La cumbre de las reivindicaciones sindicales o de los gestores de una crisis – por Joseph Samaha

Presentamos una traducción de un artículo del periodista libanés Joseph Samaha publicado por el periódico libanes Assafir, nos habla de forma critica acerca la ultima reunión de la Liga Árabe.

Traducciones – Política en el mundo árabe
La cumbre de las reivindicaciones sindicales o de los gestores de una crisis – por Joseph Samaha

Se despidió a la cumbre árabe, popularmente hablando, al igual de como se le recibió: con indiferencia. Tal vez sea el fracaso más destacado, exactamente, su fracaso en provocar a un solo ciudadano árabe. Existe una especie de unanimidad a considerarla inocua. Este tipo de fracasos es un logro. Habría que retroceder muy atrás en la memoria para encontrar una cumbre útil, o al menos, efectiva. La cumbre es un remedio caduco e inactivo, quedando su consumo, inservible como opio para los pueblos dolidos.

Es posible, que a esta “institución madre”, aun le quede algún papel cómico. Pero es un papel que requiere un esfuerzo, como cerrar los ojos, e imaginar a los líderes árabes en una escena donde decidieran ejecutar la recomendación de “movilizarse a todos los niveles”. Desde luego, es lo que hacen regularmente, aunque a algunos les inmoviliza su edad y su enfermedad, otros rehusaron movilizarse “a nivel” tunecino, lugar de celebración de la cumbre: se dirigieron hacia allá 13 jefes de estado (número que trae mal augurio), cinco de los cuales, se marcharon antes de tiempo, exactamente, por razones de agenda que requería su “movilización”. Llegado el asunto hasta estos niveles de sarcasmo, la imagen que quedará de esta cumbre es, la del líder Libio “Muamar El Gaddafi”, cometiendo el pecado de fumar (después de todo lo que hizo), repitiendo el famoso chiste que hace del cigarro el mayor de todos los pecados. Aunque el coronel pecó “fumando”, él insistía en que la principal acusación que se le podía dirigir, es la de tratarle como gobernador de Libia.

Esta cumbre adquirió mucha importancia entre el tiempo de su suspensión allá por el mes de marzo, y su celebración en mayo. Durante este tiempo, a los que querían boicotearla, se les prohibió este placer, entonces se movilizaron para instigar por convocar una reunión, donde podían tomar una decisión soberana de no acudir a la misma. Pero los que si querían acudir a la cumbre, les prohibieron exhibirse, ante el amo americano, su capacidad de influencia. Sin embargo, los miembros del partido israelí del “Likud”, con su voto en contra del “plan de separación”, facilitaron el camino a la cumbre, al retirar de su programa un desafío. Es decir, que la necesidad de celebrar la cumbre aumentó, del mismo modo en que desvaneció su objetivo, y así fue.

Cualquiera que conoce el mecanismo de la firma de “peticiones”, sabe del gran salto que ocurrió gracias al “correo electrónico”. Ya no es necesaria la presencia física. Se podría redactar un borrador, intercambiarlo con otros, hasta que se decida optar por el definitivo. Esta “supuesta reunión” o “enlace” podría sustituir a la cumbre, puesto que algo parecido la sustituyó, acabando la cumbre con este record de documentos aprobados: “la declaración de Túnez”, “comunicado final”, “tratado y pacto” y “desarrollo, renovación y reforma”.

Pero la parte “reivindicativa”, no alcanza tan solo las formas, puesto que estos documentos, son unas autenticas “peticiones” que se conforman con proclamar posiciones, sin comprometerse a definir políticas y prácticas. Aun cuando se trata de reformas que la “Liga Árabe” debería introducir en su trabajo, lo aprobado, no sobrepasa una declaración de intenciones que refleja el actual desplome de la situación, o como dijo Amr Musa (secretario general de la Liga Árabe), “momentos críticos”, y que aspira a trazar un plan para una institución idónea, pero que no se sabe como podría brotar de entre todo este escombro. Toda palabra, toda letra concernientes a desarrollar el trabajo árabe en común, es una franca mentira, tanto que, si llegamos a la siguiente cumbre de Argel, estando a este nivel de degradación y miseria, nuestros líderes árabes, podrían reclamarnos nuestra gratitud y consideración para con ellos.

La presentación de peticiones, es un ejercicio que la oposición normalmente efectúa. Solo el opositor, delega la reactivación de las tareas, sobre otros, sin comprometerse personalmente, y ante la carencia de respuestas, ejerce más oposición. Es el caso de los gobernantes árabes, en un asunto tan importante como es el de resolver el litigio con Israel. No encuentran otra forma de reactivar la “iniciativa de Beirut”, más que la movilización internacional, sin que ello vaya acompañado con algo que ellos podrían realizar, y sin decirnos, que fue lo que les impidió “movilizarse” en el periodo anterior.

¿Pero que pasaría si nuestros gobernantes árabes, sintieran de veras, estar en la oposición al poder político principal en la zona? No harían más que reprocharle, suplicarle y decirle que ellos elegirían las condiciones de su sumisión. En otra lectura de los documentos de la cumbre, queda absolutamente obvio y evidente, que el poder político, económico y militar en la zona es un poder norteamericano, y que los líderes árabes, no son más que opositores que le remiten sus peticiones. En realidad, son unos pésimos opositores.

Las reivindicaciones de los líderes árabes a EEUU son pésimas porque básicamente, son reivindicaciones sindicales y no políticas, ya que, no buscan más que mejorar las condiciones del seguidismo y la explotación, sin acercarse ni una sola vez a la cuestión del poder, dando por hecho que lo que se pretende es modificar las condiciones de esta hegemonía. He aquí, el problema de algunas “luchas”, donde aparecen “sindicatos amarillos” que decapitan algunas reivindicaciones y entran en concursos, cediendo al patrón, para ganar su amistad. Por esta razón, vimos una fuerte competición sobre la identidad de los líderes árabes que acudirían llevando las banderas blancas, a la reunión del G-8. Acabará yendo ahí el más amarillo entre los fracasados líderes sindicales que monopolizan destinos de países y pueblos.

Ya es hora de finiquitar el asunto. Nosotros no tenemos un consejo de la “Liga Árabe”. Lo que tenemos es, un consejo de gestores de la “Crisis Árabe”, siendo benévolos en la definición. Realmente, es un consejo de vigilantes y delegados para organizar la “Caída Árabe”, con el mínimo de los costes, para quien va dirigida esta caída.

Joseph Samaha es un periodista libanés. Este artículo fue publicado en el diario Libanés Assafir el 25 de Mayo de 2004.

Traducido por Jamal Halawa. Olias del Rey. Toledo.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 1 Junio 2004.