ciudadana existente sobre estas próximas elecciones, que ponen en evidencia la necesidad de revitalizar y profundizar las democracias, haciendo a toda la población partícipes de las decisiones que les afectan. En este sentido, el mismo 13 de junio desde los movimientos sociales se promoverá la realización de una consulta social europea en el estado español con el fin de que los ciudadanos den su opinión sobre el actual proyecto de Constitución Europea, el euro y la economía, los gastos militares, las condiciones laborales, el medio ambiente…

Jesús Bartolomé Martín.
Alcorcon, Madrid.

Cartas de los lectores.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 3 Junio 2004.